Civilizaciones perdidas
01/08/2006 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Claves ocultas de El Escorial

01/08/2006 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Claves ocultas de El Escorial
Claves ocultas de El Escorial
1. UN MISTERIOSO BLOQUE DE PIEDRA

La mejor forma de conocer este santuario-palacio-monasterio es cumplir con el rito de llegar hasta su interior por el camino de Madrid, tal y como lo hacía el rey Felipe. Es la ruta más utilizada y permite acceder al recinto sagrado introduciéndose lentamente en sus misterios. Tiene todo a la vista si se poseen las claves para interpretarlo.

En la esquina de las fachadas norte y poniente, bajo la torre «del Cierzo», hay un pedestal de granito que en tiempos debió ser soporte de algún elemento hoy inexistente, posiblemente una cruz. Desde hace muchos años sólo se puede ver en su parte superior un hueco donde se acumula el agua de lluvia y la arena que trae el viento. Pero encierra un misterio. ¿Por qué ese bloque «cúbico» se encuentra justo allí? ¿Qué indicaba o qué función tenía? Para responder a estas cuestiones debe recordarse que ninguno de los elementos de la construcción fue puesto caprichosamente. Este bloque labrado y de aspecto ciclópeo, acerca del cual no se ha podido encontrar documentación en las fuentes consultadas, resulta enigmático y soprendente, precisamente por eso, por su abandono y olvido. Si fue portador de una cruz, debió de servir como humilladero para que los fieles se santiguaran antes de entrar en la basílica. Si en ella hubo una luminaria de cualquier tipo, sería la perfecta metáfora de la sabiduría, que es luz mediante la cual el iniciado encuentra el camino de la verdad. La sensación que produce en el visitante es que fue menospreciado y nadie se ocupó de su restauración y cuidado a sabiendas. Esto ocurrió probablemente, como ha sucedido otras veces, porque este objeto quedó estigmatizado negativamente al estar asociado a algún tipo de conocimiento o rito que los responsables quisieron que se olvidara totalmente. ¿Es este uno de los puntos de máxima concentración energética de la Lonja? Desde luego, es un objeto inquietante que suscita dudas razonables al estar situado bajo la torre que mira a la montaña.

2. LA PUERTA PRINCIPAL

Continuando el recorrido del perímetro del monasterio, se llega a la fachada occidental, donde se abre la puerta principal, flanqueada por otras dos más pequeñas. Por una se accede al actual Real Colegio de Alfonso XII, y por la otra, al convento.

El enorme frontispicio por el que hay que pasar para poder llegar a la basílica, recuerda una especie de templo griego cristianizado. Su esencia es el ritmo y las matemáticas que inspiran una geometría sólo aparentemente sencilla. En la parte superior de la fachada puede verse un frontón rematado por pináculos coronados con las características esferas herrerianas. Es de factura semejante a los frontones clásicos, pero distinto en su concepto, puesto que no hay allí mitología, sino elementos simbólicos muy simples y sugerentes. El interior del triángulo isósceles está ocupado por un círculo sin adornos, imágenes ni signos visibles, entre dos triángulos con un cateto que se adapta a la curvatura del motivo central. En realidad, su mensaje trata de inducir al estado extático mediante la contemplación de las formas ordenadas según una estructura armónica. El círculo es símbolo de la eternidad, de la perfección y de los cuerpos celestes, en particular del Sol. Representa también el Uno divino. El triángulo evoca la Trinidad, así como se convierte en la residencia donde mora el Creador. Esta estructura es un recurso utilizado frecuentemente en los edificios religiosos y excede su función didáctica u ornamental. Porque ésa es la clave sagrada que resume todos los conceptos del santuario, donde lo esférico-circular y lo triangular-piramidal son omnipresentes. La pirámide es guardiana y soporte de la energía y, por tanto, de la fuerza generatriz del Universo-círculo. De hecho, aquí pueden contemplarse tres pirámides que rematan el frontispicio y cuatro, más estilizadas, que culminan el segundo cuerpo del monumento. Tanto éste como el primer cuerpo están regidos por el número ocho. Sin embargo, el tercero tiende hacia el tres como expresión de la Trinidad, estableciendo de nuevo la distinción entre dos planos de existencia, uno binario y otro ternario: materia, espíritu y energía, o bien Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

3. EL PATIO DE REYES

El caminante va sometiéndose gradualmente al poderoso influjo del recinto. El simple hecho de traspasar el umbral con sus dos inmensas puertas, significa un primer acto de iniciación involuntaria. El santuario recibe a cuantos llegan con el frescor propio de un templo egipcio, en un pasaje porticado sobre cuyas columnas descansa la Biblioteca principal. Por encima de ella estuvo la biblioteca de manuscritos, pero los frecuentes incendios hicieron prudente cambiarla a otra sala cuyas ventanas dan al Patio de Reyes.

Sobre la puerta principal de la basílica hay seis reyes bíblicos de proporciones gigantescas: David y Salomón están en el centro; a la izquierda, Josafat y Ezequías; y a la derecha, Josías y Manasés. Todos ellos tuvieron relación directa con el Templo de Jerusalén. En la traza original de Juan de Herrera no aparecen esos reyes bíblicos. En su lugar hay otros seis de sus conocidos obeliscos rematados por esferas. El responsable de la sustitución fue el heterodoxo Benito Arias Montano, bibliotecario del monasterio, quien así lo aconsejó al rey. En los pedestales hay seis inscripciones que fueron añadidas en el año 1660, redactadas por fray Francisco de los Santos, puesto que las de Montano desaparecieron misteriosamente en vida de Felipe II, quizá porque podían resultar dudosas a ojos de la Inquisición. No obstante, las inscripciones que se pueden contemplar en la actualidad son también bastante significativas.

Aparentemente, lo que une a estos reyes es que todos estuvieron relacionados con el Templo de Jerusalén. Pero hay algunos aspectos que habría que aclarar y, entre ellos, el principal es por qué Arias Montano propuso esos personajes y por qué Felipe II aceptó tal sugerencia. En un lugar donde nada es superfluo, la presencia de estos cíclopes bíblicos debe tener algún significado más allá de la evocación. David y Salomón fueron, respectivamente, el «promotor» y el «ejecutor» del Templo. Los otros son restauradores del culto ortodoxo a Yahvéh.

Vale la pena detenerse en un detalle que tuvo que pesar en el ánimo de Felipe II, y es el concepto asociado a los seis reyes como «guardianes del umbral», según lo expuesto por James G. Frazer en El folclore en el Antiguo Testamento. El prestigioso autor de La rama sagrada añade: «En el templo de Jerusalén había tres funcionarios, sacerdotes por lo que parece, que tenían el título de Guardianes del Umbral». Según una superstición difundida en todas las culturas del mundo, no debe pisarse el umbral de un lugar sagrado, porque es una ofensa a Dios y acarrea castigos y mala suerte. El cristianismo ha establecido un rito que purifica a todos quienes han traspasado el umbral: santiguarse con agua bendita.

Si se conocieran los textos que redactó Arias Montano para justificar la inclusión de los monarcas en la fachada, probablemente se desvelaría la verdadera razón por la que incorporaron estos reyes, entre los cuales se abre la ventana por donde entran los rayos de sol que iluminan el presbiterio al atardecer. Quizá también custodian la luz que ilumina el punto donde confluye todo lo sagrado. ¿Es El Escorial un nuevo Templo de Salomón?

4. EN EL SANCTASANCTÓRUM

El viajero ya está en el interior de la basílica, el más visible centro de poder del monasterio. Pero antes de avanzar por la nave de la iglesia hay que pasar por debajo de la originalísima «bóveda plana» diseñada por Herrera. Este lugar es muy especial porque, bajo su centro, el visitante puede sentir que allí se concentra la energía vibratoria del edificio que se derrama por todo el vestíbulo, donde están las pilas del agua bendita.

La visión de la iglesia es sobrecogedora cuando se penetra en ella por primera vez, pero poco a poco envuelve al peregrino en su misterio, sin agresividad, hasta proporcionarle una acogida amorosa. Todo allí es solemne, silencioso y austero, a pesar de algunos elementos lujosos. En su gran caja de resonancia se concentran susurros, pisadas y crujidos, acompañados en ciertos momentos por el eco de las campanas y, a veces, por los potentes sones y acordes de sus órganos. Todo allí suena de un modo peculiar, buscado a propósito para que la energía acústica sea capaz de impregnar el alma y conducir a un mayor recogimiento y humildad.

Apenas comienza el peregrinaje por el interior del recinto, el visitante descubre a su izquierda una capilla donde lo principal es un Cristo de blanquísimo mármol, esculpido en 1562 por Cellini. Se caracteriza porque su tamaño y aspecto vienen determinados por las medidas de la impronta de la Sábana Santa de Turín, lo que significaría que ése sería el aspecto exacto que tendría Jesús de Nazaret en el momento de su muerte.

En el interior del templo hay luz suficiente para que se vean todos los detalles. Por ejemplo, las 43 pinturas que ocupan capillas, altarcillos y hornacinas que hay en paredes y columnas. Hay algo que caracteriza a muchas de ellas, notorio a simple vista: muchos de los cuadros representan a dos personajes, sean masculinos o femeninos. Así se representa el espíritu de dualidad y simetría que ya formaba parte de algunos idearios adoptados por congregaciones religiosas de todo tipo, como los caballeros del Temple, que también iban de dos en dos, tal y como aparece en su sello más conocido.

Hay algunos detalles en los que conviene fijarse. Los santos Pedro y Pablo son los pilares de la Iglesia católica, y también están allí todos los demás apóstoles. Los evangelistas están reunidos por parejas. El cuadro que representa el Martirio de San Mauricio y la legión tebana de Cincinato sustituye al homónimo que pintó El Greco, puesto que la libre interpretación de las imágenes que hacía el pintor griego hubiera roto la armonía perfectamente equilibrada del conjunto. La obra de Domenico Theotocopuli es una de las más impresionantes de la pintura universal y la más importante de la colección escurialense.Hoy está en el llamado Salón de Honor del Palacio. El cuadro que representa a San Pablo ermitaño y San Antonio Abad reúne a dos de los principales protagonistas de huidas al desierto en busca del recogimiento que conduce a Dios. Son dos ermitaños egipcios: San Pablo fue el primer eremita cristiano, pero San Antonio es el más conocido y algunos estudiosos lo identifican con el Ermitaño de la baraja del Tarot.

Es curioso que aparezcan juntos dos santos que fueron amigos, pero también adversarios de alguna manera: Santo Domingo y San Francisco de Asís. Sus diferencias se debían a las distintas interpretaciones que hicieron de los mandatos evangélicos. El geobiólogo Daniel Rubio afirma que la cruz del cuadro donde están representados Santiago y San Andrés indica el lugar por donde cruza una de las potentes líneas energéticas presentes en el edificio.

En los testeros de las naves menores, a ambos lados del altar mayor, están los dos altares «de los relicarios», tras unas pinturas que sirven de puertas. Puede verse allí una colección extraordinaria de reliquias que Felipe II trajo de distintos lugares. En total hay repartidas unas 7.000 por todo el monasterio, dentro de 507 piezas de orfebrería que diseñó Herrera y construyó el artesano Juan de Arfe Villafañe en Sevilla, reinando Felipe III. Se adaptan a su contenido, así que pueden encontrarse brazos y piernas de personajes sagrados (306), cabezas (144) y otros objetos diversos. Entre las más curiosas destaca un pelo de la barba o cabeza de Jesús; once espinas de la corona, algunos de los clavos que atravesaron sus manos y pies; un cabello de la Virgen; el cuerpo entero de uno de los Santos Inocentes; la cabeza de San Blas, mártir; un hueso de San Lorenzo que «se resistió a ser dividido como si fuera de diamante», aunque luego se partió milagrosamente; un hueso de San Diego de Alcalá, que en aquella época «manchaba los paños y cendales» con un licor como aceite.

5. SALAS CAPITULARES

En estas salas realizaban los frailes sus capítulos, es decir, las reuniones eclesiásticas dispuestas en los estatutos y reglas de la orden. Se trata de cuatro estancias donde se ponen de manifiesto de nuevo las relaciones numéricas: cuatro elementos, cuatro estaciones del año, cuatro evangelistas, cuatro puntos cardinales, los cuatro lados del cuadrado. En estos espacios son muy importantes unos medallones en bajorrelieve de pórfido sobre mármol blanco a los que Arias Montano incorporó unas «misteriosas y elegantes» leyendas. La escritoria Aroní Yanko nos ofrece las siguientes traducciones literales: «Ofender a esta piedra daña y acarrea la ruina; la misma, no ofendida, es piedra de salud»; «Esta misión (la divina y la humana) produjo el obsequio tuyo a esta admirable piedra preciosa. Ambas piedras son sumamente gratas a Dios»; «Dedicado a Jesucristo, preciosísima piedra del templo divino»; «Consagrada a los dos maestros incomparables de la cantera de Abraham».

Desde luego, parecen contener un mensaje, pero no está nada claro cuál es. Lo que sí parece evidente es que relaciona las piedras con Jesús, y a los canteros con el linaje de Abraham. ¿Sus «canteros» podrían ser la Virgen y San José? Es sabido que Arias Montano no hacía nada por capricho, pero se ha perdido la clave para la correcta interpretación de estos textos. Tal vez se trate de laudas funerarias o indicaciones relacionadas con operaciones herméticas.

6. EL JARDÍN DE LOS FRAILES

En pocos tratados sobre El Escorial se habla suficientemente de este rincón, quizá porque su belleza, tan austera como la que quiso imprimir el rey a su obra, no es la que se espera encontrar. Pero éste no es lugar para dejarse fascinar por los adornos, sino para desvelar las claves, la esencia, por sutil que sea, de esta obra maestra de la arquitectura espiritual. Y el Jardín de los Frailes es un lugar privilegiado para conocerlas.

Felipe II buscó ávidamente esquemas y dibujos de espacios ajardinados en distintos lugares de Europa. Mandó incluir en las obras tres zonas: el Jardín para los Frailes, dejando una parte para el uso privado del rey y la reina, y una gran extensión dedicada a huertos y arboledas. Hoy es un espacio singular, que se adapta al terreno mediante una colosal terraza sustentada por un muro en el que se abren treinta y dos arcos de medio punto ciegos. El viajero imaginativo no puede menos que recordar los míticos jardines colgantes de Babilonia.

Los parterres actuales son cuadrados. En medio de cada uno hay un estanque con un surtidor que semeja una flor o fruto en bronce. Hasta hace poco tenían otro aspecto. Una sencilla disposición permitía que el agua saliera formando una ligera cortinilla en forma de hongo. Cuando en este lugar sólo se escuchan los susurros de la Naturaleza, el rumor de sus fuentes crea un ambiente idóneo para la meditación y la contemplación interior. Los jardincillos geométricos son otro elemento que sirve para concentrarse mejor: actúan como mandalas orientales. Desde los pretiles se puede contemplar todo el espacio ocupado por los bosques de La Herrería bajo las Machotas o Ermitaños. La puerta principal de este jardín está bajo los arcos de la Galería de Convalecientes, construida por Herrera para que los monjes enfermos recuperaran la salud con el abrazo del sol, resguardados de los aires de la montaña. La parte inferior de esta construcción tiene una galería que flanquea un patio donde pueden verse dos fuentes hoy secas. Una es un pilón, y la otra, adosada a la pared del patio, es uno de esos atrios iniciáticos donde el repiqueteo de las aguas acompañaba la adquisición de algún tipo de conocimiento del que no ha quedado memoria. No se sabe qué inspiró la construcción de este estanque, pero puede sospecharse que es otra de esas señales destinadas a ser comprendidas sólo por quienes saben bien qué es y para qué sirve.
¿Qué queda por visitar? El viajero curioso aún puede detenerse en otros espacios relevantes: la Torre de la Botica y el verdadero templo del conocimiento del lugar: la Biblioteca. Son la parte final de nuestro recorrido por su importancia capital para iniciarnos en los secretos herméticos de este lugar mágico.

7. LA TORRE ALQUÍMICA

Gracias a la protección real, El Escorial se constituyó durante todo el reinado del fundador en una especie de «corte de los adeptos». La Torre de la Botica es el último pináculo que ilumina el Sol antes de ocultarse tras las montañas. Se eleva sobre la Galería de Convalecientes, con la que se conecta mediante un balcón de hierro que puede verse desde el jardín. Allí estaban la enfermería y el laboratorio. Gracias a esta torre, El Escorial se convierte en uno de los principales centros neurálgicos para los alquimistas del Renacimiento.

Las obras de la botica duraron cinco años, desde 1585 a 1590, y la torre tuvo su propia biblioteca especializada. La llamada «Casa de las Aguas» eran unos destilatorios repartidos en dos plantas. La baja contaba con cuatro habitaciones donde funcionaban dos «baños de María» con seis alambiques, más un evaporatorio con otros treinta y dos. En la planta superior se obtenían las quintaesencias. Uno de los primeros boticarios fue Francisco Bonilla, del cual cuentan que era bastante irascible. Se encargó a Vincenzo Forte del más importante de todos los aparatos destinados a la destilación, llamado «la Torre de Mattioli». Las necesidades del rey eran la obtención de oro o plata y conseguir medicamentos que aliviaran su enfermedad y, de paso, favorecer a sus súbditos con la elaboración de preparados capaces de hacer reversibles dolencias consideradas hasta entonces incurables.

Hay algunas historias curiosas referidas a la famosa Torre. Por ejemplo, la que cuenta cómo el día 21 de julio de 1577 hubo una gran tormenta. Un rayo cayó sobre el edificio y provocó un gran incendio. Fue la ocasión en la que las campanas se derritieron sobre el Patio de Reyes. Dicen que el monje encargado del reloj quedó tan estupefacto que «mudó la color» y murió a las pocas horas. Al parecer, la zona más afectada fue esta torre. Quienes pensaban que las actividades que se realizaban en su interior no eran gratas a Dios achacaron la responsabilidad del incendio a los nefastos alambiques.

8. EL TEMPLO DEL SABER

La Biblioteca que reunió y organizó Arias Montano en San Lorenzo de El Escorial es un templo del saber contenido en libros y manuscritos. Como bibliotecario, Montano actuó contra las corrientes trentinas y la Inquisición gracias a la firme protección real. Su correspondencia con algunos disidentes del dogma le permitió incluir en el catálogo numerosos libros condenados, sobre todo los de magia, alquimia, astrología y medicina árabe. Arias Montano también actuó al servicio real buscando discretamente obras de El Bosco, «el pintor maldito». Además, existe cierto paralelismo entre el flamenco y el extremeño. El primero había pertenecido a la Familia Charitatis o Gottenfreunden —conocida en España como los Amigos de Dios—, una hermandad que buscaba la unión íntima entre el Creador y los hombres mediante un procedimiento en el que cabía cualquier fórmula religiosa, bajo el lema: «Fe y conocimiento no están reñidos». Arias fue simpatizante de esta agrupación, e incluso militó en ella durante un tiempo.

El espacio destinado a albergar la Biblioteca está situado en el zaguán de entrada al Patio de Reyes, al que se asoman cinco ventanales. Para llegar hasta ella hay que subir por una escalera angosta que contrasta con la riqueza desplegada en el recinto bibliotecario. Antes de entrar, puede contemplarse un pórtico cuyo frontón está sustentado en dos columnas salomónicas. La biblioteca principal es una gran sala de cincuenta y cuatro metros de largo por nueve de ancho y diez de altura. Pero los verdaderos protagonistas del recinto son dos: los frescos y los libros. El espacio pictórico-simbólico trata de recorrer la historia del pensamiento y del conocimiento con gran profusión de imágenes. Se atribuye su diseño a fray José de Sigüenza pero, en opinión de René Taylor, es evidente que este religioso no hubiera puesto tantas imágenes de simbología hermética. Más bien hay que pensar en la influencia de Herrera o de otros, como el mismo Arias Montano.

Como es razonable, todo cuanto hay en la Biblioteca está relacionado con el conocimiento en sus múltiples ramas. Pero, si se observa con cuidado, se entenderá que lo sagrado se mezcla en gran medida con lo profano y lo hermético con lo que no lo es.
Lo más leído

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Nos interesa tu opinión

Revista

Año Cero 408

Nº 408, enero de 2025

El número de enero de 2025 parece hecho desde el infierno. Nuestras páginas acogen a vampiros, sacauntos, hombres del saco y otros monstruos que se hicieron reales