El hierro celestial en el Antiguo Egipto
Los habitantes del Antiguo Egipto conocían que había piedras que caían del cielo, las cuales empleaban para elaborar utensilios sagrados.
La egiptóloga española Victoria Almansa-Villatoro ha estado explorando antiguos textos jeroglíficos para indagar en los conocimientos y creencias del país del Nilo. Al hacerlo, ha tenido que enfrentarse con un lenguaje figurativo y poético del que en ocasiones resulta muy complicado extraer informaciones veraces acerca de cómo entendían el cosmos los constructores de las pirámides. Pese a las dificultades, uno de los descubrimientos más notables de Almansa-Villatoro ha sido establecer la conexión entre los egipcios y el «hierro celestial».
Como ella misma cuenta en un reciente artículo publicado en Smithsonian Magazine, la Edad de Hierro generalmente se considera que comenzó en Anatolia hace unos 3.300 años, cuando los hititas inventaron la técnica para extraer hierro metálico de minerales terrestres. Sin embargo, los egipcios ya estaban utilizando objetos de hierro siglos antes. Así lo confirman pequeñas cuentas de hierro halladas en un entierro en Gerzeh de hace unos 5.300 años; un amuleto en la tumba de la reina Aashyet, con 4.000 años de antigüedad; o la hoja de la daga del rey Tutankamón.
Pero la pregunta clave es: ¿de dónde provino este hierro siglos antes de que se dominara la fundición del hierro en Anatolia? La respuesta se encuentra en los meteoritos. La ciencia moderna nos dice que el hierro existe en forma metálica en el núcleo de los asteroides, y pequeños fragmentos de estos objetos rocosos a veces llegan a la Tierra en forma de meteoritos ricos en hierro. Obviamente, los egipcios tomaban esos meteoritos del suelo, pero ignoramos si realmente conocían su procedencia del espacio exterior. Ahora, gracias a las pesquisas de Almansa-Villatoro, podemos fundamentar que los antiguos habitantes del Nilo sabían el origen cósmico de esos fragmentos minerales. Egipto asumió una conexión directa entre el hierro y el cielo.
METÁFORAS Y RITUALES
Tras analizar meticulosamente los Textos de las Pirámides de hace unos 4.100-4.400 años, Victoria Almansa-Villatoro ha descubierto que los egipcios concebían el cielo como un cuenco de hierro que contenía agua. Dicho recipiente podía terminar perforado, lo que favorecía la precipitación a la Tierra de fragmentos en forma de meteoritos o lluvia. Aunque esta interpretación es compleja y no se obtiene de una lectura superficial, el estudio de los jeroglíficos y la comprensión del contexto mitológico y ritual egipcio permiten desvelar tal concepción del universo.
En el caso del hierro, el jeroglífico utilizado representaba un recipiente semiesférico de agua. Además, hierro y cielo eran conceptos intercambiables en los Textos de las Pirámides, lo que permite asumir que los antiguos egipcios sabían que dicho metal formaba parte de la bóveda celeste. La civilización del Nilo entreveró su comprensión del hierro meteórico con metáforas, historias y rituales, lo que permitió que este conocimiento sobreviviera a lo largo de los siglos. Además, demuestra que la ciencia antigua puede ser tan rica y significativa como la ciencia moderna, aunque se exprese de manera diferente.
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