Conspiraciones
22/10/2012 (09:29 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
EL ENIGMA MORGELLONS
Miguel Ángel RuizA pesar de las miles y miles de patologías catalogadas, cada vez es más frecuente toparse con alguna enfermedad de las llamadas raras o con uno de esos síndromes de diagnóstico imposible. Pero también existen afecciones que eluden obstinadamente cualquier clasificación médica, como si la naturaleza del mal no fuese de este mundo. El ejemplo que vamos a mostrarles a continuación podría pertenecer a esta última categoría O formar parte de una de esas pesadillas recurrentes que perturban nuestra paz.
Transcurre un prolongado lapso de tiempo desde el momento en que se detecta una enfermedad desconocida; inicialmente por quienes la padecen; luego, por los desconcertados médicos de cabecera y, finalmente, por una legión de sanitarios que, por inercia, tenderán a poner en duda la nueva amenaza. Dicho periodo suele caracterizarse por el desconcierto, la sorpresa y la falta de información.
Lo anterior se cumple en una inquietante patología conocida como Morgellons. «Descubierta» en EE UU, sus síntomas la sitúan en el limbo de la investigación médica. De hecho, ni siquiera hay acuerdo en que estemos frente una enfermedad «al uso».
Todo comenzó en 2002, cuando una bióloga estadounidense llamada Mary Leitao advirtió que Drew, su hijo de casi 3 años, se quejaba constantemente de unas molestias bajo la piel. A pesar de haberle llevado en varias ocasiones a distintos dermatólogos, los especialistas no hallaron nada especialmente preocupante, limitándose a prescribirle cremas para los eccemas.
Sin embargo, después de aplicar aquellos sencillos fármacos a su hijo, Leitao descubrió que de las pequeñas heridas que éste tenía en la piel, comenzaron a aflorar una especie de filamentos de colores. Obviamente, como cualquier madre, Mary se horrorizó. No obstante, como bióloga, en lugar de deshacerse de aquellas fibras, recogió todas las que pudo en botes para muestras. Desde el primer momento, Leitao se convenció de que su pequeño estaba infectado por un terrible parásito
Así comienza la historia de Mary Leitao y su hijo Drew. Un relato no muy diferente al de cualquier familia con uno de sus miembros aquejado de Morgellons, enfermedad que, a partir de 2002, se convirtió en noticia recurrente en los medios de comunicación de EE UU.
Los pacientes de Morgellons viven convencidos de que bajo su piel, justo en las heridas que, según dicen, no sanan nunca, viven criaturas que se mueven. Generalmente, esos «insectos» tienen la apariencia de extraños filamentos de variados colores. Negros, rojos, azules, blancos Aunque no siempre son fibras. En ocasiones, se trata de puntos o motas negras y, otras veces, se agrupan en pequeñas bolas, similares a las pelusillas de polvo que se forman en cualquier vivienda.
También cuentan que el movimiento de los parásitos es mucho más acusado durante la noche, cuando tratan de dormir e intentan quedarse quietos al objeto de conciliar el sueño. Es entonces cuando perciben con claridad cómo se agitan las fibras que «viven» en su interior.
Además, los pacientes se quejan de cansancio extremo, falta de atención y pérdida de memoria. No obstante, su principal preocupación es saber qué son esos filamentos que afloran de sus heridas (Continúa en AÑO/CERO 267).
Lo anterior se cumple en una inquietante patología conocida como Morgellons. «Descubierta» en EE UU, sus síntomas la sitúan en el limbo de la investigación médica. De hecho, ni siquiera hay acuerdo en que estemos frente una enfermedad «al uso».
Todo comenzó en 2002, cuando una bióloga estadounidense llamada Mary Leitao advirtió que Drew, su hijo de casi 3 años, se quejaba constantemente de unas molestias bajo la piel. A pesar de haberle llevado en varias ocasiones a distintos dermatólogos, los especialistas no hallaron nada especialmente preocupante, limitándose a prescribirle cremas para los eccemas.
Sin embargo, después de aplicar aquellos sencillos fármacos a su hijo, Leitao descubrió que de las pequeñas heridas que éste tenía en la piel, comenzaron a aflorar una especie de filamentos de colores. Obviamente, como cualquier madre, Mary se horrorizó. No obstante, como bióloga, en lugar de deshacerse de aquellas fibras, recogió todas las que pudo en botes para muestras. Desde el primer momento, Leitao se convenció de que su pequeño estaba infectado por un terrible parásito
Así comienza la historia de Mary Leitao y su hijo Drew. Un relato no muy diferente al de cualquier familia con uno de sus miembros aquejado de Morgellons, enfermedad que, a partir de 2002, se convirtió en noticia recurrente en los medios de comunicación de EE UU.
Los pacientes de Morgellons viven convencidos de que bajo su piel, justo en las heridas que, según dicen, no sanan nunca, viven criaturas que se mueven. Generalmente, esos «insectos» tienen la apariencia de extraños filamentos de variados colores. Negros, rojos, azules, blancos Aunque no siempre son fibras. En ocasiones, se trata de puntos o motas negras y, otras veces, se agrupan en pequeñas bolas, similares a las pelusillas de polvo que se forman en cualquier vivienda.
También cuentan que el movimiento de los parásitos es mucho más acusado durante la noche, cuando tratan de dormir e intentan quedarse quietos al objeto de conciliar el sueño. Es entonces cuando perciben con claridad cómo se agitan las fibras que «viven» en su interior.
Además, los pacientes se quejan de cansancio extremo, falta de atención y pérdida de memoria. No obstante, su principal preocupación es saber qué son esos filamentos que afloran de sus heridas (Continúa en AÑO/CERO 267).
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