Creencias
01/01/2005 (00:00 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Exorcismos: una larga lucha contra el mal
Con el estreno de la precuela de El Exorcista El Exorcista, el comienzo, uno de los temas más polémicos y apasionantes de la historia oculta de la Iglesia, la posesión demoníaca y los métodos para expulsarla del cuerpo, vuelve a estar de actualidad. A pesar de los intentos de la Santa Sede por acallar los temas relacionados con los padres exorcistas, cada vez salen a la luz más pruebas de la existencia de estos rituales ancestrales utilizados en la lucha contra el maligno.Óscar Herradón Ameal
La nueva cinta se sitúa 25 años atrás en el tiempo de lo sucedido en la película original. La primera entrega fue dirigida por William Friedkin sobre en la novela de William Peter Blatty, basada en hechos auténticos. El film fue estrenado el 26 de diciembre de 1973 con un éxito de público y crítica sin precedentes en el género de terror. Nunca antes se había representado en la gran pantalla un exorcismo con tanta veracidad y exactitud aclamado incluso por el Vaticano provocando auténticas crisis de ansiedad en las salas, ataques de pánico y "huidas" del cine antes de concluir la película. Eso fue hace más de treinta años, y entonces los films de terror no habían sido nunca tan explícitos el maquillaje fue un auténtico éxito, dotando al metraje de un gran realismo. El Exorcista, que fue nominada a 10 Oscar y obtuvo la ansiada estatuilla en las categorías de "Mejor Sonido" y "Mejor Guión Adaptado", contaba la historia de la niña Regan Linda Blair, que tras unas sesiones de ouija es poseída por el demonio. La madre de ésta una espléndida Ellen Burstyn intenta por todos los medios ayudar a su hija, pero al final no le queda más remedio que acudir al amparo de la Iglesia. El padre Karras Jason Miller y el padre Merrin Max Von Sydow realizarán juntos un duro, largo y difícil exorcismo a Regan sobre la base del Ritual Romano para los Exorcismos avalado por la Iglesia Católica.
En la reciente El Exorcista, el Comienzo, el padre Lancaster Merrin, interpretado por Stellan Skarsgard, ha perdido su fe tras una horrenda masacre contra la gente inocente de su parroquia durante la Segunda Guerra Mundial. En un intento de escapar a sus propios fantasmas, el padre Merrin viajará hasta El Cairo donde, sin saberlo, deberá librar la batalla más cruenta de su vida eclesiástica contra el mal.
Rodajes malditos
Los rodajes de ambos filmes estuvieron marcados por la desgracia o quizá por la verdadera influencia del maligno. Durante el rodaje de la primera entrega, los actores sufrieron todo tipo de desavenencias: el hermano de Max Von Sydow murió de forma repentina antes de comenzar la filmación, y el mismo actor se vería resentido de salud a lo largo del trabajo; el actor Jack McGowran que interpretaba a Burke Dennings, murió como consecuencia de una fuerte gripe apenas una semana después de rodar sus escenas en el filme fallece a manos del demonio. Además de estas muertes repentinas, los rollos de la cinta se velaron de forma inexplicable y varios técnicos sufrieron distintos accidentes. El hijo de Jason Miller el padre Karras estuvo a punto de morir al ser atropellado atropellado por un motorista en la playa. El abuelo de Linda Blair falleció mientras se rodaba la película y un operario de la productora murió también de manera inesperada Por si fuera poco, la famosa estatua de Pazuzu, encontrada en unas excavaciones al comienzo del rodaje, desapareció como por arte de magia al ser trasladada en avión a Los Angeles. Finalmente, aparecería en Hong Kong de forma misteriosa Cuando comenzaron a circular rumores de una supuesta maldición y no era para menos William Friedkin solicitó la ayuda del padre jesuita Thomas V. Bermingham, quien exorcizó las instalaciones y bendijo al equipo. Las desgracias dejaron de sucederse
La historia del rodaje de El Exorcista, el comienzo, si bien no fue tan trágica, también estuvo marcado por los imprevistos. Una serie de supuestas maldiciones acecharon al equipo de trabajo; concretamente se cebaron con los realizadores. Y es que la cinta contó con tres diferentes. El primero de ellos fue John Frankenheimer Ronin, de 72 años, que falleció poco después de comenzar el rodaje debido a una enfermedad. En un primer momento, la productora contó también con el actor Liam Neeson Gans of New York que finalmente no participó en el proyecto. Para sustituir a Frankenheimer llamaron a Paul Schrader, y Stellan Skarsgard ocupó la vacante de Neeson. Sin embargo, pronto la huella del maligno volvería a dejar su rastro. Una vez concluido el rodaje, el estudio cinematográfico Morgan Creek no consideró la película lo suficientemente aterradora, por lo que se hicieron cambios en el reparto y el equipo técnico, y Paul Schrader fue sustituido por Renny Harlin, director de La Jungla de Cristal II. El rodaje comenzó de nuevo, desde el principio los espectadores podremos disfrutar pronto en DVD del montaje realizado por Schrader, supuestamente mucho más sutil y de mayor calidad que el estrenado en salas de cine.
La cadena de televisión británica BBC se refirió al rodaje de The Exorcist: the Beginning con estas palabras: "La historia de esta película es larga y la mala suerte parece haber sido su sino". Pero, por si lo sucedido hasta el momento no fuese suficiente, el tercer director, Harlin, fue atropellado por un coche en Roma y tuvo que ser operado en una pierna, en la que sufrió el implante de 14 clavos. "No es gracioso, si uno lo piensa. Yo creo en la maldición de la película", afirmó el realizador.
Rituale Romanum
En 1614 la Iglesia Católica institucionalizó el procedimiento de exorcizar a través del llamado Rituale Romanum. En el Catecismo de la Iglesia Católica de 1673 se recogen las siguientes palabras en referencia al exorcismo: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó, de Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia".
La Iglesia distingue entre obsesión y posesión diabólica. Cuando el Demonio penetra solamente en el alma de la persona, entonces hablamos de obsesión. Asimismo, cuando se apodera solamente del cuerpo físico, también hablamos de obsesión. Por el contrario, cuando el maligno se apodera del cuerpo y el alma de la víctima, es cuando se trata de auténtica posesión diabólica. En general, la forma de posesión excluyendo el campo de las enfermedades mentales, que abordaremos más adelante está condicionada por las creencias y supersticiones de las personas que la padecen, influyendo en éstas el entorno y el grupo social al que pertenecen. De esta forma son propensos a la posesión aquellas personas que están constantemente imaginando entidades malignas, los practicantes de escritura automática con escasa preparación, los que se someten a sesiones espiritistas, los practicantes de oui-ja en general, los que sienten temor a lo que están haciendo y las personas emocionalmente inestables o que atraviesan situaciones emocionales intensas como los adolescentes.
Para la identificación y tratamiento de la posesión la Iglesia creó el Ritual Romano para la Posesión. Éste señalaba que era adecuado distinguir entre signos psíquicos y físicos. Entre los primeros, el poseído debía demostrar locura y odio hacia Dios, la Virgen, los Santos y cualquier símbolo de carácter sagrado; tendría la capacidad de hablar lenguas desconocidas como arameo o latín; descubrir y conocer cosas ocultas y predecir acontecimientos futuros; poseer una fuerza psíquica descomunal, con la capacidad de provocar el movimiento de objetos sin tocarlos. La característica principal de los signos psíquicos es desarrollar un cambio en la personalidad del paciente, exteriorizando una segunda desconocida que correspondería a la de la entidad hostil.
En cuanto a los signos físicos, destaca que el poseso tenga una fuerza descomunal, muy superior a la que le correspondería a su edad; también la aparición de marcas sobre la piel del "enfermo", laceraciones y escarificaciones; cambios bruscos en la voz gravedad, acompañados de convulsiones y movimientos "imposibles", además de la capacidad de levitar.
El Ritual Romano ofrece una serie de pasos que el sacerdote oficiante deberá seguir para expulsar al demonio del cuerpo. En primer lugar colocará un crucifijo ante el poseso; a continuación ordenará al diablo o demonio que habite en la víctima a que se limite a contestar y no deberá creer en nada de lo que oíga o vea hacer al poseso; como tercer paso, preguntará el número y el nombre de los entes malignos que lo poseen y la fecha exacta en la que se apoderaron del inocente. En cuarto lugar, hará la señal de la cruz sobre la frente del poseso y apretará la estola sobre las partes del cuerpo donde más alteración sea visible. A continuación lo rociará con agua bendita y repetirá las oraciones que más atormenten a éste. Tras preguntar al diablo por la causa de la posesión y la zona donde se encuentra, impondrá las manos sobre la cabeza de éste y continuará rezando las oraciones que recoge el ritual.
El catolicismo es, sin duda alguna, la religión imperante en la utilización del exorcismo para expulsar el mal a lo largo de su historia, pero ni fue la primera ni la única. Desde los tiempos más remotos el hombre ha recurrido a mil y un sortilegios para vencer, o al menos intentarlo, a aquellas fuerzas sobrenaturales que se creían originadas por poder del príncipe de las tinieblas. En el Antiguo Egipto se realizaban ritos para protegerse de los poderes malignos de éste o el otro mundo. Los conjuros orales eran completados con rituales que consistían en seccionar o herir "una parte del ser amenazante".
En la antigua Babilonia existía una amplia representación demonológica y una creencia profunda en el poder negativo del mal. En Sumeria se solía realizar un extraño rito para protegerse de los entes malignos: consistía en hacer pasar a través de conjuros mágicos el espíritu a un vaso u objeto parecido, objeto que a continuación se quemaba o destruía y con él el mal.
En cuanto al cristianismo, es a partir de los siglos II y III cuando la Iglesia confiere importancia al demonio como entidad y representación del mal, pero sin aparecer todavía la figura del exorcista. Éste surge en el siglo V, cuando aparecen los primeros exorcistas, circunstancia que se consolidará en el VIII, cuando una serie de clérigos, además de realizar sus tareas habituales, recibieron una preparación especial para desempeñar el nuevo oficio de exorcistas.
Durante toda la Edad Media, y siglos después con el poder exacerbado de la Santa Inquisición, el exorcismo no fue la única forma de acabar literalmente con los poseídos y con los sirvientes del averno. Se llevaron a cabo quemas indiscriminadas en la hoguera, y los exorcismos, abundantes en la época y brutales, acabaron con la vida de muchos inocentes culpables únicamente de sufrir epilepsia o alguna enfermedad mental
El ritual se renueva
El 26 de enero de 1999 fue presentado en Roma el nuevo Ritual del Exorcismo de manos del cardenal Jorge Medina Estévez. Aún con esto la Santa Sede es muy escrupulosa a la hora de autorizar un exorcismo, pues hay que descartar en primer lugar la enfermedad mental, y el sacerdote oficiante deberá obtener la autorización directa del Obispo de la diócesis a la que pertenezca.
El antiguo Ritual Romano contenía en un capítulo específico las indicaciones y el texto litúrgico de los exorcismos. Éste, que era el último, quedó sin ser revisado tras el Concilio Vaticano II. La redacción final fue fruto de numerosos estudios, revisiones y modificaciones para adaptarlo a las exigencias actuales a través de varias Conferencias Episcopales. En palabras del cardenal Medina, el texto demandó diez años de trabajo y dio como resultado el manual presentado en Roma en 1999. Éste fue aprobado por el Pontífice antes de ser hecho público en conferencia oficial desde la Santa Sede.
En la larga rueda de prensa que monseñor Estévez concedió en el Vaticano, se refirió al poder del demonio, a la capacidad del texto sagrado y de los exorcistas para acabar con su influencia: "Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es habitualmente ejercitado a través del engaño, el embuste, la mentira y la confusión. Como Jesús es la Verdad, así el diablo es el mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el principio, el engaño ha sido su estrategia preferida. El diablo engaña a los hombres haciéndoles creer que la felicidad se encuentra en el dinero, el poder, y en la concupiscencia carnal. Engaña a los hombres persuadiéndoles de que no tienen necesidad de Dios y que son autosuficientes, sin necesidad de la gracia ni de la salvación ".
Una vez que fue presentado el nuevo manual para los exorcismos parecía que los sacerdotes encargados de tal menester se hallarían satisfechos tras sus continuas peticiones a la Santa Sede para la reelaboración de los textos. Nada más allá de la realidad. El respetado exorcista oficial de Roma, el padre Gabrielle Amorth, concedió diversas entrevistas tras la publicación del nuevo Ritual en las que atacaba duramente a sus colegas por la forma en que lo redactaron: "Un ritual tan esperado, al final, se ha convertido en una farsa. Un increíble obstáculo que podría impedirnos actuar contra el demonio". Según el reputado padre Amorth, por ejemplo, en el punto 15 del nuevo ritual se habla de los maleficios y de cómo comportarse ante ellos. El maleficio, citando al padre, "es un mal causado a una persona recurriendo al diablo". El ritual romano antiguo explicaba cómo había que afrontarlos. El nuevo ritual, en cambio, declara, categóricamente que está totalmente prohibido hacer exorcismos en estos casos. Para Amorth esto es absurdo, es un pulso a favor del maligno. Según él y otros exorcistas quejumbrosos con el nuevo manual, el texto no ha sido preparado por expertos, por auténticos exorcistas conocedores a fondo del tema, sino por cardenales que no habían realizado en su vida un exorcismo.
En la misma entrevista, se refirió también a la forma en que uno se convierte en víctima del demonio: "Uno puede ser objeto de los ataques del demonio, en cuatro casos. Bien porque la lucha contra el mal es una bendición para la persona, como en el caso de muchos santos la propia Madre Teresa de Calcuta fue sometida a varios exorcismos, bien por la persistencia irreversible en el pecado, bien por una maldición que alguien hace, invocando el nombre del demonio, o bien, cuando uno se dedica a practicar ocultismo". Casi nada o
En la reciente El Exorcista, el Comienzo, el padre Lancaster Merrin, interpretado por Stellan Skarsgard, ha perdido su fe tras una horrenda masacre contra la gente inocente de su parroquia durante la Segunda Guerra Mundial. En un intento de escapar a sus propios fantasmas, el padre Merrin viajará hasta El Cairo donde, sin saberlo, deberá librar la batalla más cruenta de su vida eclesiástica contra el mal.
Rodajes malditos
Los rodajes de ambos filmes estuvieron marcados por la desgracia o quizá por la verdadera influencia del maligno. Durante el rodaje de la primera entrega, los actores sufrieron todo tipo de desavenencias: el hermano de Max Von Sydow murió de forma repentina antes de comenzar la filmación, y el mismo actor se vería resentido de salud a lo largo del trabajo; el actor Jack McGowran que interpretaba a Burke Dennings, murió como consecuencia de una fuerte gripe apenas una semana después de rodar sus escenas en el filme fallece a manos del demonio. Además de estas muertes repentinas, los rollos de la cinta se velaron de forma inexplicable y varios técnicos sufrieron distintos accidentes. El hijo de Jason Miller el padre Karras estuvo a punto de morir al ser atropellado atropellado por un motorista en la playa. El abuelo de Linda Blair falleció mientras se rodaba la película y un operario de la productora murió también de manera inesperada Por si fuera poco, la famosa estatua de Pazuzu, encontrada en unas excavaciones al comienzo del rodaje, desapareció como por arte de magia al ser trasladada en avión a Los Angeles. Finalmente, aparecería en Hong Kong de forma misteriosa Cuando comenzaron a circular rumores de una supuesta maldición y no era para menos William Friedkin solicitó la ayuda del padre jesuita Thomas V. Bermingham, quien exorcizó las instalaciones y bendijo al equipo. Las desgracias dejaron de sucederse
La historia del rodaje de El Exorcista, el comienzo, si bien no fue tan trágica, también estuvo marcado por los imprevistos. Una serie de supuestas maldiciones acecharon al equipo de trabajo; concretamente se cebaron con los realizadores. Y es que la cinta contó con tres diferentes. El primero de ellos fue John Frankenheimer Ronin, de 72 años, que falleció poco después de comenzar el rodaje debido a una enfermedad. En un primer momento, la productora contó también con el actor Liam Neeson Gans of New York que finalmente no participó en el proyecto. Para sustituir a Frankenheimer llamaron a Paul Schrader, y Stellan Skarsgard ocupó la vacante de Neeson. Sin embargo, pronto la huella del maligno volvería a dejar su rastro. Una vez concluido el rodaje, el estudio cinematográfico Morgan Creek no consideró la película lo suficientemente aterradora, por lo que se hicieron cambios en el reparto y el equipo técnico, y Paul Schrader fue sustituido por Renny Harlin, director de La Jungla de Cristal II. El rodaje comenzó de nuevo, desde el principio los espectadores podremos disfrutar pronto en DVD del montaje realizado por Schrader, supuestamente mucho más sutil y de mayor calidad que el estrenado en salas de cine.
La cadena de televisión británica BBC se refirió al rodaje de The Exorcist: the Beginning con estas palabras: "La historia de esta película es larga y la mala suerte parece haber sido su sino". Pero, por si lo sucedido hasta el momento no fuese suficiente, el tercer director, Harlin, fue atropellado por un coche en Roma y tuvo que ser operado en una pierna, en la que sufrió el implante de 14 clavos. "No es gracioso, si uno lo piensa. Yo creo en la maldición de la película", afirmó el realizador.
Rituale Romanum
En 1614 la Iglesia Católica institucionalizó el procedimiento de exorcizar a través del llamado Rituale Romanum. En el Catecismo de la Iglesia Católica de 1673 se recogen las siguientes palabras en referencia al exorcismo: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó, de Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia".
La Iglesia distingue entre obsesión y posesión diabólica. Cuando el Demonio penetra solamente en el alma de la persona, entonces hablamos de obsesión. Asimismo, cuando se apodera solamente del cuerpo físico, también hablamos de obsesión. Por el contrario, cuando el maligno se apodera del cuerpo y el alma de la víctima, es cuando se trata de auténtica posesión diabólica. En general, la forma de posesión excluyendo el campo de las enfermedades mentales, que abordaremos más adelante está condicionada por las creencias y supersticiones de las personas que la padecen, influyendo en éstas el entorno y el grupo social al que pertenecen. De esta forma son propensos a la posesión aquellas personas que están constantemente imaginando entidades malignas, los practicantes de escritura automática con escasa preparación, los que se someten a sesiones espiritistas, los practicantes de oui-ja en general, los que sienten temor a lo que están haciendo y las personas emocionalmente inestables o que atraviesan situaciones emocionales intensas como los adolescentes.
Para la identificación y tratamiento de la posesión la Iglesia creó el Ritual Romano para la Posesión. Éste señalaba que era adecuado distinguir entre signos psíquicos y físicos. Entre los primeros, el poseído debía demostrar locura y odio hacia Dios, la Virgen, los Santos y cualquier símbolo de carácter sagrado; tendría la capacidad de hablar lenguas desconocidas como arameo o latín; descubrir y conocer cosas ocultas y predecir acontecimientos futuros; poseer una fuerza psíquica descomunal, con la capacidad de provocar el movimiento de objetos sin tocarlos. La característica principal de los signos psíquicos es desarrollar un cambio en la personalidad del paciente, exteriorizando una segunda desconocida que correspondería a la de la entidad hostil.
En cuanto a los signos físicos, destaca que el poseso tenga una fuerza descomunal, muy superior a la que le correspondería a su edad; también la aparición de marcas sobre la piel del "enfermo", laceraciones y escarificaciones; cambios bruscos en la voz gravedad, acompañados de convulsiones y movimientos "imposibles", además de la capacidad de levitar.
El Ritual Romano ofrece una serie de pasos que el sacerdote oficiante deberá seguir para expulsar al demonio del cuerpo. En primer lugar colocará un crucifijo ante el poseso; a continuación ordenará al diablo o demonio que habite en la víctima a que se limite a contestar y no deberá creer en nada de lo que oíga o vea hacer al poseso; como tercer paso, preguntará el número y el nombre de los entes malignos que lo poseen y la fecha exacta en la que se apoderaron del inocente. En cuarto lugar, hará la señal de la cruz sobre la frente del poseso y apretará la estola sobre las partes del cuerpo donde más alteración sea visible. A continuación lo rociará con agua bendita y repetirá las oraciones que más atormenten a éste. Tras preguntar al diablo por la causa de la posesión y la zona donde se encuentra, impondrá las manos sobre la cabeza de éste y continuará rezando las oraciones que recoge el ritual.
El catolicismo es, sin duda alguna, la religión imperante en la utilización del exorcismo para expulsar el mal a lo largo de su historia, pero ni fue la primera ni la única. Desde los tiempos más remotos el hombre ha recurrido a mil y un sortilegios para vencer, o al menos intentarlo, a aquellas fuerzas sobrenaturales que se creían originadas por poder del príncipe de las tinieblas. En el Antiguo Egipto se realizaban ritos para protegerse de los poderes malignos de éste o el otro mundo. Los conjuros orales eran completados con rituales que consistían en seccionar o herir "una parte del ser amenazante".
En la antigua Babilonia existía una amplia representación demonológica y una creencia profunda en el poder negativo del mal. En Sumeria se solía realizar un extraño rito para protegerse de los entes malignos: consistía en hacer pasar a través de conjuros mágicos el espíritu a un vaso u objeto parecido, objeto que a continuación se quemaba o destruía y con él el mal.
En cuanto al cristianismo, es a partir de los siglos II y III cuando la Iglesia confiere importancia al demonio como entidad y representación del mal, pero sin aparecer todavía la figura del exorcista. Éste surge en el siglo V, cuando aparecen los primeros exorcistas, circunstancia que se consolidará en el VIII, cuando una serie de clérigos, además de realizar sus tareas habituales, recibieron una preparación especial para desempeñar el nuevo oficio de exorcistas.
Durante toda la Edad Media, y siglos después con el poder exacerbado de la Santa Inquisición, el exorcismo no fue la única forma de acabar literalmente con los poseídos y con los sirvientes del averno. Se llevaron a cabo quemas indiscriminadas en la hoguera, y los exorcismos, abundantes en la época y brutales, acabaron con la vida de muchos inocentes culpables únicamente de sufrir epilepsia o alguna enfermedad mental
El ritual se renueva
El 26 de enero de 1999 fue presentado en Roma el nuevo Ritual del Exorcismo de manos del cardenal Jorge Medina Estévez. Aún con esto la Santa Sede es muy escrupulosa a la hora de autorizar un exorcismo, pues hay que descartar en primer lugar la enfermedad mental, y el sacerdote oficiante deberá obtener la autorización directa del Obispo de la diócesis a la que pertenezca.
El antiguo Ritual Romano contenía en un capítulo específico las indicaciones y el texto litúrgico de los exorcismos. Éste, que era el último, quedó sin ser revisado tras el Concilio Vaticano II. La redacción final fue fruto de numerosos estudios, revisiones y modificaciones para adaptarlo a las exigencias actuales a través de varias Conferencias Episcopales. En palabras del cardenal Medina, el texto demandó diez años de trabajo y dio como resultado el manual presentado en Roma en 1999. Éste fue aprobado por el Pontífice antes de ser hecho público en conferencia oficial desde la Santa Sede.
En la larga rueda de prensa que monseñor Estévez concedió en el Vaticano, se refirió al poder del demonio, a la capacidad del texto sagrado y de los exorcistas para acabar con su influencia: "Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es habitualmente ejercitado a través del engaño, el embuste, la mentira y la confusión. Como Jesús es la Verdad, así el diablo es el mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el principio, el engaño ha sido su estrategia preferida. El diablo engaña a los hombres haciéndoles creer que la felicidad se encuentra en el dinero, el poder, y en la concupiscencia carnal. Engaña a los hombres persuadiéndoles de que no tienen necesidad de Dios y que son autosuficientes, sin necesidad de la gracia ni de la salvación ".
Una vez que fue presentado el nuevo manual para los exorcismos parecía que los sacerdotes encargados de tal menester se hallarían satisfechos tras sus continuas peticiones a la Santa Sede para la reelaboración de los textos. Nada más allá de la realidad. El respetado exorcista oficial de Roma, el padre Gabrielle Amorth, concedió diversas entrevistas tras la publicación del nuevo Ritual en las que atacaba duramente a sus colegas por la forma en que lo redactaron: "Un ritual tan esperado, al final, se ha convertido en una farsa. Un increíble obstáculo que podría impedirnos actuar contra el demonio". Según el reputado padre Amorth, por ejemplo, en el punto 15 del nuevo ritual se habla de los maleficios y de cómo comportarse ante ellos. El maleficio, citando al padre, "es un mal causado a una persona recurriendo al diablo". El ritual romano antiguo explicaba cómo había que afrontarlos. El nuevo ritual, en cambio, declara, categóricamente que está totalmente prohibido hacer exorcismos en estos casos. Para Amorth esto es absurdo, es un pulso a favor del maligno. Según él y otros exorcistas quejumbrosos con el nuevo manual, el texto no ha sido preparado por expertos, por auténticos exorcistas conocedores a fondo del tema, sino por cardenales que no habían realizado en su vida un exorcismo.
En la misma entrevista, se refirió también a la forma en que uno se convierte en víctima del demonio: "Uno puede ser objeto de los ataques del demonio, en cuatro casos. Bien porque la lucha contra el mal es una bendición para la persona, como en el caso de muchos santos la propia Madre Teresa de Calcuta fue sometida a varios exorcismos, bien por la persistencia irreversible en el pecado, bien por una maldición que alguien hace, invocando el nombre del demonio, o bien, cuando uno se dedica a practicar ocultismo". Casi nada o
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