Cuando los sonámbulos matan
Los casos de personas que han cometido un asesinato estando sonámbulas se cuentan por decenas. Félix Ruiz Herrera rescata en su libro 'Escritos de un investigador de sofá' (Guante Blanco) estas y otras historias de lo más extrañas
Existen casos de personas que han cometido crímenes durante el sonambulismo. Algunos de ellos han tenido repercusiones legales evidentes, y han sido estudiados, sentando las bases de una realidad insólita que se presenta cada cierto tiempo. Como el de Kenneth Parks, ocurrido en 1987. En ese momento, el australiano de 23 años estaba felizmente casado y tenía una hija. Tenía graves problemas de adicción al juego, que le habían hecho contraer cuantiosas deudas que no podía pagar. El 24 de mayo se subió a su coche y condujo desde Pickering, Ontario, hasta Scarborough. Esas dos localidades estaban a unos 23 kilómetros de distancia, y el destino de ese trayecto era la casa de sus suegros.
'Creo que he matado a alguien… con mis propias manos', declaró Parks a la policía al despertar
Al llegar, cogió una herramienta del coche, entró en la casa y asesinó a su suegra, hiriendo por el camino a su suegro. Esto ocurrió mientras estaba dormido, o eso adujo él en todas sus declaraciones y el posterior juicio. Durante el camino de regreso a su hogar, despertó y vio sus manos manchadas de sangre. Acto seguido condujo hasta una comisaría y declaró textualmente: «creo que he matado a alguien… con mis propias manos».
Los indicios apuntaban a que el móvil del crimen eran precisamente las deudas contraídas y la búsqueda de algún tipo de seguro vital con el que saldarlas. En un primer momento, se pidió para él una cadena perpetua y fue sujeto de pruebas psiquiátricas cuando esgrimió la hipótesis del sonambulismo. La encefalografía y la medición de las ondas de sueño a la que fue sometido reflejaron que sus ciclos de sueño cambiaban de manera rápida y brusca, encontrándose alteraciones compatibles con episodios de sonambulismos como el descrito. De una forma compleja, quizá hubiese sido capaz de conducir toda aquella distancia hasta casa de sus suegros, asesinarlos y volver al coche, todo mientras permanecía dormido.
La Corte falló el caso de Kenneth Parks aludiendo a que los sonámbulos no son culpables de sus actos, aunque sean asesinatos sangrientos
Al ser considerado una persona cuerda, y puestas todas las pruebas ante el jurado ―declarándose inocente de los asesinatos, pero culpable por fraude de una cantidad aproximada de 30.000 dólares, al parecer estafados a su jefe y su propia familia para cubrir deudas de juego, deuda que pagó íntegramente con los años―, la Corte Suprema de Canadá dictaminó su inocencia. La Corte falló el caso de Kenneth Parks aludiendo a que los sonámbulos no son culpables de sus actos, aunque sean asesinatos sangrientos, por lo cual fue absuelto en 1989. Pese a los repetidos intentos de la acusación por demostrar que todo el episodio de sonambulismo era una invención del acusado, que habría sido consciente en todo momento de lo que había hecho, su caso pasó a los archivos como una rareza judicial y médica.
«CREO QUE HE MATADO A MI MUJER MIENTRAS DORMÍA»
Otro de los casos más famosos a los que se suele aludir cuando se habla de la relación entre sonambulismo y asesinato es el del británico Brian Thomas, muy reciente en el tiempo y que entra en cualquier reseña o clasificación de este tipo de crímenes. Los estudios a los que se le sometió en el lapso de un año permitieron probar que era inocente, a pesar de haber sido el autor material del crimen del que se imputó. Pero para conocer los hechos hay que remontarse a 2008, cuando Thomas (59 años) y su mujer Christine (de 57) se encontraban viajando por Gales con una autocaravana. Hicieron ese viaje para celebrar que ella había superado un cáncer recientemente. Se encontraban en la localidad de Aberporth el día en que sus vidas cambiaron dramáticamente.
Según se pudo corroborar por varios de los testigos consultados durante la investigación, el hombre tenía episodios de sonambulismo de cuando en cuando, que afectaban a la calidad del sueño de su pareja, por lo que solían dormir en camas separadas. Además, padecía párkinson, pero había dejado de tomar su medicación. Las circunstancias hicieron que aquella noche de julio durmieran juntos, con un fatal desenlace. Previamente al asesinato, el matrimonio discutió con un grupo de jóvenes que escuchaban música con un volumen muy alto.
No se conocen detalles exactos de cómo se desarrollaron los acontecimientos, pero posteriormente Thomas aseguró que en un primer momento, mientras dormía, sintió ruidos en la caravana. Se incorporó y vio que un joven había entrado y estaba sobre su mujer. Le gritó que se apartara y luego se lanzó contra él. Peleó con él y entonces sus recuerdos se quedaron en blanco. No era capaz de dilucidar qué pasó después. Lo único cierto es que al despertar cayó en la cuenta de que nadie había forzado la entrada de la caravana, por lo que solo él pudo acabar con la vida de su mujer. Su llamada de auxilio a la policía habla por sí sola: «Creo que he matado a mi mujer mientras dormía. Por favor, ayúdenme».
En noviembre de 2009, y tras diez pruebas psiquiátricas y estudios del sueño, Thomas fue declarado inocente en su juicio
Fue justo después cuando el doctor Chris Idzikowski hizo acto de presencia. Como director del Centro del Sueño de Edimburgo, fue llamado para que estudiara el caso de Thomas y dilucidara si había actuado por voluntad propia o todo había sido fruto de su parasomnia. Sus conclusiones sirvieron de base para que el juicio presentara finalmente un resultado favorable para el acusado. Encontró signos evidentes que demostraban que lo que decía Thomas en referencia a su historial médico era cierto. El doctor señaló que siempre era posible que un paciente exagerara su casuística o que la intentara simular, pero su diagnóstico probó que, sin lugar a dudas, Brian Thomas padecía sonambulismo.En noviembre de 2009, y tras diez pruebas psiquiátricas y estudios del sueño, Thomas fue declarado inocente en su juicio. Pero el jurado dio un matiz importante: decidió que durante esos momentos en los que mató a su mujer no contaba con voluntad ni conciencia. Era incapacitado mental, pero únicamente mientras sufría su sonambulismo. Sin embargo, con este y otros casos siempre hay una duda que planea sobre quienes se acercan a ellos, y estriba en cómo era posible que el acusado supiera que había cometido el crimen mientras dormía si precisamente estaba dormido. La complejidad requerida para realizar determinadas acciones puede poner en cuestión la posibilidad de que se trate de eventos totalmente involuntarios. Aunque pueda parecer una cuestión un tanto problemática, genera una duda razonable en diversos investigadores a la hora de dar veracidad a este tipo de acciones.
Entonces, ¿por qué se producen? ¿Alguien puede ser realmente capaz de matar mientras está dormido? Hay algunas claves que podrían ayudar a establecer un marco teórico que apoye esta posibilidad, que a su vez debería volcarse en el ámbito legal, dada la proliferación ―escasa, por suerte― de asesinatos de esta naturaleza. Características tales como la presencia de parasomnias en el historial clínico del individuo como de la familia resultan fundamentales. Igualmente, los episodios de estrés intenso y continuado pueden favorecer la aparición de brotes violentos en este tipo de personas. Precisamente, esto es algo que compartían los protagonistas de los casos sacados a colación en este pequeño muestrario. Curiosamente, la gran mayoría de los casos que han desembocado en sucesos funestos han sido provocados por hombres, detalle que quizá debería estudiarse con mayor atención.
Casos parecidos van apareciendo a cuentagotas en las crónicas de sucesos, médicas o jurídicas
El doctor Michael Cramer Bornemann, del Instituto del Sueño de Minesota, fue quien desarrolló el primer laboratorio forense del sueño del mundo para ayudar en casos como los expuestos. Según esboza, durante el sueño el cerebro tiene diferentes fases de actividad conocidas como movimientos oculares rápidos, MOR, y etapas en la que no existen dichos movimientos, no-MOR. En el sueño MOR, el cerebro paraliza al cuerpo para evitar que «actuemos» como lo hacemos en los ensueños en momentos. En la transición al estado no-MOR, la actividad se reduce, la sinapsis del cerebro inicia un cambio que suele presentarse sin problemas en una persona sin problemas como esta parasomnia del sonambulismo, pero quienes sí lo presentan sufren un fallo que no termina de entenderse. La transición no se efectúa correctamente, por lo que hay ciertos procesos cerebrales que se llevan a cabo de la misma forma que cuando se está despierto. Quizá sea ahí donde se encuentre la raíz del problema, y puede que su posible solución. Mientras tanto, casos parecidos van apareciendo a cuentagotas en las crónicas de sucesos, médicas o jurídicas. Jules Lowe, Scott Falater, William Pollard, Simon Fraser o Antonio Nieto, y así hasta los más de setenta casos de los que se tiene noticia. Son el lado más oscuro de una enfermedad que ha acompañado a la humanidad desde siempre, que ha fascinado a artistas, filósofos, pensadores o científicos y que acecha en el territorio donde se es más vulnerable a cualquier amenaza: en el de los sueños.
Comentarios
Nos interesa tu opinión