'QAnonspiración': el culto a la mentira se instala en la Casa Blanca
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca augura una legislatura llena de conspiraciones, desinformación y tensiones políticas
Que la política estadounidense tiene cierto «estilo paranoico» no es ninguna novedad. En los años 80 germinó la idea de que en las guarderías de todo el país se realizaban rituales paganos. En los 90, gracias «Nuevo Orden Mundial» proclamado por George W. Bush se dispararon todo tipo de teorías conspirativas. En los 2000, la gestión de los atentados del 11S que hizo su hijo, George H. W. Bush, extendió la noción de que la administración había orquestado los atentados para llevar a cabo su agenda neoconservadora. Pero lo del presidente electo Donald Trump redobla la apuesta conspiracionista al abrigo de las tesis del misterioso QAnon, que lo ha convertido en una suerte de «enviado» para intentar detener a las élites «globalistas» de Washington y Hollywood que, con apoyo del multimillonario George Soros pretenden socavar Estados Unidos e instaurar un Nuevo Orden Mundial satánico. Un gobierno de las élites económicas, una Plutocracia que, de acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua española, se define como:
1.nombre femenino
Situación en la que los ricos ejercen su preponderancia en el gobierno del Estado.
Similar: capitalismo
2 nombre femenino
Conjunto de ciudadanos adinerados que ejercen su influencia en el gobierno del Estado.
Resulta irónico y hasta cierto punto incomprensible que quienes quieren salvarnos de la plutocracia pertenezcan a la élite tecnológica y financiera de los Estados Unidos a la que verbalmente se oponen. ¿O es que Trump o su lugarteniente Elon Musk no son élite financiera?
Estos "salvadores de la libertad y la democracia", además, se han hecho con el poder político gracias a un discurso antipolítico y antisistema que complace tanto a ricos como a las clases menos favorecidas.Es bueno recordar, en este punto, el asunto de los emigrantes haitianos que comían mascotas durante el debate con Kamala Harris. ¿Cómo es posible que este tipo de argumentos sintonice de forma tan transversal en la sociedad?
La clave está en el miedo: Miedo a perder nuestras posesiones (Okupación), a perder el trabajo (por culpa de los inmigrantes), nuestros derechos (porque el dinero va a chiringuitos y paguitas) nuestra libertad (por culpa de la delincuencia), nuestras creencias (se islamiza la sociedad y su modelo afectando a los derechos de las mujeres, igualdad, aborto, etc…) la lista es mucho más larga pero nos vale para entender de qué se nutren. Además, validan esos discursos del miedo gracias a las redes sociales y la extrema derecha ha sabido adaptarse mejor que la izquierda a esta nueva ecología comunicacional sacando un mejor provecho electoral.
Es un discurso populista, con un mensaje muy sencillo y comprensible para todo el mundo que culpa de todo a los demás y hace cero autocrítica de sus errores. Como adelantaba recientemente el ex Miembro del Congreso de los Diputados de España, Odón Elorza: "los TICS autoritarios de esta nueva generación política estadounidense presagia la liquidación de la democracia y el nacimiento (si es que ya no estaba implantada) de una plutocracia."
Los TICS autoritarios de #Trump y Musk presagian un régimen de democracia en liquidación para USA y el nacimiento de una plutocracia. pic.twitter.com/nVTBkqhwR2
— Odón Elorza 🚲 Activista por la Democracia (@odonelorza2011) January 9, 2025
Y es que, como remarca Ignacio Ramonet en su libro La era del conspiracionismo.Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, hasta ahora “la extrema derecha tomaba el poder mediante golpes de Estado directamente realizados por las Fuerzas Armadas o por un partido extremista de tipo paramilitar apoyados por las fuerzas armadas.
Lo nuevo –como ocurrió en particular el 6 de enero de 2021 en Washington con el asalto al Capitolio, y el 8 de enero de 2023 en Brasilia, con el asalto a las sedes de los Tres Poderes–, es que ahora la nueva ultraderecha es capaz de organizar insurrecciones populares como herramienta golpista para la conquista del poder.”
El pueblo salva al pueblo ¿Les suena?
La desconfianza en el sistema no deja de extenderse por todo el mundo gracias a las mismas consignas, distribuidas gracias a las redes sociales y la desinformación interesada con el miedo como telón de fondo. Un miedo general a una Guerra Mundial nuclear; una nueva pandemia; el cambio climático o una invasión extraterrestre o miedos cotidianos como la seguridad, el empleo, la vivienda o el uso de los vehículos.
Lo lamentable es que, siendo la clase política consciente de este desafío no evitan este clima de polarización extrema que genera mayor división y debilitamiento de las instituciones. Triunfa a nivel popular la falsa idea de que el pueblo salva al pueblo. Que la sociedad se organice y articule respuestas solidarias es magnífico pero el Estado debe coordinar las respuestas a los desafíos que para algo pagamos impuestos. Echen un vistazo a los incendios de California, a la gestión de las catástrofes, en general en lo que todos creemos es el modelo a seguir. Es nefasto.
Los delirios paranoicos verbales de Trump, (a los que podríamos añadir los de Javier Milei o Jair Bolsonaro), sus mentiras constantes, sus chifladuras conspiranóicas aceleraron un fenómeno político muy contemporáneo: la polarización social extrema, el aumento de la intolerancia, el auge de la confrontación violenta y la invocación del odio como discurso dominante. El negacionismo climático abrazado por estos sectores, por ejemplo, favorece al neoliberalismo. Cuatro gigantes financieros estadounidenses, State Street, JPMorgan, BlackRock y Pimco, abandonaron o reducido su vinculación con Climate Action 100+ al creer que las iniciativas climáticas de la alianza han ido demasiado lejos. Desde las redes sociales se ha atacado la famosa Agenda 2030 con conspiraciones varias, desde los insectos que comeremos, a la limitación del coche privado, pasando por efectos del cambio climático. El conspiracionismo es una herramienta de suma utilidad para la ultraderecha.
Los sociólogos han comprobado como estas teorías se prodigan extraordinariamente tras la aparición de sucesos de gran impacto social, como pueden ser ataques terroristas, pandemias globales o elecciones.
Un artículo publicado en la revista Nature estableció una correlación directa entre creer en conspiraciones y la identificación de los sujetos con los extremos del espectro político. Como más posicionados al extremo ideológico (derecha o izquierda), los sujetos tendían a creer más que el mundo está gobernado por fuerzas secretas que operan en la oscuridad. Roland Imhoff, de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (Alemania) analizó en esta encuesta realizada en 26 países si la percepción de falta de control político de los sujetos analizados (porque su partido político no estaba gobernando) influyó en el vínculo entre orientación política y mentalidad conspirativa. Y, en efecto, los individuos que votan a partidos que no forman alianzas de gobierno son más conspiranoicos.
Las teorías de la conspiración se formulan de forma ambigua y son imposibles de contrastar. A menudo establecen un antagonismo entre una élite de poder difusa y un grupo victimizado sumido en el engaño. Teorías como las que apuntan al magnate George Soros han sido promovidas por el conspiracionismo ruso desde 2003-04 con motivo de la Revolución en Ucrania. Luego está todo lo que se centra en el antisemitismo. En la "marcha contra el antisemitismo" que tuvo en lugar en París el pasado 12 de noviembre una parte de la izquierda, que había aceptado servir de aval para esa manifestación, fue abucheada por los demás participantes. Es más, con la ayuda de muchos medios de comunicación y ciertos actores políticos se vio con buenos ojos que la Agrupación Nacional (RN) y de Reconquête participara en esa marcha contra el antisemitismo. Así, el odio a los judíos ya no se asocia a los sucesores del Front National -partido cofundado por un antiguo miembro de las Waffen SS- que afirman repetidamente que Jean-Marie Le Pen no es antisemita.
Hoy el odio circula a sus anchas por nuestras sociedades. Fluye por todas partes gracias a las redes sociales que, en virtud de la "libertad de expresión" focaliza (mediante algoritmos que hacen de embudo de lo que vemos) la atención en un asunto u otro. Riega el paisaje político con desinformación que, a la vez, nos separa cada vez más de las instituciones conduciéndonos irremediablemente a un "caos controlado" que es el terreno donde prospera el miedo y, por tanto, el control social. Urge, por tanto, frenar la propagación en las redes de contenidos conspiranoicos mentirosos y dañinos antes de que las democracias se marchiten.
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