Civilizaciones perdidas
01/09/2006 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Marilyn Monroe, rompecabezas de una muerte anunciada

¿Suicidio o asesinato? Son las dos hipótesis que pretenden explicar la repentina muerte de la mítica diosa hollywoodiense. Pruebas a favor y en contra enfrentan la "explicación oficial" del suicidio con la "teoría de la conspiración" que sugiere un asesinato auspiciado por la mafia o el FBI. Como en el Cluedo, el clásico juego de sobremesa, tal vez el lector pueda ordenar esas piezas y obtener su propia conclusión sobre quién mató a Marilyn Monroe: ¿Fueron los Kennedy, la CIA, la mafia o el ama de llaves…?

01/09/2006 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Marilyn Monroe, rompecabezas de una muerte anunciada
Marilyn Monroe, rompecabezas de una muerte anunciada
La reciente desclasificación de algunos de los documentos confidenciales que el FBI guardaba celosamente en sus archivos sobre Marilyn Monroe ha vuelto a poner de actualidad las circunstancias que rodearon su muerte. Al parecer, el FBI ocultó algunos detalles de lo que aconteció aquella madrugada del 5 de agosto de 1962 después de evidenciarse los contactos que la actriz mantuvo con líderes comunistas exiliados en México, a los que suministró información secreta sobre la política estadounidense. A la luz de las últimas revelaciones, cabe plantearse si Marilyn Monroe interpretó el papel de una espía al servicio del bloque soviético.

Pieza núm. 1: El policía

A las 04:35 horas de aquel 5 de agosto –apenas diez minutos después de que la policía de Los Ángeles recibiera el primer aviso– el sargento Jack Clemmons inspeccionó la escena donde todavía se hallaba el cadáver de la actriz: "Yacía estirada boca abajo. Evidentemente, el cuerpo había sido colocado en esta posición. Su médico me mostró la mesilla de noche con ocho o diez cajas vacías de píldoras que habían contenido barbitúricos. Me dijo que seguramente se las había tragado todas". Sus sospechas iniciales fueron en aumento al percatarse de que habían transcurrido más de dos horas desde el momento en que los dos médicos certificaron la repentina muerte de Marilyn hasta que se notificó el suceso a la policía. No encontró explicación al hecho de que la asistenta hubiera recogido diversos enseres de la vivienda y la lavadora estuviera en funcionamiento. Tampoco le convencieron las respuestas que le ofrecieron durante el interrogatorio inicial.

Con su olfato policial como guía, el oficial Clemmons albergó pocas dudas de cuál había sido la causa de la repentina muerte de la idolatrada estrella: "Tan pronto como entré en su dormitorio supe que se trataba de un asesinato… En mi opinión, Marilyn Monroe fue asesinada aquella noche. De hecho, era el caso de asesinato más evidente que nunca había visto". Estas sospechas le convirtieron en uno de los primeros en denunciar públicamente la presunta relación de Marilyn con los Kennedy y su posible filiación comunista como los motivos que cavaron su prematura tumba. Citado por los "defensores de la conspiración", lo cierto es que su testimonio quedaría desacreditado tras conocerse sus vínculos con grupos de la derecha fundamentalista americana, hecho que le mereció su expulsión de la policía… ¿Era Clemmons un paranoico al acusar a la CIA de asesinar a Marilyn Monroe o tenía fundadas sospechas para ello?

Pieza núm. 2: El psiquiatra

El afamado psiquiatra Ralph Greenson se hallaba en la "escena del crimen" cuando llegaron los agentes. Calificado como un "personaje siniestro", no se le perdona que recetara barbitúricos de manera tan rutinaria en una estrategia que algunos han considerado que tenía por objeto ejercer una oscura influencia sobre la actriz. Sin embargo, recientes datos parecen exculparlo, al tiempo que restan fuerza a la hipótesis del suicidio. En agosto de 2005, Los Angeles Times divulgaba los detalles de un documento que había permanecido bajo llave en el despacho de John Miner, psiquiatra forense y ayudante del fiscal de Los Ángeles que intervino en el caso. En dicho documento se recogen fragmentos casi textuales de lo revelado por la actriz durante las sesiones en el diván, y que Greenson permitió escuchar a Miner a condición de que éstas nunca se divulgaran. Años después de que el psiquiatra falleciera, Miner decidió que las transcripciones de estas cintas –probablemente destruidas– vieran la luz.
"Va a escuchar palabras obscenas… Mis pechos están empezando a caerse un poco. Pero mi cintura no está mal y mis nalgas son todavía las mejores", se le oye decir a la mítica actriz en una de las grabaciones. En otra de las sesiones, la mujer que se convertiría en el más esplendoroso icono de la belleza revelaba a su terapeuta: "Usted es la única persona que conoce los secretos y pensamientos más privados de Marilyn Monroe. Confío en que nunca le cuente a nadie todo lo que le he dicho". De las conversaciones grabadas apenas dos meses antes de su muerte, no se desprende ningún indicio que sugiera que la idea del suicidio rondara en la mente de Marilyn. De hecho, Greenson ya había dejado de recetarle tranquilizantes. Tal y como afirma el ayudante fiscal, "nadie que las escuche puede concluir que esta mujer se suicidara. Tenía planes específicos para el futuro. Sabía exactamente lo que quería y estaba fascinada con la idea de interpretar a Shakespeare". ¿Es posible que Marilyn Monroe acariciara con optimismo sus proyectos para el futuro y no confesara a su psiquiatra la tentadora idea de quitarse la vida?

Pieza núm.3: El forense

"Suicidio probable" es la conclusión del diagnóstico forense realizado por Thomas Noguchi. En el informe de la autopsia no se menciona que se hallaran restos de drogas o barbitúricos entre las vísceras, lo que contradice la tesis de que Marilyn se quitó la vida ingiriendo pastillas, cuyas cápsulas tendrían que haberse hallado en el tubo digestivo.
¿Es posible que el estómago se hubiera vaciado horas antes durante una defecación? Entrevistado por Matthew Smith, autor de The men who murdered Marilyn (1996), el doctor Cyril Wecht, presidente de la Academia de Ciencias Forenses, explica que la movilidad gástrica del cuerpo se hace más lenta como consecuencia de la gran cantidad de barbitúricos que, supuestamente, ingirió la actriz. De este modo, "si hubiese ingerido toda la droga a la vez no habría suficiente tiempo para que su estómago se vaciase casi por completo antes de su muerte". Tampoco parece probable que ella misma o alguien le hubiese inyectado droga vía intravenosa, ya que la autopsia no reveló ningún pinchazo. Se acepta como hipótesis más probable, según la conclusión del análisis forense, que los barbitúricos le fueron administrados por vía anal a juzgar por la localización de un enema. Pero, a tenor de lo ilógico de este método, cabe preguntarse quién o quiénes "inyectaron" los barbitúricos en el cuerpo de Marilyn Monroe.

Pieza núm. 4: Los Kennedy

Los rumores acerca de un idilio entre el entonces fiscal general Robert Kennedy y Marilyn Monroe ensombrecerían la reputación del mítico clan al situarle como principal sospechoso de la muerte de la actriz. Aunque las "biografías oficiales" se refieren a ello como una calumnia, la hipótesis más plausible es que, después de algún encuentro sexual, Robert suspirara por la bella mujer, aunque ella parecía menos interesada: "No hay espacio en mi vida para él. Supongo que no tengo el coraje de decírselo y hacerle daño", confesó la actriz a su psiquiatra, según se ha conocido en las revelaciones publicadas en 2005.

Anthony Summers, el autor de Goddes: the secret lives of Marilyn Monroe, sitúa a Robert Kennedy en el lugar de los hechos la misma noche de la tragedia. Varias fuentes sugieren que el hermano del presidente habría tomado un helicóptero para desplazarse hasta Los Ángeles, donde una vecina aseguró haber presenciado cómo Robert Kennedy entraba en casa de la actriz horas antes de su muerte. Sin embargo, tales testimonios resultan más que dudosos: Kennedy cenó con sus amigos en la finca y está atestiguado que a la mañana siguiente asistió a la misa del domingo. Por otro lado, si efectivamente la CIA o el FBI tuvieron algo que ver en la muerte de la diva, resulta obvio que en su planificación no fue necesaria una intervención tan directa que pudiera inculpar al hermano del presidente.

Pieza núm. 5: La mafia

Descartada la implicación de la mafia en la muerte de la actriz –carece de sentido "quitar de en medio" a una persona con tan valiosa información para chantajear al presidente– veamos cuál pudo ser su verdadera conexión dentro de esta trama. Sam Giancana era entonces uno de los capos más poderosos e influyentes en el ambiente hollywoodiense, cuya vasta red de negocios para el blanqueo de dinero incluía casinos y locales nocturnos. La conexión entre Giancana y los Kennedy se establece a través del Cal-Neva Lodge, un club a orillas del lago Tahoe entre California y Nevada, propiedad de Frank Sinatra. Aparte del patriarca Joe Kennedy, parece que Marilyn Monroe también frecuentó esos oscuros ambientes y puede que su coqueteo con las drogas terminara sólo después de encontrar apoyo terapéutico en el doctor Greenson.

Como es sabido, Kennedy estrechó el cerco sobre las organizaciones mafiosas, lo que le convirtió en el enemigo número uno para gángsters como Giancana quien, aliado con Jimmy Hoffa, líder del Sindicato de Camioneros, recurriría a todos los medios posibles para extorsionar al célebre mandatario.

El FBI sabía que Giancana estaba parapetándose de manera estratégica en la influencia que Sinatra pudiera ejercer a través de su amistad con el padre de Kennedy para eludir la acción de la justicia. Por otro lado, se rumorea que la mafia pudo amenazar a los Kennedy con fotografías –demostrativas de adulterio– tomadas en alguna de sus fiestas… Obviamente, en esta supuesta maniobra de chantaje la mafia hubo de prestar especial atención a Marilyn.

Parece ser que Jimmy Hoffa habría contratado los servicios de Bernard Spindel, cuya experiencia en el ejército y los servicios secretos le habían convertido en el mayor experto en escuchas telefónicas. Su misión habría consistido en vigilar las conversaciones de la actriz con Kennedy, aunque la biografía más documentada sobre la artista –la escrita por Donald Spoto– niega que estas escuchas tuvieran lugar. Lo cierto es que dicha hipótesis resulta bastante factible: Spindel fue procesado por escuchas ilegales y sus abogados tramitaron una reclamación al FBI para que fueran devueltas aquellas grabaciones que podían ofrecer "pruebas referentes a las causas y circunstancias que rodearon la muerte de Marilyn Monroe".

Pieza núm. 6: El FBI

Está suficientemente constatado que John Edgar Hoover, director del FBI en la época, tenía una obsesión enfermiza por controlar los movimientos de Marilyn Monroe, incluso antes de su compromiso con el escritor Arthur Miller, cuya filiación izquierdista le situaba en el punto de mira del Comité de Actividades Antinorteamericanas del Congreso en la célebre "Caza de Brujas", que fue desatada por el senador McCarthy contra quienes simpatizaban con el comunismo. Desde 1955, cualquier paso de la diva fue estrechamente vigilado por la agencia federal, tal y como se demuestra en los documentos que –a cuentagotas y censurados en la mayoría de sus párrafos– se han ido desclasificando paulatinamente en estas décadas.

La sospecha de que el icono de la sensualidad simpatizara con ideas comunistas y pudiera contribuir a su infiltración en el celuloide era un asunto de máximo interés para el mantenimiento de la "seguridad nacional". Si a ello se añade su idilio con los hermanos Kennedy y los secretos que a través de esta relación pudiera haber conocido, es lógico que el director del FBI estuviera lo suficientemente preocupado como para no darse cuenta de ello y amonestar incluso al mandatario. De hecho, la relación entre JFK y el FBI era más que tensa: Marilyn habría comentado que el presidente quería destituir a Hoover pero no sabía cómo hacerlo…
Sintiéndose abandonada después de haber sido reducida a un mero objeto de capricho para satisfacer los impulsos libidinosos de los Kennedy, los labios de Marilyn se convertían en una seria amenaza: "Conozco un montón de secretos de los Kennedy, secretos muy peligrosos", advirtió. ¿Pudo el FBI haber silenciado de una manera tan definitivamente drástica los labios más sensuales de Hollywood?

Pieza núm. 7: El ama de llaves

Tal vez la imagen de "adorable ancianita" que ofrecía Eunice Murray, la ama de llaves contratada por consejo del psiquiatra Greenson, fue coartada suficiente como para disipar los recelos de la policía. Descrita como una "dama muy extraña", en su actitud hay suficientes elementos como para incluirla en la nómina de sospechosos. De otro modo, resulta difícil encontrar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿Por qué puso la lavadora antes de que llegara la policía? ¿Por qué mintió sobre la hora y circunstancias en que fue hallado el cadáver? ¿Es casualidad que Marilyn apareciera muerta justo un día después de despedir a la señora Murray? ¿Pudo haber sido el ama de llaves quién cometió un crimen en el que los "conspiranoicos" han querido ver la oscura sombra de la CIA?
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