La CIA se interesó por la medicina paranormal empleada por los soviéticos
La URSS intentó curar los efectos tóxicos de las armas químicas en la salud humana empleando medicina paranormal.
John Greenewald publicó en su portal web Black Vault un documento remitido por la CIA, gracias a una solicitud previa amparada por la Ley de Libertad de Información, que brinda a los ciudadanos el derecho a acceder a información del Gobierno Federal de EE UU. El documento en cuestión corresponde a un informe redactado por la CIA en 1991 con la intención de conocer ciertos avances soviéticos en el campo de la percepción extrasensorial. El texto, disponible para todo aquel internauta que lo quiera consultar, sin embargo, no muestra una versión completa. Como acostumbra a ocurrir en la liberación de esta clase de materiales clasificados, las páginas presentan abundantes tachaduras para preservar datos que hoy día todavía se consideran delicados y cuya revelación podría implicar riesgo para la seguridad nacional o para las personas mencionadas en los párrafos censurados.
Algunas investigaciones rusas en parapsicología llamaron la atención de la CIA
Tampoco queda nada claro el propósito detrás de la elaboración del documento. Ni a quién iba dirigido o con qué cometido. ¿Se trataba de una recopilación de información rutinaria o más bien estaba integrada en algún operativo de inteligencia muy específico que se iba a llevar a cabo? La parquedad de estas dos páginas da pie a todo tipo de especulaciones, pero al menos dan noticia de un par de investigaciones de parapsicología en la Unión Soviética que llamaron la atención a las autoridades estadounidenses. En concreto, se mencionan los insólitos trabajos de dos estudiosos rusos: Konstantin Buteyko y Vlail Kaznacheyev.
Al parecer, en 1987 la Academia Soviética de Ciencias concedió 450.000 rublos al Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de la URSS para que indagara acerca de los efectos de la dioxina, componente del agente naranja, en el sistema inmunológico del ser humano. Conviene recordar a este respecto que la toxicidad de ese elemento no era una cuestión menor. En la guerra de Vietnam se vertieron más de 80.000 litros de herbicidas, siendo el más usado el citado agente naranja por el color del barril que lo almacenaba. La misión de este producto químico consistía en destruir las cosechas gracias a su acción defoliante que ataca los suelos y los sedimentos para debilitar la producción de alimentos del enemigo. En principio el agente naranja fue concebido para que terminara su acción dañina en un período de tiempo concreto. Sin embargo, luego acabó demostrándose que permanecía en los campos más de lo debido y que durante su producción apareció una dioxina inesperada carcinógena, hidrofóbica y de fácil propagación contaminante en la naturaleza.
El tratamiento contra la dioxina incluía el uso de métodos psíquicos
Por lo tanto, los efectos perniciosos de esa dioxina en la salud humana debieron interesar a los soviéticos, quienes entre 1987 y 1988 sometieron a "un tratamiento médico no tradicional" a unos 3.000 pacientes dentro del Instituto de Medicina Clínica y Experimental. "Este tratamiento –se expone en el informe ahora desclasificado– incluía el uso de métodos psíquicos".
En 1989, Konstantin Buteyko era el jefe del laboratorio de tratamiento no tradicional del mencionado instituto de medicina y proporcionó a los pacientes experimentales una dieta especial y un régimen de descanso. Como parte del enfoque de este ensayo clínico, el doctor Buteyko desarrolló un prueba conforme a la cual un especialista médico intentaba "transmitir psíquicamente la bioenergía a los pacientes para permitirles controlar o curar el asma, la sinusitis, las alergias, la bronquitis crónica, la inflamación pulmonar y las enfermedades del corazón".
BIOENERGÍA
No era la primera vez que probaba este procedimiento. Buteyko había perfeccionado su método a principios de la década de 1980 mediante la realización experimentos con pacientes voluntarios colocados en el centro de una habitación entre dos espejos cóncavos fijados en paredes opuestas. Un médico se sentaba al lado del voluntario y se concentraba en transmitirle energía psíquica a la vez que el paciente transmitía su propia energía psíquica al doctor. De este modo, el facultativo buscaba empatizar con el malestar del paciente. Buteyko creía que los espejos concentraban y reflejaban la energía psíquica que circulaba así por la sala.
Comentarios
Nos interesa tu opinión