Historia oculta
02/10/2023 (08:00 CET) Actualizado: 02/10/2023 (08:00 CET)

El gobierno de los videntes

Creemos que cuando un presidente toma una decisión ha consultado a expertos y asesores, pero en muchas ocasiones se fía de videntes, médiums y astrólogos.

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Asesores astrológicos y esotéricos de los presidentes de Estados Unidos
Asesores astrológicos y esotéricos de los presidentes de Estados Unidos
Nº 387, Octubre de 2022
Este artículo pertenece al Nº 387, Octubre de 2022

Poco antes de aquel fatídico 30 de marzo de 1981 en que John Hinckley Jr. intentó asesinar a Ronald Reagan, la astróloga que frecuentaba el matrimonio presidencial, Joan Quigley (1927-2014), advirtió a la primera dama de que algo malo estaba a punto de suceder. John Hinckley Jr. disparó a Reagan seis veces en tres segundos e hirió a varias personas, incluido él, al que perforó un pulmón. El entonces presidente de EE UU se salvó porque la bala rebotó y le golpeó una costilla antes de detenerse a unos dos centímetros del corazón. La culpa la tuvo la obsesión de Hinckley con la actriz Jodie Foster y su papel en la película Taxi Driver. El atacante pensaba que si asesinaba a un presidente conseguiría que Foster se fijara en él.

Desde ese momento, las visitas y la atención a los consejos de Quigley (que asesoraba a la pareja presidencial desde los años 60 del pasado siglo) se convirtieron en una prioridad y casi una obsesión para Nancy Reagan, llegando a condicionar la agenda política del presidente. Quigley no emergió del anonimato hasta 1988, cuando el presidente estadounidense la presentó en sus memorias como su secreto mejor guardado. Hasta entonces era una perfecta desconocida, aunque desde muy joven comenzó a codearse con el poder político y económico estadounidense.

John Hinckley atentó contra Ronald Reagan
John Hinckley atentó contra Ronald Reagan

Nacida en Kansas City en 1927, Joan Quigley era hija de un adinerado abogado. Estudió Historia en el neoyorquino Vassar College, pero lo que realmente le fascinaba, por influencia de su madre, era la astrología, así que no dudó en iniciarse en el universo de lo esotérico en calidad de aprendiz de un adivino, Jerome Pearson, pese a la firme oposición de su padre.

Hizo carrera en los medios de comunicación leyendo el futuro y participó durante más de una década, desde 1970, en el popular programa televisivo de Merv Griffin. Fue a través de este como Joan conoció a Nancy Reagan, que se encontraba involucrada en plena campaña de su marido, candidato por aquel entonces a la reelección como gobernador de California. El futuro presidente de EE UU ganó los comicios, pero demoró en diez minutos la aparición para su investidura el 2 de enero de 1967. Según algunos, por consejo de Quigley. Poco a poco, Joan fue implicándose más en la carrera política de un Reagan al que, curiosamente, no conocería personalmente hasta 1985.

La otra historia de la Guerra Fría

Como una de las voces más influyentes del entorno del político, siempre con su esposa Nancy como intermediaria, la eminente astróloga participó como voluntaria en la campaña presidencial de 1980. ¿Sus motivos? Según ella, Reagan tenía «el horóscopo más brillante que se haya visto en este país en este siglo». Fue por entonces cuando se forjó la amistad con Nancy, que decidió confiar en Joan a ciegas tras preguntarle si habría sido capaz de prever el intento de asesinato sufrido por su marido en marzo de 1981. La astróloga respondió afirmativamente, y desde entonces su criterio fue esencial para confeccionar la agenda pública del presidente: se convirtió, desde la sombra, en una de sus más valiosas consejeras.

Joan decidió, al parecer, cuándo debía celebrar el presidente sus encuentros con otros líderes y sus intervenciones en el Congreso, y hasta el momento idóneo para su operación de cáncer. Según relata Reagan, ofrecía su asesoramiento a cambio de 3.000 dólares mensuales. En sus memorias, el exsecretario del Tesoro, Donald Regan, afirma que «casi cualquier decisión importante que los Reagan tomaron durante el tiempo que estuve en la Casa Blanca como jefe del equipo del presidente se consultaba previamente con una mujer de San Francisco, que hacia horóscopos para asegurarse de que los planetas estaban alineados favorablemente».

Joan Quigley advirtió a la primera dama de que algo malo estaba a punto de suceder
Joan Quigley advirtió a la primera dama de que algo malo estaba a punto de suceder

El presidente pedía su opinión prácticamente para todo. Incluso se dice que fue ella quien convenció a Reagan de propiciar un acercamiento a Gorbachov (que se produjo en Islandia en 1986), tras consultar el horóscopo del mandatario soviético. De esta forma, Quigley pudo haber contribuido en gran medida al final de la Guerra Fría, porque la relación Reagan-Gorbachov supuso el comienzo del desarme nuclear. La astróloga convenció a Reagan de que con el Mercurio que Gorbachov tenía en Acuario, debía ser un hombre abierto a nuevas ideas y podían entenderse.

Aunque Ronald Reagan hizo entender que la aficionada a la astrología era su mujer y no él, lo cierto es que en 1965 (antes de ser gobernador de California) publicó Where’s the Rest of Me?, un libro donde hablaba sin tapujos de su amistad con la astróloga Carroll Righter (1900-1988) y de cómo a él y a Nancy les gustaba leer su horóscopo. Conocida como la «astróloga de las estrellas», porque hacía cartas astrales para actores y actrices de Hollywood, escribió para más de 166 periódicos de todo el mundo y pertenecía al signo de Acuario, como Reagan, lo que contribuyó a que se cayeran bien mutuamente. Es más, siendo ya gobernador de California, firmó una ley (capítulo 583, sección 50027) por la que borraba a los astrólogos de la categoría de adivinos o videntes, permitiendo así que pudieran cobrar por sus servicios. Una muestra de sus simpatías por el mundo de lo oculto.

«¿Qué dice Joan?»

Junto a Quigley, otra de las videntes consultada por los Reagan fue Joyce Allison (1945-2004), que era la astróloga oficial de la Twentieth Century Fox Studios. A ella se le pidió que escogiera a uno de los seis candidatos a vicepresidente para Reagan con el fin de acompañarlo a un viaje a México. Joan Quigley se tenía a sí misma por una de las grandes astrólogas de la centuria. Aprovechando el revuelo causado por las revelaciones de las memorias de Ronald Reagan, Joan decidió publicar las suyas propias en 1990 bajo el título de ¿Qué dice Joan?, que según ella era la frase que el presidente Reagan repetía una y otra vez cuando tenía que tomar una decisión de calado. Esta faceta de un Reagan hipersensible a los dictados de una astróloga era completamente desconocida hasta entonces. Según algunos testimonios, Quigley y el propio Reagan exageraron el papel jugado por la vidente en el gobierno del líder republicano. Ella, sin embargo, no dudaba en afirmar: «Nunca desde el tiempo de los emperadores de Roma, y desde luego nunca antes en la Historia de EE UU, jugó un astrólogo un papel tan decisivo en los asuntos de Estado». Distanciada de Nancy, Joan falleció en octubre de 2014.

Reagan y Gorvachov
Reagan y Gorvachov

La vidente Jeane L. Dixon (1904-1997) predijo, entre otras cosas, la muerte de los John Fitzgerald Kennedy, John Lennon y Marilyn Monroe. En su libro Mi vida y mis profecías, publicado en 1969, Jeane L. Dixon anticipa en forma de verso y sin nombre propio, como lo hizo el famoso Nostradamus, acontecimientos por venir. Entre ellos, algunos observan detenidamente unos párrafos que describen el liderazgo de un grupo económico que llega al poder proveniente de la ciudad de Nueva York. Muchas de las características que ofrece sobre esta presidencia se asocian con elementos del pasado gobierno de Donald Trump. Esta vidente confesamente cristiana, quien también cuenta en su haber con profecías fallidas, pero cuyos libros se continúan vendiendo, despierta curiosidad e inquietud y aún arrastra fervientes seguidores.

Jeane L. Dixon fue la astróloga de cabecera de la alta sociedad estadounidense durante muchos años, aunque su fama se debe sobre todo a la más espectacular y mediática de todas sus predicciones. Nacida en Medford (Wisconsin) en el seno de una familia de inmigrantes alemanes, nuestra protagonista se crió en California, donde, según su propio testimonio, una gitana predijo que aquella niña se convertiría en una astróloga muy célebre que asesoraría a algunas de las personas más poderosas del mundo.

La profecía de Kennedy

Contrajo matrimonio en 1939 con un empresario del mundo del automóvil con quien trabajó durante muchos años mientras, poco a poco, se forjaba una reputación como psíquica leyendo el futuro a políticos y autoridades varias durante la Segunda Guerra Mundial. Siempre según su testimonio, Dixon visitó la Casa Blanca en dos ocasiones a petición de Franklin Delano Roosevelt para asesorarle. En 1956 concedió una entrevista a Parade Magazine, en la que auguraba que un presidente demócrata llegaría a la Casa Blanca en 1960 y que moriría durante su mandato.

El magnicidio de Kennedy le brindó mucha popularidad a Jeane Dixon
El magnicidio de Kennedy le brindó mucha popularidad a Jeane Dixon

Según Dixon, aclaró al entrevistador que moriría asesinado, pero el periodista decidió no publicar ese dato. El magnicidio de John Fitzgerald Kennedy en 1963 le brindó una enorme popularidad y propició la publicación de un libro escrito por la reportera Ruth Montgomery, titulado La bola de cristal. La fenomenal Jeane Dixon, en el que se recogían muchas de las presuntas profecías acertadas que, según Dixon y la citada periodista, se habían hecho realidad. El libro vendió hasta tres millones de copias y convirtió a Dixon en una auténtica celebridad. Entretanto, en los ratos libres que su dedicación al negocio inmobiliario le otorgaba, escribía el horóscopo para una publicación de tirada nacional, logrando cada vez más y más lectores.

No fue la única de sus profecías que se confirmaron: hubo otras muy menores, relativas a la vida privada de celebridades como Alec Baldwin, Sissy Spacek o Ellen DeGeneres. También predijo que el Muro de Berlín sería desmantelado y vendido en pequeños trozos como souvenirs turísticos, aunque en contrapartida también llegó a asegurar que la Tercera Guerra Mundial estallaría en 1958 en China y que los soviéticos lograrían hollar la Luna antes que nadie. A pesar de sus sombras, tuvo seguidores tan ilustres como Richard Nixon y los Reagan, muy especialmente Nancy, una entusiasta de lo esotérico, que acabó decantándose por las profecías de Dixon en detrimento de las de Joan Quigley, su otra astróloga de cabecera, que quedaría relegada al final a un segundo plano.

Obsesión astrológica

Escribió libros de toda índole convertidos en best sellers, desde un horóscopo para perros hasta un volumen de recetas astrológicas, pasando naturalmente por su exitosa autobiografía. Jeane L. Dixon falleció víctima de un infarto en Washington en 1997, aunque después de muerta siguió dando que hablar. Por ejemplo, se convirtió en la inspiración del matemático John Allen Paulos, de la Temple University (Philadelphia), para formular un principio científico. Lo bautizó Efecto Jeane Dixon y se basa en la tendencia, muy común entre adivinos y parapsicólogos, de dar mayor relevancia a las profecías supuestamente verídicas de un astrólogo con el fin de tapar por completo sus patinazos, mucho mayores y abundantes en número.

Jeane Dixon
Jeane Dixon

El «anuncio» de la muerte de Kennedy fue sin duda el mejor aval de los presuntos poderes psíquicos de Dixon, pero la realidad es que, al igual que todos los profetas que en el mundo han sido, el número de augurios incumplidos fue en su caso sensiblemente mayor que el de los que sí se cumplieron. Con todo, Dixon está considerada como una de las grandes adivinas del siglo XX, al menos a juzgar por la excepcional dimensión mediática del personaje.

El mandatario que presidió EE UU de 1901 a 1909, Theodore Roosevelt, revisaba constantemente la carta astral de su día de nacimiento (27 de octubre de 1858), que había pegado en la cara posterior del tablero de ajedrez que tenía en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Él mismo confesó que prestaba especial atención a su Luna en casa siete en oposición a Marte.

El horóscopo es una representación esquemática del estado del cielo, en un lugar y un momento dados, según se ve desde la Tierra (o, mejor dicho, según se vería, incluyendo los cuerpos celestes, si no fuese por la luz solar). A lo largo del año, el Sol recorre un camino circular llamado eclíptica, en el que va pasando por las distintas constelaciones zodiacales (grupos de estrellas que dan lugar a los signos: Aries, Tauro, Cáncer...). Tarda un mes en atravesar cada una. El signo astrológico de una persona viene determinado por la constelación en la que se encontraba el Sol, dentro de ese teórico recorrido, el día del nacimiento. El ascendente, que según los astrólogos tiene una enorme influencia, lo marca la constelación que aparece por el este en el momento exacto del nacimiento (señalado con hora y minutos). Debido a la rotación de la Tierra, en un plazo de 24 horas pasan por un sitio concreto todas las constelaciones (a razón de dos horas cada una).

Además de marcar la posición del Sol, en la carta astral también se señala dónde se encuentra la Luna, los distintos planetas y algún objeto celeste de menor importancia. La posición de todos estos cuerpos determina la influencia que ejercen, ya que cada uno tiene sus características específicas y su poder. El zodiaco se divide en doce casas distintas, como si fueran gajos, con ángulos de 30 grados. Cada casa representa un área de la vida (salud, familia...). Por eso, el hecho de que un astro se encuentre en una determinada casa produce unos efectos concretos.

Teodore Roosevelt
Teodore Roosevelt

Contactos con los espíritus

No solamente los Reagan, sino también anteriores presidentes estadounidenses y sus primeras damas han tenido una gran afición por la astrología y han confiado en ella. Edith Wilson y Florence Harding, esposas respectivas de los mandatarios Woodrow Wilson (1913-1921) y Warren Harding (1921-1923), consultaban a la misma astróloga en Washington, Madame Marcia Champney.

La primera se convirtió en la segunda esposa de Woodrow Wilson. Fue Champney quien auguró que en 1909 Edith terminaría en la Casa Blanca. Cuando el presidente padeció un derrame cerebral en 1919, ella se ocupó de todos los asuntos de Estado hasta 1921. Más tarde, Champney predijo en 1920 que Harding ganaría las elecciones y se convertiría en presidente de EE UU, pero que le costaría la vida. Y así fue, murió tres años más tarde víctima de un paro cardíaco. A pesar de este ominoso pronóstico, Florence prometió que si su marido ganaba, convertiría a Madame Champney en la astróloga oficial de la Casa Blanca.

«Quizás ninguna Primera Dama era más experta en toda la gama de lo oculto y creía más profundamente en los misteriosos poderes del mundo sobrenatural que Florence Harding», se recoge en la Biblioteca Nacional de las Primeras Damas. De hecho, en la víspera de la defunción de su marido, se fue a la cama con una sensación confusa. Se despertó con los repartidores de periódicos que difundían la noticia de la muerte del presidente.

Muchas otras Primeras Damas mostraron un inusitado interés por el espiritismo y los fenómenos paranormales. Jane Pierce, esposa de Franklin Pierce (1853-1857), y Mary Todd Lincoln (mujer de Abraham Lincoln) realizaron sesiones para contactar con el más allá con la finalidad de comunicarse con sus hijos muertos. Y también se dice que hace pocos años, Hillary Clinton llegó a comunicarse con Eleanor Roosevelt, muerta hace mucho tiempo. En el libro de 1996 The Choice: How Bill Clinton Won, el autor Bob Woodward escribió que la ex Primera Dama contactó además con Mahatma Gandhi durante el mandato de su esposo (1993-2001). Esta lista también podría incluir a Grace Coolidge (Calvin Coolidge 1923-1929) o Lady Bird Johnson (Lyndon B. Johnson 1963-1969), quienes afirmaron haber visto el fantasma de Lincoln o sentido su presencia durante sus años en la Casa Blanca, aunque no llevaban incorporados de serie astrólogos ni médiums.

El caso de Julia Tyler resulta curioso. Treinta años menor que John Tyler, dio el sí quiero al décimo presidente de EE UU en 1844. Más allá de las reuniones sociales y la política, Julia afirmaba estar dotada de una percepción extrasensorial y se hizo amiga de los médiums locales. Era conocida por provocar la levitación objetos y convocar espíritus. En 1862 tuvo una visión de su esposo ahogándose y muriendo. Dos días después el mandatario que rigió el país de 1841 a 1845 falleció de la forma que había imaginado.

Nixon haciendo campaña en Pensilvania en 1968
Nixon haciendo campaña en Pensilvania en 1968

Lecturas psíquicas

Por su parte, el vicepresidente Henry Wallace durante el mandato de Franklin Delano Roosevelt entre 1941 y 1945 era astrólogo aficionado. Se le conocía en la prensa por ser un seguidor acérrimo de los horóscopos. En la década de 1940, un artículo del periódico The Washington Post señaló que Wallace se mostraba «observador de estrellas de muchos cultos». Precisamente, es sabido que Eleanor Roosevelt (esposa de este último presidente) consultaba a la famosa lectora de manos de Indianápolis, Nellie Meier. Y que Jacqueline Kennedy Onassis (John Fitzgerald Kennedy 1961-1963) era aficionada a las lecturas con runas celtas y con el I Ching. Por su parte, Mamie Eisenhower (mujer de Dwight D. Eisenhower 1953-1961) leía las hojas de té cuando vivía en Manila (Filipinas), prediciendo que su esposo alcanzaría la gloria. Mientras, la esposa del presidente William McKinley (1897-1901) era una ferviente lectora de las revistas astrológicas de su época.

Ya en los orígenes de EE UU como nación, dos de sus padres fundadores, Thomas Jefferson y John Adams, contaron con el apoyo y asesoramiento de otro compañero del cónclave, el político, inventor, científico y astrólogo Benjamin Franklin (1706-1790), quien influyó, entre otros acontecimientos de primordial importancia, en la Declaración de Independencia. Desde 1732 hasta 1758 escribió y publicó, bajo seudónimo, Poor Richard´s Almanac, un anuario que contenía consejos de todo tipo, pero con un gran contenido sobre astrología. En ellos decía: «Oh, el maravilloso conocimiento que se puede encontrar en las estrellas. Incluso la más pequeña de las cosas está escrito en ellas… si tienes la suficiente habilidad para leerlas».

Dolley Madison, esposa de James Madison, el cuarto presidente de EE UU (1809-1817), era una ferviente admiradora de las lecturas psíquicas. El 1 de agosto de 1833 escribió una carta a su sobrina Mary Cutts que decía: «Que tu fortuna, querida Mary, sea incluso mejor que las predicciones de la sibila. Sin embargo, hay un secreto que no te contó, y es el poder que todos tenemos para formar nuestros propios destinos».

François Mitterrand
François Mitterrand

El sorprendente caso de Mitterrand

Si en EE UU fueron varios los presidentes que se relacionaron con videntes y astrólogos, en Francia es de sobra conocido el caso de François Mitterrand, que presidió el Gobierno de la República de Francia entre 1981 y 1995. Murió de cáncer de páncreas en 1996 a los 80 años de edad, no sin antes intentar toda clase de fórmulas curativas a su dolencia, incluidas terapias alternativas y brujos y curanderos que hizo viajar a Francia desde África. Pocos meses antes de su muerte aseguró: «Creo en las fuerzas del espíritu». Mitterrand, cuyo ímpetu sexual era conocido entre sus guardaespaldas y colaboradores más cercanos, podía visitar a tres mujeres diferentes en una noche, a pesar de que cuando llegó a la presidencia no era ningún jovenzuelo, sino que peinaba 65 años. Siempre dispuesto a rodearse de bellezas, una de esas mujeres a las que solía ver se llama Elizabeth Teissier, una exmiss Francia y actriz que se hizo conocida sobre todo por sus predicciones astrológicas. Mucho se ha especulado sobre la clase de relación que mantenían la astróloga y el entonces presidente, aunque esta siempre ha negado cualquier tipo de vínculo sentimental o sexual. De lo que no caben dudas es de que Teissier se convirtió durante años en la astróloga de confianza de Mitterrand, circunstancia que han reconocido personas muy próximas al mandatario fallecido. Teissier ya había confesado parte de sus secretos en su autobiografía, pero en el año 2000 decidió ir un paso más allá al facilitar a la revista Le Vrai Papier Journal las grabaciones de sonido de algunas de las conversaciones entre ambos, en las que claramente Mitterrand le pregunta a Teissier, en su calidad de astróloga, sobre cuestiones de política nacional e internacional. En uno de los registros sonoros se escucha cómo el presidente de la República Francesa consulta a la astróloga sobre «cuál de los próximos días es el más indicado para lanzar el ataque contra Irak», ante la inminencia de la I Guerra del Golfo. Además, también le pide que ofrezca la fecha ideal para convocar el referéndum que debía decidir la adhesión de Francia al Tratado de Maastricht. Después incluso la consulta respecto a cuestiones como la popularidad de su Gobierno en ese momento o la elección de algunos de sus colaboradores. En otra de las conversaciones grabadas por Teissier, Mitterrand la inquiere sobre las fechas más adecuadas para ofrecer declaraciones públicas: «Usted me dijo que había días en los que era mejor no hablar y otros en los que valía la pena. Dígame, ¿quiere decirme cuál es el mejor día para que hable?». Según la astróloga, Mitterrand le preguntaba a menudo sobre Mazarine, entonces su hija secreta y hoy reconocida, e incluso le pidió que elaborara los horóscopos del líder iraquí Saddam Hussein, del presidente de EE UU George Bush y de muchos otros líderes mundiales del momento. A menudo le han preguntado a Teissier cómo consiguió ganarse la confianza del mandatario, y siempre responde lo mismo: que el punto de inflexión ocurrió cuando le anunció, a principios de 1989, que la luna llena del 10 de noviembre marcaría el inicio del fin de comunismo. El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de ese mismo año

 

Javier Ramos es autor de Historia oculta de EE UU (Edaf, 2022), una obra en la que da buena cuenta de aspectos desconocidos o poco divulgados respecto a la primera potencia mundial. Por las páginas del libro deambulan conspiraciones, tramas políticas, curiosidades, anécdotas y personajes como John Fitzgerald Kennedy, Al Capone o John Lennon.

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