¿Robaron el cuerpo de Jesucristo?
El misterio de la resurrección de Jesús es uno de los mayores retos para los exégetas escépticos. ¿Qué pasó realmente? ¿Resucitó o se trata de un añadido posterior de sus seguidores? Pero hay otra posibilidad Óscar Fábrega
"Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe", dijo Pablo en su Carta a los Corintios (15, 17).
La resurrección es el fundamento último de la fe cristiana, construida por completo sobre este sobrenatural episodio. Pablo, en esa misma misiva, escrita varios años antes que el Evangelio de Marcos, el más antiguo, menciona que Jesús, resucitado, se apareció a todos los apóstoles, a más de 500 discípulos, a Santiago y, finalmente, a él mismo.
Lo curioso es que los posteriores evangelios, claramente orientados y dirigidos hacia este momento sublime, ofrecen relatos muy dispares sobre estas supuestas apariciones.
Es más, Marcos no incluía ningún episodio de Jesús resucitado en su versión original, aunque en todas las versiones existentes en la actualidad aparezcan en los 12 últimos versículos de esta obra, fruto de una interpolación posterior.
Marcos se limitó a contar que María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé, fueron al sepulcro el domingo de madrugada para perfumar el cadáver y embalsamarlo. Cuando llegaron, se sorprendieron gratamente al encontrárselo abierto. Y en su interior vieron a un joven vestido de blanco que les informó de que Jesús había resucitado, además de exhortarles para que fuesen a informar a los apóstoles de la buena nueva y de ordenarles que el Mesías se encontraría con ellos en Galilea.
Las mujeres salieron despavoridas de allí. Pero, curiosamente, "no dijeron nada a nadie por el miedo que tenían" (Mc 16, 8). Es decir, ¡no informaron a los apóstoles! Por tanto, ¡no se enteraron de que Jesús había resucitado! Y aquí terminaba originalmente el texto.
Ni apariciones de Jesús, ni ascensión, ni nada más. ¿Cómo es posible esto? Una de dos, o las tradiciones en las que se basó no decían nada al respecto, o las eliminó por motivos teológicos. ¿Acaso no conocía Marcos las apariciones que mencionaba Pablo?
El asunto se complica si tenemos en cuenta que los evangelistas posteriores, Lucas y Mateo, que construyeron sus relatos tomando como punto de partida el de Marcos, sí que mencionan varias apariciones de Jesús resucitado para completar la inexplicable omisión de su fuente principal.
¿Se las inventaron o proceden de otra fuente que Marcos no conocía? Por si fuera poco, las escenas de Jesús resucitado son totalmente diferentes en Lucas y Mateo. ¿Cómo es posible que en algo tan importante como la resurrección no se pusiesen de acuerdo?
¿ALGUIEN ROBÓ EL CUERPO?
Este problema ha llevado a que algunos planteen una explicación desconcertante: ¿Y si la creencia en que Jesús había resucitado se debe a que alguien se llevó su cuerpo de la sepultura?
Imaginen: el domingo, al alba, María Magdalena y las otras mujeres llegan a la tumba de José de Arimatea y se la encuentran abierta y vacía. La sorpresa tuvo que ser mayúscula, sobre todo si tenemos en cuenta que el estado emocional en el que se encontraban tras la muerte de su líder.
Es razonable pensar que llegasen a la conclusión de que había resucitado. De ahí que algunos hayan aventurado que quizás se trataba un equívoco: alguien pudo llevarse el cuerpo. Pero, ¿quién?
Quizás fueron los judíos, con la idea de evitar que la tumba se convirtiese en un santuario o para evitar que sus seguidores pudiesen argumentar que había vencido a su cruel destino. De ser así, el resultado fue el contrario: al encontrar el sepulcro vacío, confirmaron la creencia de que había resucitado.
Pero no parece posible. De haber sido así, los dirigentes judíos podrían haber silenciado los rumores de la resurrección reconociendo lo que habían hecho. Quizás fueron los cristianos. Puede parecer llamativo, pero hay algo inquietante en el Evangelio de Mateo que parece indicarlo.
Al día siguiente, es decir, el día después de la preparación de la Pascua, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se congregaron ante Pilato y le dijeron: "Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: a los tres días resucitaré. Así que manda asegurar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, roben el cuerpo, y digan al pueblo que ha resucitado de entre los muertos (…)" (Mt 27, 62-64).
Es más, unos versículos después, cuenta que, una vez resucitado Jesús, los jefes de los sacerdotes le dieron una buena suma a los soldados para que dijesen que los apóstoles habían robado el cuerpo mientras dormían, afirmando que "ésta es la versión que ha corrido entre los judíos hasta hoy" (Mt 28, 15). ¿Hasta hoy? Pensémoslo.
Mateo escribió su Evangelio hacia el año 80 d.C., por lo tanto, en esa época, según él, los judíos pensaban que fueron los discípulos de Jesús los que se llevaron el cuerpo de su líder para fingir su resurrección, aunque debido a que los jefes de los sacerdotes se encargaron de difundir ese falso rumor.
Por lo tanto, estos sugerentes versículos no parecen ser históricos, sino más bien una adición suya para cargarse el rumor de que se había robado el cuerpo de Jesús. Eso sí, fue el único de los evangelistas canónicos que contó esto, y por si fuera poco, su Evangelio es el único en el que se habla de que había guardias que vigilaban la tumba.
¿Y si Mateo introdujo a los guardias para ocultar que realmente aquello había sucedido? Al fin y al cabo, la presencia de los guardias es el mayor impedimento para los defensores de esta teoría. ¿Cómo pudieron los discípulos mover la piedra que tapaba la tumba y llevarse el cadáver? Sencillo. No había.
En resumidas cuentas, si partimos del hecho de que Mateo comentó explícitamente que los judíos de su época pensaban que algunos de sus discípulos se habían llevado el cadáver para fingir que había resucitado, y si tenemos en cuenta que el Evangelio más antiguo termina con las mujeres encontrando la tumba vacía, parece probable pensar que igual pudo pasar aquello.
Los cristianos, lógicamente, han negado y niegan esta teoría, argumentando que muchos de los apóstoles fueron martirizados y que nadie moriría así por una farsa. Los defensores de la teoría del robo responden diciendo que igual no lo sabían todos, sino que fue cosa de unos pocos. Y que quizás la intención no era fingir su resurrección, sino enterrar a Jesús ellos mismos, con la firme creencia de que resucitaría.
Sea como fuere, ¿cómo explicamos los relatos de las apariciones de Jesús en los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan? Y peor aún, ¿cómo explicar las apariciones que mencionó Pablo de Tarso unos años antes de la escritura del Evangelio de Marcos?
Podríamos enrocarnos y plantear que quizás algunos discípulos robaron el cadáver, lo que explicaría que las mujeres encontrasen el sepulcro vacío, y que éstas, convencidas de que Jesús había resucitado, fueran a contárselo a los demás apóstoles, y que algunos de ellos, en momentos de una enorme efusividad, tuviesen visiones de Jesús, o se las inventasen.
Esos rumores se difundieron hasta que llegaron a Pablo… Quizá Marcos, el más antiguo de los evangelistas, no tenía tan claro que fuesen reales aquellas apariciones de las que hablaba Pablo, la única fuente anterior que las mencionaba –que sepamos–, y por ese motivo no incluyó ninguna en su Evangelio.
Comentarios
Nos interesa tu opinión