Civilizaciones perdidas
22/06/2009 (12:59 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

LA CONEXIÓN EGIPCIA DE LOS OLMECAS

Prolífico autor y estudioso de los grandes enigmas de la humanidad, Zecharia Sitchin también se ha visto subyugado por los misterios de la civilización olmeca. En "Las Expediciones de Crónicas de la Tierra" (Ed. Obelisco), el escritor nos sumerge en esta inquietante cultura mesoamericana ubicada en México, desvelando objetos "imposibles" y preguntándose sobre cuestiones tan atrayentes como desconcertantes: ¿Son los rasgos de las efigies olmecas una prueba de su origen africano? ¿Existió un "puente" transcontinental que conectó a diferentes pueblos de nuestro planeta en tiempos muy remotos? Libros Recomendados : EL ANTIGUO EGIPTO III LAS MARAVILLAS DE EGIPTO ¡ Visita nuestra Tienda !

22/06/2009 (12:59 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
LA CONEXIÓN EGIPCIA DE LOS OLMECAS
LA CONEXIÓN EGIPCIA DE LOS OLMECAS
Sabemos que los olmecas eran africanos porque conocemos el aspecto que tenían. No en vano, dejaron tras de sí innumerables tallas en piedra y esculturas que les representan. Algunas son efigies de sus jefes, entre las que destacan sobremanera las colosales cabezas de piedra. La primera de estas enormes piezas fue hallada por unos agricultores en el estado mexicano de Veracruz, en 1869. Un informe del descubrimiento la describió como «una obra de arte, una magnífica escultura que, sorprendentemente, representa a un etíope». Los dibujos que acompañaban el expediente reproducían los rasgos negroides de la cabeza, y había un boceto que mostraba el gran tamaño del objeto en comparación con un hombre, de pie junto a ella. La escultura, por singular que fuera dadas sus desconcertantes facciones, no tardó en ser ignorada y, posteriormente, olvidada.
No fue hasta 1925 cuando un equipo de arqueólogos de la Universidad de Tulane encontró una segunda cabeza gigante (medía alrededor de dos metros y medio de altura, y pesaba unas 24 toneladas), esta vez en el estado adyacente de Tabasco. El hallazgo indicaba que la primera estatua de piedra descubierta no era una extraña aberración de la arqueología mexicana. Con el tiempo, se han ido descubriendo muchas más de estas colosales figuras. Si se las compara entre sí, se hace evidente que se trata de representaciones de diferentes individuos, todos ellos con cascos que no siempre son idénticos.
He estado con mis grupos expedicionarios en los emplazamientos olmecas más importantes; pero la primera vez fui por mi cuenta, para ver los importantes hallazgos olmecas de La Venta, que habían sido trasladados a la ciudad de Villahermosa con el fin de ser instalados en un parque-museo, donde pudieran estar protegidos de los daños que habrían podido causarles las prospecciones petrolíferas.
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