Vienen los espíritus: El día de muertos indígena mexicano
Te contamos cómo se celebra el día de muertos indígena en México
Pese a tener origen católico y europeo, el día de muertos se ha vuelto la tradición más conocida de México. Convertida en fiesta popular, hoy las urbes mexicanas han hecho toda una mezcla que los mismo contiene desfiles, calabazas norteamericanas, catrinas de diseñador y hasta disfraces japoneses. La popularidad de la fiesta se ha vuelto su condena a difuminarse por completo. Es muy poco lo que queda de la versión indígena que volvió la celebración, Patrimonio de la Humanidad. Dejemos pues la discusión para otra ocasión y adentrémonos al México profundo para descubrir las creencias en torno al día en que los muertos vienen.
Originalmente, la tradición implicaba que el 1 de noviembre los muertos llegaban a las casas de sus seres queridos a degustar la ofrenda en la madrugada y el día 2, la ofrenda se llevaba al cementerio en donde las familias pasaban la noche con el muerto al lado de las tumbas degustando alimentos en una gran fiesta. Hoy es difícil ver estas escenas en las ciudades, pero en los pueblos aún existen esas remanencias.
Entre los huastecos se cree que los muertos llegan desde 18 de octubre, día de San Lucas
Aunque los días 1 y 2 de noviembre son los días fuertes, la fiesta dura más de lo que parece. Entre los huastecos se cree que los muertos llegan desde 18 de octubre, día de San Lucas. Es cuando se sacrifican guajolotes para preparar el pipián con chile verde y yerbabuena que celebra el inicio de su viaje a nuestro mundo. Los chontales comienzan 9 días antes de día de muertos con la elaboración de dulces de cacao, camote, plátano y yuca. Y para los nahuas inicia desde el 29 de septiembre con la primera ofrenda.
Los nahuas creen que el muerto no descansa; también trabaja haciendo fértil la tierra de siembra e intercediendo con el viento, las nubes, los manantiales y los santos en las cosechas. Por eso la ofrenda es de productos agrícolas: pan, atole, café, elotes, calabazas, chile y muchas flores. Si no se coloca la ofrenda, las almas se debilitan y provocan que los negocios no rindan y las milpas se sequen. Para los nahuas, se debe respetar a quien vivió y trabajó en el pasado por nuestro presente.
En el altar la mesa representa nuestro mundo y el suelo lleno de velas y copal, representa lo desconocido
No a todos los muertos se les celebra igual. Entre los purépechas, a los muertos que han cumplido un año de fallecidos se les hace un novenario la semana previa al día de muertos. Dos días antes se sacrifica un cerdo para el pozole, y es cuando los padrinos del difunto deben llegar a la casa con un arco de carrizo decorado con flor de cempaxúchitl y terciopelo que el día de muertos será llevado en procesión al panteón con panes, frutas y demás artículos colgados de él y que el difunto degustará a su regreso.
En Huaquechula, Puebla, el altar de “cabo de año” originalmente se dedicaba a quienes fallecieron los meses previos al día de muertos; por eso son muy diferentes teniendo un simbolismo profundamente complejo. Todo dentro de las ofrendas significa algo.
Los otomíes colocan cosas que los difuntos acostumbraban: sus guitarras, sus instrumentos de trabajo, su ropa o sus armas
Para los pames, el altar tiene un arco que representa la entrada al cielo, la mesa que es nuestro mundo y el suelo que lleno de velas y copal, representa lo desconocido. Para los totonacas, el altar debe contener lo propio del hogar: la tierra, el agua y el aroma del fuego que es el copal dirigido a los 4 rumbos. Y para los otomíes se debe colocar también cosas que los difuntos acostumbraban: sus guitarras, sus instrumentos de trabajo, su ropa o sus armas.
La ofrenda generalmente va rodeada de sillas vacías para que se sienten los difuntos y se le coloca un morral nuevo al difunto varón para que pueda llevarse la comida a su mundo, mientras que a la mujer se le deja una canasta con tamales y zacahuil.
Son los mayas quienes tienen la versión más compleja de la tradición y merecen toda una nota aparte. Ahí se le llama Hanal Pixán; comida para el alma. A los bebés se les pone un hilo negro en la muñeca para que los difuntos no se los lleven y no se caza en esos días porque dicen que los muertos se confunden con los venados y sería un insulto atacarlos. La mesa de la ofrenda no debe tener clavos para no dar miedo a las ánimas y el platillo principal es el pibipollo cocinado en un hoyo subterráneo que los hombres cavan mientras las mujeres cocinan.
El U Hanan Palal, 31 de octubre, todo es colorido porque se dedica a los niños. El U Hanal Nucuch Uinicoob, 1 de noviembre, es para los adultos y todo se vuelve blanco. Finalmente el U Hanal Pixanoob concluye para todas las ánimas con la misa de pixán.
Todo termina el día 3. Ahí los zapotecos se despiden de los difuntos en el panteón y se les pide perdón si hubo mala atención. Después de hablar con los difuntos se les recuerda, que aquí entre los vivos, a los muertos no se les ha olvidado.
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