La conspiración de las conspiraciones
Mientras discutimos y damos cabida a conspiraciones fakes, los poderosos siguen a lo suyo, riéndose de nuestra estupidez
Mientras miramos el dedo que apunta a la Luna no nos fijamos en lo importante, que es nuestro satélite. Pues eso mismo está ocurriendo en el mundo de las conspiraciones: mientras programas de radio, de televisión, canales de YouTube, podcasts y las redes sociales hierven de conspiranoia bien condimentada de fake news, ideología extremista y racista, antivacunas travestidos de "alternativos" y manipulaciones bien engrasadas por intereses económicos, como se suele decir, nos la están metiendo doblada. Mientras discutimos sobre cuáles son los inconfesables planes de los Illuminati, si el Gobierno de EE UU está entregando a seres humanos a los extraterrestres a cambio de tecnología o cuándo se va a activar el nanochip que nos ha inoculado Bill Gates en las vacunas contra el covid, no prestamos atención a lo importante –y no a chorradas–, a las conspiraciones de verdad, las que están llevando a cabo corporaciones muy poderosas y que van a decidir nuestra salud, derechos sociales, capacidad adquisitiva y el futuro de nuestros hijos. En aquellos países desarrollados con un sistema de salud público, gratuito y universal –como es el caso de España, que en este aspecto es un puntal en el mundo– existe una estrategia bien definida para debilitarlo paso a paso, hasta que finalmente acabe cayendo por su propio peso y todos los que podamos tengamos que pagar por nuestra salud y costearnos los tratamientos más caros. Los que no, que se jodan. Detrás están los auténticos conspiradores: multinacionales que pretenden hacer su agosto a costa de nuestro bienestar físico y mental. Eso por no hablar de la conspiración de las petroleras y corporaciones energéticas para ocultar las catastróficas consecuencias para la vida en la Tierra de la extracción de combustibles fósiles. Llevan haciéndolo décadas, y a pesar de que la trama ya ha salido a la luz, continúan actuando igual, desprestigiando a la inmensa mayoría de científicos que están alertando sobre lo que se nos viene encima con el cambio climático. Pero sigamos a lo nuestro: Bill Gates y sus nanochips, mientras los poderosos siguen a lo suyo y se ríen de nuestra estupidez.
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