Una conspiración para hacer desaparecer una isla

Existen zonas en el mar conocidas como “hoyos de dona”; territorio considerado como agua internacional, rodeado de zonas marítimas económicas exclusivas. En 1978, Estados Unidos y México establecieron formalmente sus límites marinos, pero un hoyo de dona rico en yacimientos petroleros (estimados en 276 mil millones de dólares) se volvió tema de disputa. México tenía una forma de reclamarlo como territorio nacional: hallar una isla venida a menos que se mencionaba en mapas por todo el mundo. ¿El problema? Cuando su hallazgo se volvió la prioridad número uno del país, la isla desapareció.

El cosmógrafo español Alonso de Santa Cruz menciona por primera vez a la isla Bermeja en 1560

Alonso de Santacruz

La isla se conoció como Bermeja por el color de sus aguas. Se le mencionó por primera vez alrededor de 1560 en el Islario General del cosmógrafo español Alonso de Santa Cruz. Desde entonces todo tipo de documentos y mapas la ubicaban cerca de Yucatán, pero a distintas coordenadas. Las más usadas en 22°33’ norte y 91°22’ oeste. Aseguraban que era baja y los barcos podrían encallar, pero incluso hay un texto que cuenta que era alta y con grandes barrancas. Desde el siglo XVI, se había convertido en una isla de la que todos hablaban, pero nadie había visto.

Con la isla perdida, la primera alarma sonó cuando el diputado José Ángel Conchello (del Partido Acción Nacional, PAN), dio a conocer en marzo de 1996 que cuatro compañías estadounidenses habían iniciado la perforación de un pozo petrolero en aquel hoyo. Por órdenes del presidente Zedillo (del Partido Revolucionario Institucional, PRI) la Secretaria de Marina llevó una sigilosa misión de búsqueda con la tarea de certificar la existencia de Bermeja. Cuando la misión volvió a tierra concluyó que dicha isla no existía y publicó los resultados.

El mapa de Santa Cruz donde se ve isla Bermeja

Las sospechas saltaron cuando el diputado Conchello notó que el informe se había escrito con lápiz (de modo muy informal) y que los aparatos usados eran insuficientes para hacer el registro. Al mismo tiempo un académico de la Universidad Nacional Autónoma de México aseguraba que la isla podría haberse destruido con una bomba y un rumor decía que el presidente había sido sobornado por Estados Unidos para permitir la creación del hoyo de dona.

Conchello anunció a los medios que inició una investigación histórica y cartográfica de la isla, pero como si fuese novela negra, el 4 de agosto de 1998, a la altura del km 46 en la carretera México Querétaro, un tráiler invadió la pista y chocó de frente con su automóvil. Mientras Conchello había fallecido, el conductor del trailer salía ileso. Cuando sus colegas fueron a su casa por la supuesta investigación, no hallaron absolutamente nada.

La historia volvería a estar en el panorama nacional 10 años después durante el gobierno de Felipe Calderón (del PAN) cuando el buque Justo Sierra, zarpó para buscar la mítica isla con todo tipo de académicos, autoridades e incluso cámaras de televisión. La hipótesis era que se había hundido por el aumento del mar o la posibilidad de que fuese dinamitada. El resultado final se entregó el 23 de junio de 2009.

Los escépticos postulan que la isla apareció en los mapas españoles como una trampa para extranjeros y piratas

El buque Justo Sierra de la UNAM

Aquella habría sido una de las grandes historias conspiranóicas del nuevo mundo. Su historia inspiró artículos, documentales e incluso dio pie a la publicación del libro “El Atlas Fantasma” de Edward Brooke-Hitching. No había datos científicos que comprobaran la existencia de una isla ahí. La teoría escéptica asegura que isla apareció repentinamente en los mapas españoles como una trampa para que extranjeros y piratas no rondaran por las aguas del imperio. Una trampa que provocó un escándalo en pleno siglo XX y que aún hoy se barajea la posibilidad de ser parte de una conspiración por el control petrolero del Golfo de México.