La tierra se está librando de nosotros
El 70% de los brotes epidémicos de las últimas décadas, como el ébola, el SARS o el VIH, han surgido como consecuencia de la deforestación.
Creo que se ha hablado mucho de cómo (el calentamiento global) sube el nivel del mar o cómo se afecta la capa de ozono, pero nos faltó explicar cómo todo eso en el fondo tiene un impacto tremendo en nuestra salud. A veces, de forma arrogante, decimos que hay que salvar el planeta. Y no. Nos tenemos que salvar a nosotros mismos. El planeta lo estamos destruyendo, pero va a encontrar la manera de sobrevivir; los humanos no». Quien así se expresa es la médico María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en una entrevista concedida al diario El País. Neira también explica que el 70% de los brotes epidémicos de las últimas décadas han surgido como consecuencia de la deforestación. Y es que los científicos ya saben que virus como el ébola, el SARS o el VIH han pasado de los animales a los humanos tras la destrucción masiva de selvas y bosques tropicales. Esta situación provoca que se fracture el equilibrio de infinidad de ecosistemas y, por lo tanto, que cada zona deforestada sea invadida por otras especies que acaban transmitiendo enfermedades a las autóctonas. No es raro que en ese contexto un virus mute y contagie a una especie animal diferente a la que lo alojaba. El siguiente paso es que el virus infecte a un ser humano que, por ejemplo, se encuentre trabajando en esa zona deforestada. La globalización y la extraordinaria movilidad humana de la actualidad hacen el resto del trabajo. Entonces, ya la tenemos liada…
Solo en los últimos años estamos empezando a comprender la importancia de los vegetales en el equilibrio del ecosistema mundial. Árboles y plantas conforman una compleja red de relaciones armoniosas gestada a lo largo de los milenios. Esa naturaleza verde a la vez condiciona qué especies y en qué número habitan tal o cual ecosistema. Por eso, acabar con los vegetales implica también acabar con especies animales. Y ese desequilibrio tarde o temprano nos pasa factura a los seres humanos, porque no debemos olvidar que no somos otra cosa que entidades vivientes que habitamos el mismo planeta que vegetales y animales.
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