Civilizaciones perdidas
24/06/2008 (10:15 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

"El milagro de El Pilar"

Basílica del Pilar (Zaragoza)Lunes, 3 de agosto de 1936Todos los turistas se quedan asombrados ante la visión de las dos bombas que permanecen expuestas en la basílica del Pilar. Fueron lanzadas contra el templo durante la Guerra Civil. Milagrosamente, no explotaron. Pero, ¿qué ocurrió realmente?

24/06/2008 (10:15 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
"El milagro de El Pilar"
"El milagro de El Pilar"
El muro de niebla se desmorona… Es entonces cuando los reclutas vislumbran de nuevo las siluetas de sus compañeros, presos del espanto, sin creerse todavía que han esquivado la visita de la muerte. Alguien resquebraja la garganta gritando con voz temblorosa: "¡Milagro, milagro, milagro!¡Esto ha sido un milagro de la Virgen! ¡Milagro!".

A la mañana del día siguiente, todos los periódicos locales se hacen eco de la insólita noticia: tres bombas lanzadas desde un avión del bando republicano caen sobre la basílica del Pilar, causando algunos daños sobre la cúpula y en el adoquinado de la entrada, pero sin que se produjese explosión alguna. "Lo verdaderamente extraordinario –leemos en la crónica del suceso del diario Heraldo de Aragón– fue que ninguna de las tres bombas llegase a explotar, siendo así que, según el informe técnico del Parque de Artillería, se realizaron todas las operaciones necesarias para la explosión. (…) Ha sido la Virgen del Pilar la que, sin género alguno de duda, ha librado al pueblo de Zaragoza".

El Ayuntamiento y las autoridades pertinentes convocan entonces los primeros desfiles y "manifestaciones de desagravio", no sólo en Zaragoza, sino también en otros rincones de España. Era evidente que, si los misiles arrojados por los republicanos no explotaron, quedaba al menos la oportunidad para que los nacionales se encargaran de explotar a su favor el "milagro". Y como un auténtico "reguero de pólvora" –y nunca mejor dicho– esa misma tarde ya circulaban por las calles de la capital aragonesa las primeras coplas y cánticos atribuyendo el suceso a una oportuna intervención de la Virgen: "Tiran los rojos tres bombas a la Virgen del Pilar, y la Virgen las recoge y no las deja explotar. Pensaste acabar de un golpe y el Pilar buscas, canalla; no erraste no, pero el tiro te salió por la culata… (sic)". Tres años después, la prensa de entonces confirmaba: "El análisis de los artefactos efectuado en el Parque de Artillería de Zaragoza demostró que las bombas tenían fulminante y que el hecho de que no hicieran explosión ninguna de ellas, sólo puede explicarse mediante la intervención milagrosa de la Providencia Divina".

Un misterioso avión

Sin embargo, aún hoy, numerosos interrogantes planean alrededor de cuál pudo haber sido el verdadero origen de la misteriosa avioneta que había lanzado los proyectiles sobre el Pilar. La prensa aragonesa aseguró que se trataba de una avioneta –la Fokker trimotor F-VII adaptada como bombardero, aunque otras fuentes apuntan que era un Potez 54–, con tres tripulantes, sobrevolando a baja altura y, cuyas luces y demás reflectores, encendidos, se interpretaron como señal amistosa y que, tal vez como hábil estrategia de camuflaje, tremolaba una bandera bicolor –insignia identificada entonces con el bando franquista–. Ello permitiría eludir los disparos de la guarnición atrincherada en Zaragoza, que pudo haber confundido el aparato, considerándolo aliado a pesar de que, en aquellas fechas, el ejército nacional no contaba con fuerza aérea. Otros testimonios aseguran que el avión volaba con las luces apagadas, lo que coincide con la observación de algunos historiadores, para quienes el aparato fue preparado especialmente para reducir el escape de humos del motor, lo que impediría su visibilidad. En cualquier caso, todavía no se ha esclarecido el verdadero motivo por el que no saltaron las alarmas ni abrieron fuego los cañones de las baterías antiaéreas.

Ni siquiera se conoce con exactitud el punto desde donde realmente despegó la avioneta. Frente a la "versión oficial" de la época, de que ésta partió del aeropuerto de el Prat de Llobregat (Barcelona), por iniciativa de independentistas catalanes, hay quien argumenta que la dificultad de orientarse en un vuelo nocturno en aquella época sólo permite la posibilidad de que el aparato despegara desde un aeródromo próximo a Zaragoza, como el de Sariñena, en el frente de Aragón.

En cuanto a la misteriosa identidad del piloto –aunque algunas fuentes aseguran que eran tres–, sólo pudo ser desvelada una vez finalizada la contienda. La propaganda franquista se encargó incluso de divulgar la noticia de que éste habría sido ascendido a oficial por el gobierno republicano de Madrid en reconocimiento a su hazaña, mientras que otros rumores aseguraban que los ingenieros encargados de las bombas del avión habrían sido fusilados por un pelotón marxista. Tras largas pesquisas, Manuel Aznar, corresponsal del Heraldo de Aragón, consiguió dar con el enigmático piloto tras infiltrarse en las filas del bando republicano: "Tenía yo que ir con mucho tiento en la conversación; no sólo porque el piloto se habría callado si llega a descubrir mis verdaderos sentimientos, sino porque me exponía a una denuncia fulminante y, tras la denuncia, el fusilamiento", relata el audaz reportero en su crónica firmada en octubre de 1939.

Tres bombas y un milagro
Aquel piloto era el alférez Villa Ceballos: "Una vez me encontré sobre la ciudad, descendí tranquilamente y empecé a fijarme en las siluetas de La Seo y del Pilar… Efectué una pequeña vuelta, a fin de centrar bien mis blancos, y una vez que obtuve la seguridad del éxito, lancé cuatro bombas seguidas". Una de ellas caería en las aguas del río Ebro mientras las tres restantes se desplomaron sobre el edificio religioso.

El turista que visite hoy día el Pilar, y que doble el cuello para contemplar la cúpula interior de la basílica, podrá contemplar todavía los boquetes provocados por dos de los proyectiles. Uno de ellos es visible en una de las esquinas del marco dorado que rodea el fresco de Goya Adoración del nombre de Dios. Algo más disimulado, el segundo orificio puede observarse en una de las pilastras de la cúpula de la Santa Capilla. El proyectil que entró por ahí cayó a diez metros de la imagen de la Virgen.

Casualmente, y como si se tratara de una señal más de la Providencia alimentando la naturaleza milagrosa del inexplicable incidente, la tercera de las bombas había caído en la plaza, frente a la fachada de la monumento, incrustándose verticalmente para originar un insignificante socavón en el adoquinado que reflejaba la insólita forma de una cruz… "Pudieron algunos obreros desempotrarla del suelo –escribió Leandro Aína en 1939, el más incondicional cronista del supuesto milagro–, en el que quedó perfectamente señalada la forma de la Cruz al saltar hechos ciscos tres adoquines del pavimento". Un inequívoco signo milagroso, ciertamente, siempre y cuando la caprichosa forma del hoyo en el empedrado fuera contemplado por personas lo suficientemente pías y devotas. Desde entonces, sobre el lugar en el que cayó el proyectil se colocó una pequeña lápida de mármol blanco, respetando la forma de cruz irregular con la inscripción "3-VIII-1936", que todavía perdura hasta nuestros días, aún a pesar de que, según nos confesó el canónigo de la ciudad que amablemente nos atendió, algunos grupos políticos abogaban por su retirada.

¿Milagro o conspiración?

Preguntado por el periodista del Heraldo de Aragón, el alférez Villa Ceballos reconoce su perplejidad ante el incidente: "Me elevé rápidamente a fin de evitar los efectos de la explosión y cuando hube ganado alguna altura, advertí que la explosión no llegaba. Mi asombro no tuvo límites. ¿Qué acontecía? Rondé el Pilar durante un par de minutos y… Nada. No estallaban las bombas. Me quedé perplejo".
¿Cuál había sido la verdadera causa de que las bombas no explosionaran? El minucioso análisis realizado en su momento por técnicos del Parque de Artillería de Zaragoza concluye: "De su examen se deduce que la espoleta funcionó, su aguja hirió y dio fuego a la cápsula fulminante… que ésta estaba completa (pólvora, cebo y multiplicador), pero su orden, cuando lo vimos, no era el debido… Para el creyente, el milagro es patente de todos modos, tanto si el trastocamiento se hizo por mano divina, como si lo realizó la mano humana por descuido o ignorancia". Aunque el informe, firmado por el teniente coronel Manuel Cella, ha desaparecido de los archivos eclesiásticos, su contenido puede consultarse en los viejos libros de autores religiosos. A este documento se añade la comunicación emitida por el Cabildo Metropolitano, que ve la luz por primera vez en estas mismas páginas –véase cuadro– y en donde se apuesta por la naturaleza extraordinaria del supuesto milagro, siempre desde el punto de vista de que el informe tiene origen religioso.

Sin embargo, el testimonio del piloto que lanzó los torpedos sobre el Pilar ofrece una interpretación bien distinta. De regreso al aeródromo, Villa Ceballos se apresuró a revisar las dos bombas sobrantes. Descubrió que ninguna de ellas contenía fulminante. Por descuido o por sabotaje, la partida de proyectiles con la que la noche anterior fue cargada la avioneta que se dirigiría a Zaragoza estaba defectuosa. Una oportuna casualidad que, de no haber acontecido, habría reducido el santuario a escombros.

No obstante, no todos los historiadores piensan que el verdadero objetivo de aquella ráfaga de torpedos era la basílica. Tras analizar la trayectoria de la avioneta, el investigador Jose Luis Alcofar esgrimió en la revista Historia y Vida que la intencionalidad del bombardeo bien pudiera ser otra muy distinta: "No es razonable suponer que si el ataque fue dirigido al templo, se le bombardeara a lo ancho, en lugar de hacerlo longitudinalmente siguiendo su eje de mayores dimensiones. En cambio, si el objetivo era el puente, la línea de impactos, aunque desplazada, es la correcta".

Los datos todavía son contradictorios. Para algunos, la sospechosa instrumentalización del incidente, curiosamente acaecido en las primeras semanas de contienda, sugiere que el atentado pudo responder a una maquiavélica maniobra orquestada por Franco, muy poco respetuoso con los símbolos religiosos y ávido por conquistar el poder e iniciar régimen que ensombrecería al país durante cuarenta años de terrible dictadura. Tal vez la conspiración humana, y no el milagro divino, constituya la verdadera naturaleza de este auténtico misterio.

(TEXTO PUBLICADO EN ENIGMAS 143)

Antonio Luis Moyano
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