¿Es posible viajar en el tiempo?
¿Es posible viajar en el tiempo? ¿Se imaginan poder asistir en primera fila a instantes clave de la historia como el desembarco de Normandía o la caída de Roma a manos de los godos? ¿Imaginan poder viajar al pasado para saber quién fue Cristóbal Colón y su procedencia? Más aún, ¿imaginan pisar la Jerusalén del año 33 d.C.?
De momento es tan sólo eso: imaginación. Aunque hay sucesos lo suficientemente sólidos como para pensar que alguien ya ha viajado en el tiempo anteriormente. Posiblemente de manera inconsciente, pero los hechos que relatan, a veces están tan perfectamente documentados que resulta difícil dudar de la realidad de la experiencia.
Llegados a este punto es interesante destacar que la física teórica ya baraja la existencia de «multiversos», es decir, diferentes universos que interactúan entre ellos, quién sabe si con múltiples formas de vida en tiempos diferentes. Hay más: en el campo de estudio de las diferentes dimensiones en las que habitamos –se supone que 14–, se baraja la posibilidad de que en éstas haya diferentes tiempos de «nosotros mismos», lo que, aunque parezca un absurdo propio de esta disciplina, todo sea dicho, explicaría casos como el de Coleen Buterbaugh, secretaria de la Universidad de Lincoln en Nebraska, que supuestamente fue capaz de viajar al pasado. Y no es el único caso. En agosto de 1901, dos jóvenes maestras, Anne Moberley y Eleanor Frances Jourdain, fascinadas con la figura de María Antonieta, decidieron acercarse al Petit Trianon, la mansión que Luis XVI regaló a su esposa en los jardines de Versalles. Pues bien, cuando se dirigían hasta allí la realidad se fue distorsionando, como si hubiesen atravesado un túnel espacio-temporal. Decidieron emprender camino para llegar hasta el palacio cuando, sorprendidas, observaron que a su alrededor todo era diferente; el paisaje se había transformado, los senderos parecían haber cambiado de lugar, y la gente que se encontraron vestía diferente… Ambas se asustaron y pese a que en un principio explicaron la extraña experiencia aludiendo a una momentánea pérdida de la orientación, al cabo de unos meses decidieron escribir lo vivido.
De este modo Moberley y Jourdain llegaron a la convicción de que, o bien aquel lugar estaba embrujado, o bien habían sufrido una paradoja, atravesando un velo invisible que las llevó al año 1789. La experiencia de ambas vio la luz diez años después en el libro Una aventura, donde, quién sabe si llevadas por el miedo al descrédito, lo firmaron bajo los pseudónimos de Morison y Lamont. Ahora bien, ¿hablamos de viajeras del tiempo?
Las ecuaciones de Srinivasa Ramanujan son la base de la teoría de cuerdas –aceptada por la mayoría de los físicos–, según la cual «convivimos» con otras dimensiones que no podemos ver
Para el director adjunto de Año/Cero Miguel Pedrero, esta segunda opción ayudaría a explicar muchos fenómenos hasta ahora extraños: «En las últimas décadas, importantes físicos teóricos –incluidos premios Nobel– se han llegado a plantear cuestiones rayanas con la ciencia ficción para la mayoría de los mortales, como el modo en que veríamos a dichos seres de dimensiones diferentes si lograsen penetrar en nuestra realidad. De hecho, las matemáticas desarrolladas por Srinivasa constituyen una suerte de anomalía científica, pues parten de conceptos absolutamente novedosos y originales, como si su mente hubiese logrado “saltar” una serie de pasos intermedios que por lógica tendrían que haberse descubierto cientos de años más tarde. ¿Cuál era la fuente de sus sorprendentes descubrimientos? ¿Poseía una mente diferente al resto de los mortales? ¿O quizá, como se han atrevido a plantear ciertos científicos, había logrado “conectar” con alguna fuente de información en un Universo paralelo, la cual le habría proporcionado las pistas para acceder a las matemáticas que décadas después constituirían el andamiaje de la teoría de cuerdas? Si hemos de hacer caso al propio Srinivasa, tendríamos que decantarnos por la última opción, pues solía decir que era la diosa Namakkal quien le transmitía en sueños las fórmulas». Dioses, viajes en el tiempo, habitantes de universos paralelos… Los conceptos cambian, pero el enigma es el mismo.
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