Oscura Navidad: Jólasveinar, los 13 Santa Claus islandeses

Los pueblos escandinavos precristianos, festejaban en el solsticio de invierno las fiestas de Yule; 12 días de celebración destinadas al núcleo familiar. Pero en Islandia, durante esos días, se habla de los Yule Lads (muchachos de Yule), unos espíritus traviesos, hijos de Grýla, que aparecen los días previos a Navidad cometiendo fechorías. Esta es la historia de los Jólasveinar:

A lo largo del tiempo, el número de hijos en la leyenda de Grýla ha variado. Primero se habló de 20 e incluso ha llegado hasta 60 diferentes. Se les mencionó por primera vez en el “Poema de Grýla” del siglo XVII, pero sería el escritor Jón Árnason quien en 1862 mencionó dentro de “Folklore Islandés” el nombre de los 13 que perduran hasta nuestros días.

Aunque hoy nos parezcan simpáticas sus fechorías, hay que poner atención a la historia y el orden de aparición para saber porque eran tan temidos en el siglo XIX. Se creía que la familia de Grýla vivía en la miseria y por eso sus hijos buscaban algo con que alimentarse. Los trolls se vuelven piedra con el sol, por eso la mejor temporada para comer, era del 12 de diciembre al 6 de enero, tiempo en que Islandia permanece en total obscuridad, pues solo tiene 4 horas de luz al día.

Cada troll busca aleccionar a los niños islandeses sobre la temporada invernal

Los 13 Jólasveinar

Stekkjastaur es el encargado de robar ovejas, beber su leche y montarlas. Le cuesta trabajo por tener patas de palo que no puede flexionar. Las ovejas solían ocultarse bajo la casa en invierno y escucharlas balar frenéticamente era señal de la llegada del primer hermano.

Giljagaur se esconde en los establos y espera el momento preciso para robar leche y lamer las ubres de las vacas hasta dejarlas secas, débiles y muertas.

Stúfur, regordete y chaparro, entra a las casas a comer cada sobra y restos pegado a los sartenes, raspándolos y dejándolos sin valor. En un tiempo donde los utensilios de hierro eran escasos, su desaparición era catastrófica.

Pvörusleikir nació con una lengua extremadamente larga. Desnutrido y esquelético buscaba cualquier rezago de comida lamiendo las cucharas.

Pottasleikir era atraído por el olor de la comida guardada para otro día. Robaba las ollas con todo y sobras.

Askasleikir lame y colecciona los tazones “askur” (cuencos con tapa típicos para guardar comida). Para lograrlo, se esconde bajo las camas de los niños sabiendo que a veces se levantan de noche a comer algo y guardarlo.

Huröaskellir es molesto por jugar con las puertas. Si las llaves desaparecen, él fue el culpable. Espera a que toda la familia esté dormida para azotarlas y dejarlas abiertas para que los habitantes mueran de frío.

Skyrgämur tiene debilidad por el tradicional yogurth “skyr”. Busca por toda la casa hasta encontrarlo y robarlo.

Bjúgnakraekir hurta tiras completas de salchichas. Entra por los huecos del techo y se esconde en los rincones obscuros de las vigas. Cualquier tipo de embutido a su alcance, lo tomará.

Gluggagaegir gusta de robar acero, pero su técnica es perturbadora. En plena oscuridad permanece frente a las ventanas observando a las personas hasta conocer de memoria todos sus movimientos e informa a su familia todo lo que hacen sus víctimas.

Gáttapefur tiene gran olfato. Entra sigilosamente y roba el pan.

Ketkrókur tiene un gancho con que roba la carne que se cuelga en el techo.

Kertasníkir comía cebo, y donde más había era en las velas. Cada rincón era explorado por él en busca de velas.

Cada troll tiene una misión metafórica que busca aleccionar a los niños islandeses sobre la temporada invernal: terminarse la comida, no salir de noche, dormir adecuadamente o cerrar bien puertas y ventanas para que los trolls no vengan. Por eso eran tan temidos, porque si atacaban, dejarían a la familia sin los elementos básicos para sobrevivir, dispuestos a merced de Grýla. El último día indica su llegada. Acompañada con su vela de hielo devora familias enteras que no han seguido las reglas. Por eso su familia es tan temida en Islandia, porque Grýla representa la muerte por la inanición y el frío invernal.