"Creo que las cuevas prehistóricas eran puertas de acceso a otros mundos", Mariano F. Urresti
El historiador y escritor Mariano Fernández Urresti publica 'La pintora de bisontes rojos' (Almuzara, 2021), una novela histórica, de aventuras y misterio desarrollada en dos tiempos entre el Paleolítico y el presente. Una forma amena y emocionante de profundizar en algunos de los grandes enigmas de la Prehistoria.
PREGUNTA: ¿Qué misterios plantea el arte rupestre? ¿Qué significan las formas geométricas que se repiten en distintas cuevas?
RESPUESTA: Creo que se trata de uno de los mayores enigmas de la historia de la Humanidad que aún está por resolver. El arte parietal paleolítico salpica toda Europa, desde los Urales hasta el sur de la península ibérica y también otras regiones del mundo, y se prolongó durante más de 30.000 años. Si pensamos que el cristianismo tiene 2.000 años, comprendemos la magnitud de la incógnita que este arte plantea. No sabemos cuál era el propósito ni su significado, pero sí que las cuevas donde lo podemos admirar provocan en nosotros un estremecimiento que araña lo más profundo de nuestro ser. Respecto a las formas geométricas, que en número superan a las representaciones de animales, existen todo tipo de especulaciones. Me seduce la que propone la paleoantropóloga Genevieve von Petzinger, que afirma que se trataría de una forma de comunicación gráfica.
En mi opinión, los chamanes prehistóricos fueron los autores de estas pinturas
P: ¿Cuál fue la influencia de los chamanes en la realización de estas pinturas?
R: En mi opinión, y así lo planteo en mi novela La pintora de bisontes rojos, fue decisiva; hasta el punto de que veo en ellos, en los hombres y mujeres que cumplían la función de bisagra entre el mundo que consideramos real y el de los espíritus, a los autores de esas pinturas. Aventuro en mi libro que se realizaban esas pinturas en estados alterados de conciencia.
P: ¿Están vinculados con el hecho de que haya espacios sin pintar en las cuevas?
R: Sí, en efecto. Hay lugares donde se pinta una y otra vez, como en el Salón Negro de la cueva de Niaux, en el Santuario y la Capilla de la Leona de Trois-Frères o en el techo de la cueva de Rouffignac. O en el techo de los polícromos de Altamira. O en el panel de las manos de la cueva de El Castillo, en Puente Viesgo (40 de las 70 manos que hay pintadas en la cueva están en el mismo panel). En cambio, en otros muchos lugares de las cuevas, las paredes no fueron pintadas a pesar de ser mucho más accesibles.
P: ¿Cuáles son las figuras más extrañas que se han representado?
R: En el arte paleolítico hay tres tipos de representaciones: animales, signos geométricos y representaciones humanas. Entre los primeros, se representa un bestiario muy diverso pero con preferencia hacia los herbívoros de gran tamaño. El caballo es el más representado, seguido por el bisonte, las cabras, los mamuts, los ciervos… La cueva de Chauvet es un caso singular, porque en ella más del 60% de los animales son rinocerontes, felinos, mamuts y osos. También Rouffignac destaca por una extraña abundancia de mamuts. Y se conocen escenas curiosas como la de humanos en dificultades (por ejemplo, un hombre herido frente a un bisonte en Lascaux) O la escena del Pozo de Lascaux, donde aparece un hombre tumbado o tal vez muerto provisto de una máscara que representa a un pájaro y con el miembro viril erecto.
Pilar Fatás, actual directora del Museo y Centro de Investigación de Altamira, me dijo que los capítulos dedicados al paleolítico son tan fidedignos, que bien pudiera describir la realidad de lo sucedido hace 16.000 años en Altamira
P: ¿Es posible encontrar figuras mixtas?
R: Sí, y son sumamente interesantes para la teoría que planteo en mi novela. Por ejemplo, el llamado Hombre-Bisonte de El Castillo, o los hechiceros de Les Trois-Frères. O incluso las llamadas "Máscaras" o "Fantasmas" de la galería final de Altamira, que son unas rocas con formas antropomorfas cuyos rasgos el artista paleolítico subrayó con hábiles trazos de pintura.
P: ¿Qué sensaciones desprenden estos lugares? ¿El ambiente era sugestivo buscando algún efecto?
R: Resulta evidente que la teoría del arte por el arte que se popularizó durante un tiempo para explicar estas pinturas no tiene sentido, puesto que muchas de ellas se encuentran en lugares prácticamente inaccesibles, no en la zona de habitación del clan, que sería lo lógico si se pretendía simplemente "adornar". Para llegar a algunos de esos buches dentro de las cuevas hay que agacharse y en ocasiones reptar. De modo que se iba a pintar a ese lugar y se desestimaban otros por alguna razón. Yo creo que eran las "puertas" de acceso a otros mundos que el chamán creía encontrar en las cuevas y en mi novela detallo esa teoría.
P: ¿Qué pueden encontrar los lectores de Espacio Misterio en La pintora de bisontes rojos?
R: Una novela histórica; una novela de aventuras; una novela de misterio y asesinatos rituales… Pero, sobre todo, una novela emocionante y muy documentada. Pilar Fatás, actual directora del Museo y Centro de Investigación de Altamira, leyó el manuscrito antes de su publicación y me sorprendió con la afirmación de que los capítulos dedicados al paleolítico son tan fidedignos en sus descripciones, que bien pudiera describir la realidad de lo sucedido hace 16.000 años en el país de Altamira. Y digo los capítulos que se desarrollan en el paleolítico porque se alterna la narración en dos tiempos, ya que esta novela es la historia de dos mujeres, Aia y Miren, separadas por 16.000 años pero unidas por los bisontes pintados en Altamira.
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