Creencias
22/07/2010 (10:57 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
CLAVES BÍBLICAS DEL TAROT
Giordano Berti (Trad.: Isabela Herranz)Cualquiera torcería el gesto al oír hablar de la conexión entre tarot y Sagradas Escrituras. Si en círculos religiosos la idea de que estas cartas son un juego diabólico resulta demasiado radical, igualmente lo es la percepción –en este caso en el ámbito esotérico– de que aquél forma parte de las páginas de un «libro mudo», transmisor de una doctrina hermética y cabalista. Porque, en la actualidad, resulta indiscutible que este medio de adivinación no nació en Egipto, como creían los esoteristas del siglo XVIII, sino que entronca con los símbolos de la cultura cristiana.
El argumento más convincente parte de las teorías de un esoterista holandés, Gérard van Rijnberk (1875-1953), iniciado en la Orden Martinista. Durante dos décadas, Van Rijnberk analizó los 22 arcanos mayores buscando su origen en la literatura clásica, en la tradición bíblica y en la iconografía medieval, para concluir finalmente que el tarot era un juego de origen italiano o francés, nacido a finales del Medievo.
En la década de 1960, siguiendo las investigaciones de Van Rijnberk, la bibliófila estadounidense Gertrude Moakley estableció una relación entre los arcanos del tarot y algunas manifestaciones de la cultura medieval: la fiesta del Carnaval, las procesiones triunfales organizadas por los nobles a imitación de los césares romanos, las representaciones públicas de los Triunfos de Petrarca y del Apocalipsis de San Juan, y las simbologías en los calendarios astrológicos. Gracias a las pesquisas de Moakley, los orígenes de este medio de adivinación se desplazaron definitivamente hacia la cultura padana del siglo XIV (Continúa en AÑO/CERO 240).
En la década de 1960, siguiendo las investigaciones de Van Rijnberk, la bibliófila estadounidense Gertrude Moakley estableció una relación entre los arcanos del tarot y algunas manifestaciones de la cultura medieval: la fiesta del Carnaval, las procesiones triunfales organizadas por los nobles a imitación de los césares romanos, las representaciones públicas de los Triunfos de Petrarca y del Apocalipsis de San Juan, y las simbologías en los calendarios astrológicos. Gracias a las pesquisas de Moakley, los orígenes de este medio de adivinación se desplazaron definitivamente hacia la cultura padana del siglo XIV (Continúa en AÑO/CERO 240).
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