ECM: la investigación definitiva
Durante varios años, un equipo de investigadores estudiaron y documentaron exhaustivamente aquellos casos de Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) en los que sus protagonistas salieron de su cuerpo y fueron capaces de describir objetos y circunstancias alejados de su carcasa física. El resultado es un trabajo titulado "El yo no muere", que lo cambia todo...
Uno de los últimos casos de experiencias cercanas a la muerte (ECM) que recopilé es el protagonizado por Blanca Rodríguez, una vecina de Vigo que tuvo que someterse a una operación para extraerle el útero. En cierto momento de la intervención, se encontró avanzando a toda velocidad por un túnel de luz hasta que se fundió con «una luminosidad de una belleza sin igual». Allí se encontró a un ser «que era como una luz blanca», aunque intuía que se trataba de un hombre con barba. Nuestra protagonista experimentó un repaso de su vida terrenal –una característica típica de las ECM– y, de repente, se encontró sobre una casa de campo de su propiedad en O Rosal (Pontevedra). Curioseó por el interior de la vivienda y luego se vio de nuevo ante ese ser espiritual. «Me encontraba maravillosamente bien allí –me explicaba–, pero quería regresar a la Tierra porque pensaba en el sufrimiento que mi muerte iba a causarles a mi marido y a la familia. Esa entidad de luz se negaba, me decía que no podía ser, pero al final sentí claramente cómo entraba en mi cuerpo».
Blanca está convencida de que durante la operación sufrió una parada cardiorrespiratoria y, en esos instantes, no solo estuvo en el «otro lado», sino que visitó su casa de O Rosal. Sin embargo, al igual que en otros tantos casos similares, no existe ninguna prueba que respalde tal percepción. Por eso, el psicólogo Titus Rivas, la investigadora Anny Dirven y el periodista Rudolf H. Smit se embarcaron durante años en un ambicioso proyecto: recopilar e investigar de primera mano aquellos casos de ECM en los que los protagonistas de tales experiencias salieron de su cuerpo y fueron capaces de describir percepciones concretas que no podían conocer de ninguna manera, y que luego fueron verificadas por terceras personas. Son, en definitiva, aquellos casos que constituyen una evidencia de que durante la ECM, la conciencia de los protagonistas de tales eventos efectivamente se desprende del cuerpo y, por lo tanto, estas experiencias no son alucinaciones.
Evidencias concluyentes
Uno de los casos más sorprendentes de El yo no muere (la publicación surgida de la investigación de Titus Rivas, Anny Dirven y Rudolf H. Smit) lo recopiló Norma Bowe, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Kean (EE UU). Durante algunos años había trabajado de enfermera en el Servicio de Urgencias de un hospital, y una noche atendió a una mujer que se encontraba en estado de coma. Permaneció así varias semanas, e incluso sufrió un paro cardíaco del que tuvo que ser recuperada por los médicos. Cuando salió del coma, dijo a Bowe y al resto del equipo médico que durante su paro cardíaco había salido de su cuerpo y contemplado la habitación desde cierta altura, hasta el punto de observar y memorizar el número de serie del respirador al que estaba conectada. Dicha cifra se encontraba en la parte superior de la máquina, a 1,80 metros de altura. La mujer dio los doce dígitos de los que constaba el número de serie, así que algunos profesionales de la salud que la atendían, entre ellos Norma Bowe, anotaron la cifra. Pero ni siquiera se molestaron en comprobarla porque lo consideraron imposible. Solo cuando el especialista decidió que no necesitaba el respirador y se lo llevaron de la habitación, tomaron una escalera y comprobaron que la cifra de doce dígitos era correcta.
Otro incidente sorprendente fue recopilado por el Dr. John Lerma cuando trabajaba como internista en un hospital de San Antonio (EE. UU.). Una noche entró en Urgencias un hombre de 82 años llamado Ricardo en parada cardiorrespiratoria. Lerma consiguió resucitar al paciente, y éste empezó a narrar una ECM típica, hasta que, de repente, sufrió otro paro cardíaco. Esta vez los electroshocks no funcionaron y Lerma tuvo que administrarle una inyección de epinefrina en el corazón, que enseguida surtió efecto. Al día siguiente, el médico visitó a todos sus pacientes, incluido Ricardo, que le contó su ECM. Pero añadió que cuando se vio fuera de su cuerpo, flotando sobre la sala de Urgencias, observó una moneda de 25 centavos de dólar del año 1985, que estaba en la esquina derecha del monitor cardíaco, el cual estaba situado a casi dos metros y medio de altura. Ni corto ni perezoso, Lerma se llevó una escalera a la sala de Urgencias y comprobó que era cierto. ¡Allí está la moneda de 25 centavos del año 1985!
Comentarios
Nos interesa tu opinión