Civilizaciones perdidas
17/03/2011 (12:34 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Civilizaciones bajo tierra

Hubo un tiempo en el que miles de seres humanos decidieron irse a vivir bajo tierra; a ciudades subterráneas de tamaño descomunal, donde la supervivencia se antojaba difícil, como si se quisiesen proteger de una amenaza exterior. ¿Por qué se escondieron? ¿Cuál fue la causa que motivó ese esfuerzo sobrehumano? Veamos… google_ad_client = "ca-pub-5337588033202877"; google_ad_slot = "4290309979"; google_ad_width = 200; google_ad_height = 90;

17/03/2011 (12:34 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Civilizaciones bajo tierra
Civilizaciones bajo tierra
Desde que el hombre actual comenzó a explorar el planeta que habitaba, se aclararon grandes enigmas, pero éstos fueron sustituidos por otros nuevos. Entre éstos se encontraron las ciudades subterráneas, redes de galerías y cuevas adaptadas para poder vivir como lo hicieran los hombres en la prehistoria. Es así cómo se encontraron enormes excavaciones, hechas con esfuerzo y paciencia. Dentro de estos enclaves se hallaron enigmáticos símbolos y jeroglíficos indescifrables. Y es que bajo aquellas enormes bóvedas los pasillos fueron sellados para evitar que alguien pudiese invadirles. ¿De qué se protegían? Vamos a visitar algunos de estos enclaves repartidos por el mundo para intentar desvelarlo… La cueva de los Tayos en Ecuador Fue por la década de los setenta cuando el investigador Erich Von Däniken comenzó a hablar de esta fantástica gruta situada en lo más profundo de la selva ecuatoriana, y a dar sus opiniones sobre la misma. La mayor parte de la comunidad científica y arqueológica le tomó por loco, y aunque aparentemente motivos para ello no les faltaban, es probable que Von Däniken no se equivocara en algunas de sus polémicas afirmaciones. En la provincia Ecuatoriana de Morón de Santiago, entre las ciudades de Gualaquiza-San Antonio y Yaupi, se hablaba de la existencia de una enorme cueva situada en las tierras propiedad de Juan Moricz, un ciudadano Húngaro afincado en la región. Moricz contaba maravillas de su hallazgo, afirmando que la oquedad era única en el mundo. Había que rapelar unos 80 m hasta que se llegaba a la entrada natural, que parecía oculta con intención para que nadie la encontrase jamás. Däniken viajó a Ecuador y junto a Morizc exploró el interior de la misma, llegando a la conclusión de que tenía cientos de kilómetros a través del interior de la tierra. En su incursión el escritor suizo aseguraba que llegaron a una enorme sala que tenía unos 400 m2 y una altura de más de 100 m, con grabados de animales en sus húmedas paredes que parecían mostrar los estertores un mundo perdido. Los seres allí representados eran increíbles, pues representaban bestias salvajes de nuestro presente, pero también animales de un remoto pasado. No en vano había supuestos dinosaurios, extintos millones de años atrás, destacando que el autor de dichas creaciones conocía perfectamente la anatomía de éstos. Poco más adelante encontraron un esqueleto labrado en piedra, que presentaba al detalle la estructura ósea humana –los rayos X no se inventaron hasta el cercano año 1895, y esta cultura se suponía milenaria–.(Continúa la información en ENIGMAS 180). Juan José Revenga
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