La gran mentira de la felicidad
Perseguimos una quimera que creemos que vamos a alcanzar, pero que se aleja a medida que adquirimos la última posesión, y así continuamente
Los auténticos amos del sistema, aquellos que manejan enormes activos financieros, actualmente representados en las 1.000 multinacionales más poderosas del planeta –que se agrupan en el Foro Económico Mundial–, están de acuerdo en un asunto esencial: que para que el sistema global capitalista funcione es necesario proyectar a través de los mass media –que estas corporaciones controlan en su mayor parte– un potente mito. Básicamente se basa en «venderle» a la población que la vida consiste en recibir una formación académica y luego en dedicarse en cuerpo y alma a conseguir un empleo y a mantenerlo, trabajando sin descanso para ganar cada vez más dinero y comprar más bienes y servicios (una casa de fin de semana, otro coche, la ropa más cara, el último teléfono móvil, etc.). De este modo, a medida que poseemos más cosas obtendremos mayor felicidad. La realidad es que la vida acaba convirtiéndose en algo monótono, carente de auténtico interés, y que a pesar de que seguimos comprando y comprando, esa felicidad nunca llega. Perseguimos una quimera que creemos que vamos a alcanzar, pero que se aleja a medida que adquirimos la última posesión. La razón es evidente: se trata de una enorme mentira, pero extremadamente bien proyectada a la opinión pública gracias al trabajo de los mejores expertos en mercadotecnia. Su finalidad es que un sistema económico basado en el crecimiento continuo –porque si no crece o decrece, se colapsa provocando crisis que pueden acabar con ese mismo sistema– siga funcionando al menos durante algunos años más, para que las corporaciones del Foro Económico Mundial dispongan de tiempo para crear el nuevo sistema –que ya nada tendrá que ver con el capitalismo– y continuar así manteniendo su posición de privilegio. Por eso, ante la nueva realidad de crisis ecológica, falta de recursos y precariedad que se avecina, los mass media están empezando a proyectar una imagen distinta de lo que es la felicidad: realizarnos personalmente con actividades simples mientras vivimos con lo justo y consumimos ocio barato a través de internet.
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