K2-18b: el primer planeta con agua potencialmente habitable
Se ha detectado agua en el planeta K2-18b, que se encuentra a 110 años luz de distancia, y tiene el doble de diámetro que la Tierra y una temperatura similar.
El pasado mes de septiembre el telescopio espacial Hubble devolvió datos de un planeta situado a 110 años luz de la tierra, denominado K2-18b, con un diámetro el doble de grande que el de la Tierra y un peso ocho veces mayor. El descubrimiento es de lo más interesante, y es que por primera vez se ha detectado agua, y dadas sus condiciones climáticas (similares a las nuestras), este planeta resulta potencialmente habitable.
Este descubrimiento se compartió en la revista Nature Astronomy y lo llevaron a cabo un equipo de científicos del University College London. Angelos Tsiaras, uno de los miembros del grupo, ha revelado durante una coferencia en Londres que el planeta tiene vapor de agua en su atmosfera y unas temperaturas que permiten la presencia de agua líquida en la superficie, con lo que el planeta sería potencialmente habitable y forma parte de un grupo de planetas denominados Supertierras, debido a su gran tamaño en comparación con el nuestro.
El K2-18b es el doble de grande que la Tierra y pesa ocho veces más, por lo que no conviene pensar en este planeta como una réplica del nuestro, y es que presentan varias diferencias. Para empezar, su composición atmosférica es bastante dieferente, ya que además del vapor de agua también se ha hallado hidrogeno y helio. Otro factor muy a tener en cuenta es la distancia, y es que 110 años luz podrían traducirse en billones de kilómetros, de modo que no se podría acceder a él con los medios de los que disponemos en menos de miles de años, tal y como comentó Tsiaras.
"Es el mejor candidato a exoplaneta habitable que tenemos" - Angelos Tsiaras, primer autor de la investigación
Su descubrimiento se realizó en 2015 por el telescopio espacial Kepler, aunque no se ha podido obtener una imagen directa de él debido a la larga distancia a la que se sitúa. Sin embargo, se pudo detectar cómo eclipsaba parcialmente la luz de su estrella cada vez que se interponía entre ella y la Tierra. La frecuencia de los eclipses permitió calcular que se encontraba a 22 millones de kilómetros de distancia de dicha estrella, cuya temperatura es menor que la de la Tierra y se encuentra en una zona en la que las condiciones permiten la presencia de agua líquida en la superficie. El telescopio Hubble, que estuvo recolectando más datos entre marzo de 2016 y noviembre de 2017, tampoco pudo ver la forma exacta del planeta, sino cómo la luz de la estrella era filtrada por la atmósfera del planeta, con lo que se puede deducir la composición de dicha atmósfera.
Así pues, con los telescopios de los que disponemos actualmente es prácticamente imposible determinar qué otros elementos componen la atmosfera de K2-18b, ya que no pueden detecetar los denominados biomarcadores (los elementos que hacen posible la vida y permiten la reproducción de celulas) aunque se sospecha que también podría haber nitrógeno y metano, tal y como se presentan en la Tierra. La estrella a la que orbita, además, es muy diferente del Sol, ya que es más pequeña (la mitad) y emite una luz roja que hace que sea más fría 2.000 grados Kelvin menos). La órbita del planeta es de tan sólo 33 días, es decir, que un año ahí es igual a un mes de la Tierra.
De este modo, los datos obtenidos son de lo más esperanzadores. Ya se han descubierto más de 4.000 exoplanetas gracias a Kepler y Hubble, y se espera que con los nuevos telescopios James Webb y Ariel, previstos para su lanzamiento al espacio en el año 2028, se pueda conseguir un estudio de la galaxia mucho más profundo. El descubrimiento de K2-18b puede ser el primero de muchos otros planetas potencialmente habitables, y quién sabe si visitables en un futuro no tan lejano.
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