La seguridad nacional encubre la verdad científica
Los expertos en seguridad nacional se preocupan por lo que podrá ver el telescopio Vera Rubin, en Chile y negocian con los científicos lo que pueden o no ver.
En un rincón remoto del desierto de Atacama, en Chile, se erige el observatorio Vera Rubin, un revolucionario telescopio que está a punto de escudriñar los secretos más profundos del universo. Pero, no todo lo que consiga capturar estará al alcance de nuestros ojos. Nos explicamos:
El Observatorio Vera Rubin, dirigido por el astrónomo Željko Ivezić, ha estado en el centro de una negociación intrigante y plagada de misterio que revela cómo la seguridad nacional puede interferir en la búsqueda científica de la verdad.
El Vera Rubin es una maravilla tecnológica de mil millones de dólares que promete revolucionar la astronomía. Capaz de capturar imágenes del cielo profundo cada 30 segundos y abarcar el universo hasta 13 mil millones de años luz, este telescopio tiene un poder impresionante: identificar más de 40 mil millones de objetos, desde asteroides hasta estrellas que explotan. Sin embargo, también podría revelar algo que el gobierno de los Estados Unidos preferiría mantener oculto: sus satélites espía.
La tensión entre la ciencia y el secreto
La posibilidad de que los satélites militares aparezcan en las imágenes del Vera Rubin inquietó a agencias estadounidenses. En un intento por evitar que estas tecnologías sensibles fueran expuestas, Ivezić se encontró negociando con una agencia cuya identidad nunca le fue revelada. "No sabía con quién estaba hablando", confiesó al redactor de The Atlantic, Ross Andersen. Las comunicaciones llegaban a través de intermediarios de la National Science Foundation, y él solo podía suponer que sus interlocutores eran expertos tanto en seguridad como en astronomía.
La CIA o la NSA eliminan satélites y objetos secretos de los datos de los observatorios, los UAP también son filtrados
El temor del gobierno estadounidense no es nuevo. Durante la Guerra Fría, se guardó un hermético silencio sobre las capacidades espaciales militares, llegando incluso a clasificar la existencia de la National Reconnaissance Office (NRO) hasta 1992. Esta agencia, responsable de los satélites espía, opera bajo un velo de secreto extremo. Hoy, ese sigilo choca con el potencial del Vera Rubin de capturar lo que se supone que no deberíamos ver. ¿Incluye esto los UAP (Fenómenos Anómalos No Identificados) u otros hallazgos relacionados con la vida extraterrestre?
Sobre este detalle ha llamado la atención la astrónoma de la Universidad de Estocolmo, Beatriz Villarroel, a través de su cuenta en X. La científica que se esforzó por localizar evidencias de artefactos no terrestres en placas fotográficas del cielo previas a 1957 y escribe en X: "...Las agencias de tres letras [en alusión a la CIA o la NSA] eliminan satélites y objetos secretos de los datos de los observatorios. Sin duda, es probable que los UAP también sean filtrados por estos estudios transitorios". Villarroel reclama en su tweet un espacio seguro para los científicos que estudian los ovnis.
The article discusses how 3-letter agencies remove secret satellites and objects from observatory data. Undoubtedly, UAP are also likely to be filtered out by these transient surveys. There is a serious need for a safe space for scientists studying UFOs. https://t.co/9jG8e3UXkk
— Beatriz Villarroel (@DrBeaVillarroel) December 3, 2024
Un delicado compromiso
De acuerdo a las filtraciones, cada imagen capturada por el telescopio es cifrada y enviada a una instalación segura en California, donde se analizan los datos en busca de objetos nuevos. Si se detectan activos secretos, como satélites espía, estos se eliminan antes de que los astrónomos reciban los datos. Las imágenes completas se publican tres días después, cuando dichos satélites probablemente hayan cambiado de posición.
El periodo de embargo fue un punto especialmente difícil en las negociaciones. Ivezić buscaba un plazo de 10 horas, mientras que sus interlocutores querían una semana. Al final, acordaron tres días y ocho horas, un compromiso que permitió balancear la seguridad nacional con el progreso científico.
¿Qué otras informaciones podrían estar siendo eliminadas sin nuestro conocimiento? ¿Cómo sabemos lo que no nos está permitido ver? Mientras las agencias gubernamentales filtran los datos, cabe preguntarse qué podría escapar a nuestra comprensión colectiva del universo.
El caso del Vera Rubin destaca las tensiones inherentes entre la exploración científica y la seguridad nacional y nos recuerda que la ciencia no siempre opera en un vacío. En un mundo donde los telescopios pueden capturar tanto el nacimiento de una estrella como el trazo fugaz de un satélite espía, la pregunta sigue siendo: ¿qué más estamos perdiendo en nombre del secreto? ¿Nos dirían el hallazgo de vida extraterrestre?
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