Ciencia
19/09/2013 (17:30 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

OUIJA: JUGANDO CON EL MÁS ALLÁ

Isabela HerranzLos creyentes aseguran que las respuestas que obtienen a través del tablero de ouija proceden de espíritus del más allá, pero modernos experimentos científicos apuntan en otras direcciones si cabe más desconcertantes. ¿Qué energía invisible se moviliza cuando se manipula el popular tablero? ¿Posee alguna conexión con otros fenómenos considerados paranormales, como la escritura automática o las mesas giratorias?

19/09/2013 (17:30 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
OUIJA: JUGANDO CON EL MÁS ALLÁ
OUIJA: JUGANDO CON EL MÁS ALLÁ
Funcionan según los mismos principios de la ouija», expresó recientemente el exteniente coronel Hal Bidlack, de la Fuerza Aérea de EE UU, al referirse a los detectores de bombas ADE 651 que, en realidad, no son más que unas sencillas varillas disfrazadas de equipos de alta tecnología. «Se basan en la atracción electroestática de largo alcance de iones altamente cargados», explicaba la publicidad de la firma ATSC, fundada por el británico James McCormick, que se hizo millonario vendiendo tales artilugios. Sin embargo, algo debía «fallar» en el mecanismo de los mismos, porque el tribunal penal de Old Bailey, en Londres, condenó en mayo de este año a diez años de cárcel a McCormick, por haber vendido miles de esos falsos detectores a los cuerpos de policía y los ejércitos de muchos países del mundo, entre ellos Arabia Saudí, Bélgica, Irak y México.

UN EFECTO MÁGICO
Si McCormick pudo perpetrar semejante fraude fue precisamente porque sus detectores funcionaban en apariencia gracias a un fenómeno bien conocido por los psicólogos: el efecto ideomotor, por medio del cual las sugestiones, creencias o expectativas generan movimientos musculares inconscientes: «Si los incautos se dejan engañar por este fenómeno, es porque raya en lo milagroso», nos explica el psicólogo británico Christopher French, director de la Unidad de Psicología Anómala en Goldsmiths, dependiente de la Universidad de Londres. «El efecto ideomotor –prosigue French– también explica otra serie de sucesos ostensiblemente paranormales, como las mesas parlantes o giratorias, tan típicas de las sesiones de espiritismo durante la época victoriana. Naturalmente, los asistentes negaban estar empujando las mesas».

Tan sorprendentes resultaban aquellos fenómenos, que el físico británico Michael Faraday decidió efectuar una serie de experimentos para comprobar a qué podía deberse el desplazamiento de las mesas. No tardó en concluir que la causa eran los movimientos musculares inconscientes de los participantes. Aquel primer estudio sistemático del efecto ideomotor no caló entre los seguidores del espiritismo, que siguieron creyendo en la existencia de entidades del más allá.

EN CONTACTO CON NUESTRO INCONSCIENTE
Pero ahora, más de un siglo después de las investigaciones de Faraday, contamos con nuevas pruebas científicas que apuntan en la misma dirección: efectivamente, existe una energía que mueve «objetos», pero ésta no procede de espíritus desencarnados, sino de los participantes en una sesión espiritista, a pesar de que éstos no sean conscientes de ello. Y es que las ilusiones que produce el efecto ideomotor son tan intensas, que quienes las experimentan difícilmente aceptarán que son ellos los causantes del fenómeno.

Aunque el efecto ideomotor no es fácil de comprender ni de explicar, el conocido detractor de lo paranormal James Randi lo ha expresado con bastante claridad: «De forma inconsciente, la persona mueve la mano lo suficiente para hacer que se produzca el desplazamiento en el dispositivo –ya sea la plancheta del tablero de ouija o un péndulo–, aunque puede atribuir el movimiento a la fuerza divina o sobrenatural en la que cree. En todas las situaciones, no se revela ninguna información que el sujeto no conozca de antemano. El efecto es muy potente sobre algunas personas y da igual las pruebas que se aporten: los creyentes seguirán defendiendo la naturaleza mágica del fenómeno»… (Continúa en AÑO/CERO 278).
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