La NASA tacha a China de "irresponsable" por su cohete fuera de control
La posibilidad de que un cohete chino cayera sobre la Tierra ha sido motivo de inquietud durante estos días. Tras acabar en mitad del Océano Índico, las acusaciones contra China se han incrementado, especialmente por parte de la NASA.
Tras unos días de inquietud, el cohete chino denominado Long March 5B ha caído en mitad del Océano Índico, durante la madrugada del 9 de mayo. Una gran parte del cohete se desintegró, pero la parte central, de 30 metros de altura y 5 metros de diámetro, acabó cayendo al oeste de las Maldivas. La incertidumbre que ha causado este hecho ha acabado desembocando en un fuerte enfrentamiento entre la NASA y la Agencia Espacial Tripulada de China (CNSA).
Aunque al final no se ha producido ninguna catástrofe, el administrador de la NASA, Bill Nelson, ha expresado su desaprobación ante la falta de información suministrada por China al respecto: "Está claro que China no está cumpliendo con los estándares de responsabilidad con respecto a sus desechos espaciales".
En mayo de 2020 ya se produjo otro accidente con un cohete del mismo modelo
El secretismo de las autoridades chinas sobre sus programas espaciales no resulta ninguna novedad, y en el pasado ya había sido criticado ampliamente, puesto que en mayo de 2020 ya se produjo otro accidente con un cohete del mismo modelo, pero que en este caso cayó sobre Costa de Marfil. Ahora, con la poca información sobre el Long March 5B, este hecho ha vuelto a situarse en el punto de mira. "Es fundamental que China y todas las naciones y entidades comerciales con viajes espaciales actúen de manera responsable y transparente en el espacio para garantizar la seguridad, la estabilidad y la sostenibilidad a largo plazo de las actividades en el espacio exterior", expresó Nelson.
LA POSTURA CHINA Y SUS PREVISIONES DE FUTURO
China había especificado claramente que era "altamente improbable" que los restos del cohete acabaran causando algún tipo de daño grave al caer, ya que este se desintegraría al chocar con la atmósfera, sobre todo al tener que enfrentarse a temperaturas de entre 3.000 y 10.000 ºC.
Posteriormente, una vez cayó el cohete, el periódico Global Times, perteneciente al Partido Comunista Chino, defendió en un editorial publicado el 10 de mayo la postura que había llevado China ante la crisis del cohete y aseguró que el tratamiento que se le había dado al tema por parte del exterior era una "exageración descarada". Además, "todo procede de personas celosas del rápido progreso de china en la tecnología espacial", sin "evidencias que demuestren que los puntos de aterrizaje de los restos de cohetes estadounidenses sean más controlables en comparación con los de China".
También han sido sonadas las declaraciones de Song Zhongping, experto aeroespacial y comentarista de televisión, quien ha defendido que "las acusaciones eran falsas, infundadas. La llamada trayectoria 'incontrolada' se refiere a la pérdida de propulsión, pero de ninguna manera significa que China ha perdido la pista de su trayectoria de vuelo y ubicación en tiempo real".
Hasta 2022, año en el que tendrán lista su estación espacial internacional, van a llevar a cabo diez lanzamientos distintos con cohetes de las mismas características
Wang Ya’nan, editor jefe de la revista Aerospace Knowledge le quitó importancia al asunto, ya que "a excepción de los cohetes reutilizables SpaceX, todos los remanentes de la primer y segunda etapa de los vehículos de lanzamiento tradicionales regresan a la Tierra de manera descontrolada. Y todos los países que realizan tal práctica rastrean las piezas que caen y calculan sus trayectorias como lo hace China".
Sin embargo, pese al revuelo que ha causado este cohete, los planes de China para el futuro no se están viendo afectados. Hasta 2022, año en el que tendrán lista su estación espacial internacional, van a llevar a cabo diez lanzamientos distintos con cohetes de las mismas características que las del Long March 5B. Por este motivo, distintos expertos están recomendando que se cambie el diseño del cohete, de manera que se pueda manejar sin problema su vuelta a la atmósfera. Sin embargo, las autoridades chinas siguen reiterando que el riesgo de este cohete desintegrado y caído en el Océano Índico había sido minimizado previamente al máximo, por lo que no había muchas posibilidades de causar daños.
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