Dios es la conciencia global
Numerosos experimentos de laboratorio indican que todos formamos parte de una mente colectiva, y precisamente eso que llamamos Dios sería esa conciencia global.
A principios de los 80, los físicos Alain Aspect, Jean Dalibard y Gérard Roger demostraron en sendos experimentos de laboratorio la existencia de lallamada no localidad cuántica. Consiguieron que dos fotones se conectaran a distancia a pesar de que aparentemente nada los uniera. Los científicos lograron que ambas partículas entraran en un proceso de «coherencia». A partir de ese momento, quedaron entrelazadas para siempre por una especie de «cordón umbilical» invisible. Este fenómeno se conoce por el nombre de «entrelazamiento cuántico», e implica que cualquier cambio generado en un fotón, instantáneamente es transmitido al otro, aunque cada uno se encuentre situado en un extremo diferente del universo. Desde entonces, se ha repetido dicha prueba miles de veces en centros experimentales de todo el planeta, con idénticos resultados.
En definitiva, la no localidad cuántica es un hecho más que contrastado, pero los físicos no saben por qué ocurre. Esto ha reavivado el debate de la conciencia global, siendo Dios el protagonista de esta.
El físico Amit Goswami defiende que esta característica de la no localidad explica fenómenos como el de la telepatía y el de la precognición, y también los resultados de sorprendentes experimentos, como el desarrollado en 1993 por Jacobo Grinberg-Zylberbaum en la Universidad Autónoma de México. Jacobo probó que era posible la transferencia de potencial eléctrico de un cerebro a otro. Su objetivo consistía en demostrar la no localidad cuántica de dos cerebros que entran en coherencia. El científico estaba seguro de que si el fenómeno del entrelazamiento cuántico tenía lugar entre partículas subatómicas también debería producirse entre cerebros, al fin y al cabo constituidos por partículas subatómicas, al igual que toda la realidad material.
Sorprendentes experimentos
Amit Goswami relataba a AÑO/CERO que, tras enterarse de los trabajos de Grinberg-Zylberbaum, tomó un vuelo y se plantó en su laboratorio. En su obra Dios no ha muerto (Obelisco, 2010), Goswami escribe lo siguiente al respecto de los experimentos del mexicano: «Dos personas se ponen a meditar juntas con la intención de establecer comunicación (sin señales, no local). Pasados veinte minutos, se las separa (aunque siguen meditando en su intención) y se las coloca en cámaras de Faraday (un espacio cerrado que es eléctricamente impermeable) individuales, donde cada cerebro es conectado mediante electrodos a un electroencefalógrafo. A continuación, se muestra a uno de los dos sujetos una serie de destellos de luz para que produzcan en él una actividad cerebral eléctrica que es registrada por el electroencefalógrafo. De este resultado se extrae un ‘potencial evocado’ con la ayuda de un ordenador (eliminando el ruido cerebral)».
Hasta aquí todo normal, pero lo sorprendente es que el electroencefalograma del otro individuo muestra, en la mayoría de los casos, el mismo potencial evocado. Por contra, otra serie de personas que actúan como grupo de control, puesto que no meditan juntas, no presentan ningún potencial transferido.
Todos formamos parte de una única mente
Ahondando en las espectaculares conclusiones de éste y otros experimentos similares llevados a cabo en las últimas décadas en laboratorios de todo el mundo, Goswami ha desarrollado una teoría fascinante, tal como explicó durante la entrevista que concedió a AÑO/CERO: «Las pruebas de Grinberg-Zylberbaum y otras muchas muy parecidas no sólo abundan en lo ya sabido de la no localidad de la conciencia, sino que sugieren una idea más interesante: no es tanto que las conciencias de los dos individuos que realizan el ejercicio de la transferencia de potencial eléctrico entren en contacto, sino que en realidad forman parte de la misma conciencia. Si dos personas están conectadas no-localmente, puedes tener la seguridad de que son parte de una unidad. Dicho de otro modo, esa conciencia unitaria o universal es en sí misma la no localidad, la conciencia a la que todos estamos conectados y pertenecemos. Por tanto, existe una conciencia que engloba a todas las conciencias de los seres vivos. Esta es la auténtica unidad por debajo de nuestra diversidad. En realidad la conciencia es solo una, pero cuando se manifiesta en un cerebro condicionado por la memoria, la experiencia pasa a ser algo individual».
Nuestro interlocutor vincula a esta conciencia universal con el concepto de Dios propio del ámbito religioso: «Dios es esa unidad de la conciencia. Su representación dentro de cada uno de nosotros es lo que denomino ‘yo cuántico’. La totalidad de la conciencia es objetiva y en principio no podemos mantener una relación personal con la misma, si no es a través con nuestro ‘yo cuántico’».
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