Los fantasmas del hotel Bolívar
Los fantasmas del hotel Bolívar, en el centro de la capital del Perú, no son cosa de broma. Los trabajadores de este impresionante hotel aseguran que está lleno de espectros, y que además los han visto.
En uno de los laterales de la plaza de San Martín, en el centro de Lima, se encuentra el hotel Bolívar, cargado de historia. Por sus cinco plantas han pasado personajes célebres de todos los tiempos como Mario Moreno «Cantinflas», Ava Gardner o los Rolling Keith Richards y Ron Wood. Pero fue hace años. Hoy es una sombra, porque en otro tiempo fue el lugar más glamuroso de esta parte de América, donde damas de la alta sociedad, grandes gobernantes, actores y actrices de renombre internacional, pasearon por sus largos pasillos, bailaron en sus amplios salones… y algunos murieron en sus oscuras habitaciones.
Son varias las ocasiones en las que he visitado el lugar, que empezó a perder el lustre de antaño cuando en la década de los ochenta del pasado siglo los terroristas del grupo de inspiración maoista «Sendero Luminoso» sembraron el terror en todo el país. A pesar de aquello, o de los «pirañitas», los muchachos que en bandadas acosaban al turista y lo dejaban prácticamente desnudo en cuestión de segundos, el «Bolívar» logró sobrevivir, cayendo, eso sí, en una deliciosa decadencia que hoy lo convierte en uno de los hoteles con más encanto y encantados del planeta.
Años atrás tuvo otro nombre. Se llamaba Ayacucho, cuya traducción del quechua es «rincón de los muertos». Hoy, el edificio suele estar casi vacío. Sus últimas plantas han sido clausuradas; sus regentes afirman que la poca afluencia de turistas hace que mantenerlas abiertas sea un gasto innecesario.
Pasear por estos pasillos, que de un extremo a otro superan los cien metros, es acceder a otro tiempo. Las puertas permanecen abiertas de par en par y la polilla, las arañas y el polvo han tomado las estancias. Cuentan los mozos maleteros que prefieren mantener el anonimato que «aquí se habla de la historia de la famosa "gringa", una clienta norteamericana que se suicidó arrojándose desde una ventana de la habitación 666. Son muchos los que piensan que su presencia sigue allí. No en vano algunos compañeros del hotel aseguran haberla visto caminando por estos pasillos de madrugada».
Mario Sanz, empleado del hotel ya entrado en años, aseguró que «en una ocasión el jefe de seguridad vio a un empleado caminando por esta planta. Al preguntarle su nombre e informarse posteriormente de quién era quedó aterrorizado: se trataba de un antiguo empleado que trabajó en el hotel en los años cuarenta del pasado siglo, muerto tiempo atrás pero aparecido recientemente en forma de fantasma.
Entrar en el hotel Bolívar es montar en la máquina del tiempo. Porque aquí hace años que se paró y con él todos los que contribuyeron que la leyenda del hotel maldito se pusiera en marcha…
Comentarios
Nos interesa tu opinión