Civilizaciones perdidas
31/08/2012 (11:25 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
El Valle de los dinosaurios
Veinte días, 40.000 km y muchos descubrimientos son el resultado de un viaje que ahora nos permite mostrarles, en exclusiva, imágenes que parecen sacadas de la mejor obra de ficción. Pero son auténticas, y están siendo estudiadas por arqueólogos de Sudamérica, incapaces de contener la sorpresa cuando se enfrentan a su enigma. Un enigma que a día de hoy se antoja indescifrable google_ad_client = "ca-pub-5337588033202877"; google_ad_slot = "4290309979"; google_ad_width = 200; google_ad_height = 90; Libros Recomendados : EL LIBRO DE LAS PROFECÍAS MISTERIOS ¡ Visita nuestra Tienda !
Mejor no vayan a la tarde. Han asaltado a dos comerciantes, los han asesinado y los han tirado al río. Por esas pistas de montaña las cosas están muy mal
". El profesor Ulises Gamonal, arqueólogo vocacional, apasionado de una historia que cada vez se desvela más turbia, nos advertía preocupado en las dependencias de su pequeño museo en Jaén, población que en tiempos capitalizó la vasta e inexplorada región de la Amazonía peruana.
Llevábamos varios días atravesando el país andino, asimilando los contrastes de una tierra que en apenas 200 km reúne áridos desiertos y selvas profundas, cruzando a su vez montañas que alcanzan los 6.500 m –ya se sabe que el cuerpo viaja en avión, pero el alma tarda más porque lo hace por tierra–. Nuestro objetivo, amén de muchas y variadas exclusivas que iremos desgranando en próximos números, era sumergirnos en las entrañas de la jungla amazónica. A cuatro horas de la ciudad colonial de Chachapoyas, en el cerro del Yamón, los habitantes de las comunidades de la región habían testimoniado la existencia de unas pinturas rupestres ocultas por la vegetación, en un punto muy agreste de estas montañas impenetrables, picos sagrados donde desde épocas inmemoriales se iniciaban los chamanes, porque su misterio venía desde los tiempos de los dioses antiguos
Lorenzo Fernández Bueno y Juan José Revenga
Llevábamos varios días atravesando el país andino, asimilando los contrastes de una tierra que en apenas 200 km reúne áridos desiertos y selvas profundas, cruzando a su vez montañas que alcanzan los 6.500 m –ya se sabe que el cuerpo viaja en avión, pero el alma tarda más porque lo hace por tierra–. Nuestro objetivo, amén de muchas y variadas exclusivas que iremos desgranando en próximos números, era sumergirnos en las entrañas de la jungla amazónica. A cuatro horas de la ciudad colonial de Chachapoyas, en el cerro del Yamón, los habitantes de las comunidades de la región habían testimoniado la existencia de unas pinturas rupestres ocultas por la vegetación, en un punto muy agreste de estas montañas impenetrables, picos sagrados donde desde épocas inmemoriales se iniciaban los chamanes, porque su misterio venía desde los tiempos de los dioses antiguos
Lorenzo Fernández Bueno y Juan José Revenga
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