Ecos satánicos en el Festival de Eurovisión
El Festival de Eurovisión se ha convertido desde hace años en un evento para reivindicar cuestiones variopintas pero la edición de Malmö ha sido para algunos una oda a Satanás.
La 68ª edición del Festival de Eurovisión tuvo como vencedor a Nemo con la canción The Code, que nos habla de descifrar un código para regresar del infierno y hallar el camino correcto, un camino de luz para ingresar al paraíso.
Es importante el mensaje porque el Festival de Eurovisión de 2024 estuvo envuelto en la polémica por la iconografía y los numerosos mensajes satánicos. El más evidente de todos fue el que escenificó la representante de la católica Irlanda, Bambie Thug, y su Doomsday Blue que, mediante el ritual satánico de una bruja, resucita a una criatura del infierno de la que se enamora y la vuelve a condenar al inframundo.
La artista define el estilo como "Ouija Pop" y supuso la división de los eurofans irlandeses por su arriesgada escenografía que hacía saltar las alarmas de los más conservadores.
“Todo el baile tiene tintes maléficos -escribía Jennifer Navarro en El món-, con un ritmo rock y tecno que queda en segundo plano porque toda la atención se dirige a los elementos religiosos que incorpora a lo largo de toda la actuación.”
“El festival se ha convertido en un zoológico humano una extraña mezcla de blasfemia, pornografía, feísmo, woke y vulgaridad” -escribía Eulogio López en el digital Hispanidad.
InfoVaticana, un medio con vocación de servir a la Iglesia Católica, también incidía en las reivindicaciones de índole sexual ya que la artista irlandesa se declara no binaria (es decir que no se percibe ni del género masculino ni femenino) y el código de Nemo, no es otra cosa que haberse liberado de su corsé sexual, ya que se define como queer, es decir, “extraño” o “poco usual”. Este término anglosajón se relaciona con una identidad sexual o de género que no corresponde a las reglas establecidas de sexualidad y género.
Más satanismo
Bambie Thug llevaba en su actuación una corona de espinas que, al término de las votaciones, entregó al ganador en un gesto que no pasó inadvertido para los más conservadores, igual que la clasificación final que “casualmente” dibujaba el 666, el número de la bestia, al quedar sexta del jurado profesional, sexta del televoto y sexta en el cómputo total.
Bambie Thug:
— Luis Mesa ۞ (@luismesacabello) May 12, 2024
SEXTA DEL JURADO
SEXTA DEL TELEVOTO
SEXTA TOTAL
666 - The Witch being Witch. #Eurovision #EurovisionRTVE pic.twitter.com/YQGfB2AiMd
Algunos llegaron más lejos en las redes al vincular todo el festival con un mensaje o ritual diabólico con referencias al eclipse del 8 de abril, los experimentos del CERN que habría abierto un portal para que entidades malignas entraran en nuestro mundo. Otros elementos iconográficos de la lucha entre el bien y el mal es que el escenario de Malmö tenía forma de cruz, la carcel infernal del representante de Alemania o las veladas referencias a la Matrix en la primera canción de Suecia.
El escenario es una cruz, una cruz que están pisoteando con cuerpo y alma. Y al final del festival la bruja coloca al ganador una corona de espinas en la cabeza.
— Aureliana (@Aureliana23319) May 12, 2024
Cruz y corona de espinas... ¿ya ha empezado el reinado del Anticristo? pic.twitter.com/yUtd6AlcBh
¿Hay una consigna satánica en el Festival de Eurovisión? No.
La lista de ídolos rockeros que han mostrado en mayor o menor grado simpatía por el Diablo es extensa; Desde los Rolling Stones, Doors o Led Zeppelin, pasando por Black Sabbath, Iron Maiden hasta Marilyn Manson. La conexión entre la música rock y el satanismo es un fenómeno complejo que involucra lo publicitario, lo artístico, lo cultural, lo religioso y, también, lo socio-político. Esto se tradujo en un movimiento social de rechazo a los valores, modos de vida y cultura dominantes de un momento dado. En otras palabras: Contracultura.
En la segunda mitad de los sesenta la música en general se hizo más rebelde y agresiva, tanto en su forma como en su volumen. Los rockeros empezaron a dejarse crecer el pelo y a moverse frenéticamente sobre el escenario y hasta los acordes resultaban más difíciles de digerir por el gran público. Era una forma de revelarse contral el sistema y los festivales jugaron un papel fundamental.
El sociólogo y periodista musical Jon Urzelai tiene claro que "las experiencias comunitarias como fuente de liberación son parte de la cosmovisión de esa época y los grandes festivales de música eran fruto de ella."
La contrarevolución neoliberal, sin embargo, barrió el posible potencial subversivo del paradigma que tenían los festivales musicales y, durante la década de los noventa, estos espectáculos multitudinarios cambiaron hacia un nuevo marco donde la cultura y las experiencias ya no apuntaban a horizontes emancipadores, sino que eran vistos como herramientas fundamentales para la construcción de la ciudad postindustrial.
Ahora festivales como Eurovisión constituyen otro modelo de reivindicación del género e identidad sexual. Lo dice claramente la polémica Bambie Thug cuando dice estar orgullosa de que "nosotrxs (recordemos que no se identifica con ningún género) estemos en el Top 10 tras luchar por esta mierda en el backstage. Nosotrxs -prosigue- somos lo que es Eurovisión, no la UER. [...] Aquí estamos lxs queer"
Bambie se desahoga: "Estoy orgullosa de que nosotrxs [su grupo] estemos en Top10 tras luchar por esta mierda en backstage. Ha sido tan duro y horrible. Nosotrxs somos lo que es #Eurovision, no la UER. Que le den a la UER. Esto lo hacen artistas y eurofans. Aquí estamos lxs queer" https://t.co/2OMkfd7zpn
— o Manu lercho 🛰️ (@JonacheMM) May 12, 2024
Y es que, hace años, Eurovisión "salió del armario", gracias en parte a algunos de sus ganadores, que sirvieron para reivindicar este certamen musical como un festival abierto, moderno y tolerante que ha terminado convirtiéndose en un icono de la comunidad LGTB+. Algunos seguirán viendo conspiraciones y agendas ocultas donde solo hay contracultura y protesta, dos elementos que solo la música es capaz de aglutinar para llegar a la gente más joven. Lo vivimos con la psicodelia y la vida en comunidad, ahora los tiempos nos llevan a un nuevo modelo y transformación social a la que muchos conservadores oponen resistencia.
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