Dibujos de cabras que son letras
El itsagir es conocido como el idioma cabra. Refiere a las pinturas prehistóricas de cabras que al parecer constituían un idioma en las cordilleras armenias.
Tal vez uno de los mejores ejemplos de los primeros intentos de comunicación gráfica lo tengamos en una región alejada del circuito de arte rupestre europeo, pero muy vinculada con la historia de este continente. Me refiero al Cáucaso Sur y, más concretamente, a la cordillera de Geghama, en la provincia armenia de Syunik, en cuyas montañas, junto al lago de Ughtasar, existe un fabuloso conjunto integrado por miles de petroglifos datados hacia 12.000 a. C.
Acceder a ellos no resulta fácil, pues los más interesantes se ubican en una planicie situada a 3.300 metros de altura y no hay carreteras ni caminos propiamente dichos que conduzcan hasta la plataforma alpina de Ughtasar. Pero una vez allí, sorprende lo sencillo que es toparse con alguna de estas piedras grabadas, pues hay aproximadamente 2.000 en un espacio de terreno relativamente reducido.
Aunque los motivos plasmados en los petroglifos son diversos –escenas de caza, símbolos astronómicos, etcétera–, los verdaderos protagonistas de los mismos son las cabras, tanto es así que uno de los primeros arqueólogos en investigarlos, el armenio Hamlet Martirosyan, acuñó el término itsagir (idioma cabra) para referirse a ellos.
La razón es que Martirosyan estaba convencido de que la profusión de cabras talladas en las piedras tenía que ver con un «código idiomático» que solo comprendían los habitantes de esta inhóspita región, e igualmente persuadido de que las ligeras diferencias morfológicas de las cabras –ciertos detalles de su anatomía, como la longitud de sus cuernos o número de puntas– encerrababan un auténtico alfabeto prehistórico.
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