Conspiraciones
21/06/2013 (11:08 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
LA CONSPIRACIÓN REPTILIANA
Javier PeinadoLa figura del reptil –especialmente la serpiente– despierta en nuestro subconsciente una irresistible mezcla de terror y fascinación desde que tenemos uso de razón. Dualidad indispensable en el folklore universal, pocos iconos poseen una carga semejante de significado para el ser humano como el de esta criatura antagónica, que parece acecharnos como una inevitable fuerza elemental. Pero, ¿y si dicha influencia fuera premeditada, teniendo como fin un plan maestro para someter a nuestra especie?
Tras esta pregunta se esconde la que es por derecho propio la madre de todas las teorías conspiratorias: estamos siendo esclavizados por una raza de humanoides reptilianos que domina el planeta desde la élite político-económica mundial, en un engaño de proporciones cósmicas que traslada la lucha de clases a un nuevo y aterrador nivel. Una idea fascinante que ha cautivado a cientos de personas desde que un carismático político, ascendido a gurú espiritual, revelara al mundo la verdad sobre los auténticos amos de la humanidad. Y es que tras toda causa hay un hombre apasionado dispuesto a luchar por ella. Ese hombre, 15 años después, continúa siendo David Icke.
EL PROFETA TURQUESA
Nacido en Leicester en 1952, David Vaughan Icke encontró en el fútbol la perfecta vía de escape a la pobreza, destacando como guardameta y siendo seleccionado para las ligas menores, hasta que una artritis reumatoide le obligó a abandonar los terrenos de juego con 21 años. Icke centró entonces sus energías en el periodismo deportivo para, poco después, saltar a la política, donde prosperó como portavoz del Partido Verde.
Fue en 1989 cuando lo sobrenatural irrumpió en su vida mediante una presencia invisible, que le guió a la obra de la psíquica y sanadora Betty Shine, la cual le anunciaría su papel como «sanador del planeta». Tras una experiencia mística vivida en Perú, Icke decidió volcarse en su nueva y providencial misión, convirtiéndose en el canal energético de todo tipo de entidades espirituales a través de la escritura automática, en lo que se conoce como su «período turquesa». En 1991 se produjo el punto de no retorno, cuando anunció públicamente ser «hijo de la Cabeza de Dios», vaticinando el fin del mundo para 1997, tras innumerables desastres naturales. La consiguiente crucifixión mediática supuso un duro golpe para su credibilidad. Pero, lejos de rendirse, contraatacó escribiendo varios libros, donde expuso sus revolucionarias ideas hasta el punto de fundar su propia editorial. En La Rebelión de los Robots (1994), Icke alude a los Protocolos de Sión para destapar la existencia de una élite mundial que dirige desde las sombras el destino de la humanidad, concepto que se convertiría en el dogma de fe de la amalgama de teorías que daría forma a su credo personal y que alcanzaría la madurez en la obra que le daría fama mundial: El Mayor Secreto (1999), «piedra Rosetta de la conspiración», donde revela la existencia de una raza de seres con fisionomía reptiliana que tiraniza a los humanos mediante la infiltración sistemática en su élite económica y política. Tales criaturas provendrían de la estrella Alpha Draconis y estarían relacionadas con los Annunaki sumerios mencionados por Zecharia Sitchin a través de su teoría del «astronauta antiguo» (Icke los llama La Hermandad Babilónica) (Continúa en AÑO/CERO 275).
EL PROFETA TURQUESA
Nacido en Leicester en 1952, David Vaughan Icke encontró en el fútbol la perfecta vía de escape a la pobreza, destacando como guardameta y siendo seleccionado para las ligas menores, hasta que una artritis reumatoide le obligó a abandonar los terrenos de juego con 21 años. Icke centró entonces sus energías en el periodismo deportivo para, poco después, saltar a la política, donde prosperó como portavoz del Partido Verde.
Fue en 1989 cuando lo sobrenatural irrumpió en su vida mediante una presencia invisible, que le guió a la obra de la psíquica y sanadora Betty Shine, la cual le anunciaría su papel como «sanador del planeta». Tras una experiencia mística vivida en Perú, Icke decidió volcarse en su nueva y providencial misión, convirtiéndose en el canal energético de todo tipo de entidades espirituales a través de la escritura automática, en lo que se conoce como su «período turquesa». En 1991 se produjo el punto de no retorno, cuando anunció públicamente ser «hijo de la Cabeza de Dios», vaticinando el fin del mundo para 1997, tras innumerables desastres naturales. La consiguiente crucifixión mediática supuso un duro golpe para su credibilidad. Pero, lejos de rendirse, contraatacó escribiendo varios libros, donde expuso sus revolucionarias ideas hasta el punto de fundar su propia editorial. En La Rebelión de los Robots (1994), Icke alude a los Protocolos de Sión para destapar la existencia de una élite mundial que dirige desde las sombras el destino de la humanidad, concepto que se convertiría en el dogma de fe de la amalgama de teorías que daría forma a su credo personal y que alcanzaría la madurez en la obra que le daría fama mundial: El Mayor Secreto (1999), «piedra Rosetta de la conspiración», donde revela la existencia de una raza de seres con fisionomía reptiliana que tiraniza a los humanos mediante la infiltración sistemática en su élite económica y política. Tales criaturas provendrían de la estrella Alpha Draconis y estarían relacionadas con los Annunaki sumerios mencionados por Zecharia Sitchin a través de su teoría del «astronauta antiguo» (Icke los llama La Hermandad Babilónica) (Continúa en AÑO/CERO 275).
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