Encuentran las momias de seis niños sacrificados en Perú
Arqueólogos encuentran en la en la antigua ciudad preincaica de Cajamarquilla, a unos 24 Km de Lima (Perú) las momias de seis niños sacrificados
Situado en lo que fue un fértil valle situado en la principal ruta comercial entre el Altiplano de los Andes y las comunidades de la costa del Pacífico, se erige la antigua ciudad preincaica de Cajamarquilla, un importante centro cultural, religioso y –como digo– comercial que albergó en su esplendor hasta 15.000 personas.
Arqueólogos peruanos han descubierto recientemente en esta ciudad construida en el primer milenio de nuestra era, los restos de seis niños momificados, que habían sido víctimas de sacrificios humanos en algún momento entre los años 1.000 y 1.200 de nuestra era.
Las momias de los infantes habían sido sepultadas cerca de los restos de un aristócrata o, por lo menos, un hombre adinerado, para acompañarle en su viaje al más allá
La momia del adulto, de unos veinte años de edad, fue descubierta en noviembre del pasado año 2021. Estaba atado con una cuerda y tenía las manos cubriendo su rostro. Los pequeños esqueletos de los niños han aparecido colocados en diferentes lugares dentro de la tumba, envueltos en tela, imitando la momificación del adulto, aunque sin ataduras adicionales. Los arqueólogos dedujeron que estaban conectados con él porque sus cuerpos se hallaban cerca y estudios posteriores han revelado que no murieron por causas naturales, sino sacrificados para morar eternamente junto al cacique, aristócrata o persona importante a la que se destinó la tumba.
En declaraciones a la agencia de noticias AFP, el arqueólogo de la Universidad Nacional Mayor San Marcos (y líder de excavación de Cajamarquilla) Pieter Van Dalen, para los Wari, que fue el pueblo que erigió la llamada Ciudad Muerta de Cajamarquilla, "La muerte no fue un final sino un comienzo, una transición a un mundo paralelo".
Lejos de lo que se mantenía hasta ahora, los sacrificios de niños fueron un ritual habitual en el Antiguo Perú
En 2018, los arqueólogos anunciaron el hallazgo del mayor sacrificio de niños de la América prehispánica, en concreto, 137 menores. Y, a tan sólo dos kilómetros del yacimiento se hallaron otros 227 niños con un gran corte en el pecho que fracturó el esternón y las costillas lo que evidencia la práctica generalizada de sacrificios humanos.
Se explica porque, según Van Dalen, "Las sociedades andinas creían que después de morir, las personas no desaparecían". La muerte no era un evento trágico para llorar, sino una aventura para emprender con entusiasmo. Con todo, había dos tipos de sacrificios, los que tenía por objeto calmar a los dioses ante inundaciones, por ejemplo, y las que se sacrificaban en honor de una persona para acompañarlo en su camino por el inframundo.
Así, si una persona era considerada lo suficientemente digna, la comunidad quería asegurarse que no tuviera que hacer esa transición en solitario. Ese es el caso de este reciente hallazgo.
Los experton creen que los niños pudieron ser parientes cercanos del noble ya que el individuo tenía solo 20 años en el momento de la muerte y, por consiguiente, no todos podrían haber sido sus hijos. Eso plantea la posibilidad de que fueran hermanos o primos, aunque dos de ellos podrían ser hijos a tenor de los primeros datos genéticos.
Los niños fueron colocados en la entrada de la tumba para que pudieran acompañar al difunto en el camino de los muertos Según el blog de Ancient Origins, la cultura Wari no consideraba víctimas a las personas muertas en los rituales de sacrificio humano sino como almas afortunadas cuyo ascenso a otros reinos había comenzado antes de lo esperado.
Además de los niños, el equipo de Van Dalen descubrió los restos de otros siete adultos, ninguno de los cuales había sido momificado. No se sabe si también fueron sacrificados para acompañar al aristócrata al más allá, o si murieron de otra forma y simplemente fueron enterrados en la misma tumba.
En la cámara funeraria, junto a vasijas de cerámica, calabazas decoradas y diversos tejidos, también se desenterraron huesos que pertenecían a animales: llamas, un perro de los andes y los de un conejillo de indias andino.
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