Ciencia
30/06/2023 (08:00 CET) Actualizado: 30/06/2023 (08:00 CET)

Humano infectado por un hongo que mata árboles

El cambio climático está provocando abruptos cambios en el ecosistema planetario, como que enfermedades que solo afectaban a plantas y árboles consigan infectar a seres humanos y animales.

Miguel Pedrero
30/06/2023 (08:00 CET) Actualizado: 30/06/2023 (08:00 CET)
Chondrosterum purpureum
Chondrosterum purpureum

Chondrosterum purpureum es un hongo apodado por los especialistas como «asesino de árboles», puesto que provoca la hoja de plata, una enfermedad fúngica que puede acabar con la vida de muchos árboles y plantas. Hasta ahora se pensaba que esta enfermedad no afectaba a los seres humanos, pero una reciente investigación apunta en la dirección contraria. Un artículo publicado en la revista científica Medical Micology Case Reports se centra en el caso de un prestigioso botánico indio de 61 años que fue afectado por el Chondrosterum purpureum.

Especialista en hongos, el hombre comenzó a sufrir síntomas como fatiga, tos persistente y dolor de garganta. Los médicos realizaron sobre el paciente una tomografía computerizada de rayos X de su cuello, descubriendo con asombro que había contraído la enfermedad de la hoja de plata, cuya principal característica era un absceso en su tráquea. «Es el primer caso de este tipo en el que este hongo de la planta causó una enfermedad en un ser humano», aseguraron los autores del citado estudio.

Chondrosterum purpureum es un hongo apodado asesino de árboles
Chondrosterum purpureum es un hongo apodado asesino de árboles

Para poder propagarse y hospedarse en otro ser vivo, los hongos tienen que encontrarse en determinados ambientes a ciertas temperaturas. Por eso, el desequilibrio de ecosistemas que supone el cambio climático puede provocar un mayor esparcimiento de especies de hongos y el consiguiente aumento del contacto con otros seres vivos, tanto animales como humanos. Como consecuencia, se presentan más oportunidades de que los hongos puedan colonizar especies en donde hasta ahora nunca habían conseguido adaptarse. Sobre todo si esos seres vivos presentan alguna clase de problema con su sistema inmunológico. El botánico indio no recuerda haber estado en contacto con el Chondrosterum purpureum, pero durante su trabajo estuvo manipulando material en descomposición y otros hongos.

La única manera de evitar el Apocalipsis ecológico es cambiar radicalmente nuestro sistema de vida

AMENAZA PLANETARIA 

En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer una lista de especies que podrían significar una amenaza para la salud. «Los patógenos humanos entre reinos, y sus potenciales reservorios vegetales, tienen importantes implicaciones para la aparición de enfermedades infecciosas», concluyeron los científicos de la OMS.

A pesar de que los grandes medios de comunicación internacionales –que dictan la actualidad informativa– tratan de restar importancia al asunto del cambio climático, puesto que están financiados por los mismos intereses que controlan la industria de los combustibles fósiles, el complejo militar-industrial y la economía especulativa –que es ya el 85% del dinero que se mueve por el mundo–, la realidad no se puede ocultar. Pero lo cierto es que ni los poderosos ni el común de los mortales del mundo rico estamos dispuestos a cambiar radicalmente de forma de vida de un día para otro. Porque esa es la única solución para tratar de evitar el Apocalipsis ecológico. Y no hay que hacerlo mañana, sino que era para ayer. Porque nadie vendrá en nuestra ayuda: ni ángeles, ni dioses, ni extraterrestres. Únicamente de todos nosotros, de la humanidad, depende un futuro que no está escrito en ningún libro sagrado ni en ninguna columna de oro. Y si la humanidad finalmente perece, no pasará nada, porque la vida continuará floreciendo en la Tierra, pero sin los humanos. El planeta seguirá girando y el universo existirá como ahora. Solo que sin nosotros.

Nadie vendrá en nuestra ayuda: ni ángeles, ni dioses, ni extraterrestres

TENEMOS QUE ACTUAR 

Hay un síndrome propio de todas las épocas, y consiste en que las gentes que existieron en un tiempo determinado consideraron que estaban viviendo el periodo más importante de la historia de la humanidad. Es lógico, porque no hay nada más trascendente para cada uno de nosotros que las experiencias que nos han tocado en suerte. Sin embargo, en la actualidad existe un consenso científico al respecto: en las próximas décadas se decidirá si nuestra especie continúa existiendo sobre la faz de la Tierra o acabamos extinguiéndonos como consecuencia del Apocalipsis ecológico que estamos provocando con nuestro estilo de vida enfermizo y destructivo de animales y plantas y, por lo tanto, de ecosistemas. Las pandemias constantes, la falta de tierras cultivables y la consiguiente escasez de alimentos o los movimientos masivos de cientos de millones de personas huyendo del calor extremo y de la deforestación, solo serán el aperitivo de lo que nos vendrá encima si no actuamos de forma inmediata.

DESTRUCTORES DE ECOSISTEMAS

El cambio climático provocado por el ser humano tiene como consecuencia la fractura del equilibrio de infinidad de ecosistemas y, por lo tanto, que cada zona deforestada sea invadida por otras especies que acaban transmitiendo enfermedades a las autóctonas. No es raro que en ese contexto un virus mute y contagie a una especie animal diferente a la que lo alojaba. El siguiente paso es que el virus infecte a un ser humano que, por ejemplo, se encuentre trabajando en esa zona deforestada. La globalización y la extraordinaria movilidad humana de la actualidad hacen el resto. Entonces, ya la tenemos liada… Solo en los últimos años estamos empezando a comprender la importancia de los vegetales en el equilibrio del ecosistema mundial. Árboles y plantas conforman una compleja red de relaciones armoniosas gestadas a lo largo de los milenios. Esa naturaleza verde a la vez condiciona qué especies y en qué número habitan tal o cual ecosistema. Por eso, acabar con árboles y vegetales implica también terminar con especies animales. Y ese desequilibrio tarde o temprano nos pasa factura a los seres humanos, porque no debemos olvidar que no somos otra cosa que entidades vivientes que habitamos el mismo planeta que animales y vegetales.

Sobre el autor
Miguel Pedrero

Miguel Pedrero es director adjunto de la revista Año/Cero y miembro del equipo de los programas radiofónicos La Rosa de los Vientos y El Colegio Invisible (ambos en Onda Cero). Es autor de una quincena de libros, el último de ellos titulado La verdad prohibida (Ediciones Cydonia).

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