Ciencia
19/09/2023 (08:00 CET) Actualizado: 19/09/2023 (08:00 CET)

Beatriz Villarroel: 'Me tomo en serio la búsqueda de naves extraterrestres'

Entrevistamos a Beatriz Villarroel, impulsora del Proyecto Vasco y galardonada con el Premio L’Oréal-Unesco For Women in Science

19/09/2023 (08:00 CET) Actualizado: 19/09/2023 (08:00 CET)
Beatriz Villarroel
Beatriz Villarroel
Nº 386, Septiembre de 2022
Este artículo pertenece al Nº 386, Septiembre de 2022

En más de una ocasión hemos escuchado a algunos astrónomos referirse a su disciplina como a una especie de arqueología, e incluso de paleontología especial, en la medida en la que en diversos ámbitos de tan vasta ciencia se observa y estudia un cielo que es puro pasado, ancestral pasado. La estampa nocturna que observamos a simple vista, y en especial aquella que para los astrónomos se hace visible gracias a la tecnología, dejó de existir en su mayor parte hace mucho tiempo, y paradójicamente, solo las distancias colosales que nos separan de ella y que mantienen visible su brillo, nos permiten aproximarnos a lo que un día fueron eso objetos que la componen. El Proyecto Vasco, Vanishing & Appearing Sources during a Century of Observations, o Fuentes que desaparecen y aparecen durante un siglo de observaciones, coteja el pasado y el presente de nuestro cielo en busca de lo que “ya no está”. Básicamente tiene como objetivo localizar “estrellas-objetos” astronómicos que hayan podido desaparecer del cielo, comparando antiguas fotografías con la realidad observable hoy en día. Al frente del mismo está Beatriz Villarroel, investigadora del Instituto Nórdico de Física Teórica, de la Universidad de Estocolmo e investigadora visitante en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Su Proyecto VASCO le ha valido el Premio L’Oréal-Unesco For Women in Science en la categoría de Jóvenes Talentos Internacionales. 

-El proyecto es un buen ejemplo de que es posible enfocar la investigación astronómica desde puntos de vista distintos, originales ¿Cómo se le ocurrió esa idea?
Cuando era estudiante, solía escribir fábulas cortas, en este caso una fábula relacionada con la astronomía. La idea se me ocurrió allí, en medio de mi afición a escribir: ¿alguien había buscado objetos que se desvanecieran?

-¿De dónde procede, qué antigüedad y qué volumen tiene el material fotográfico para realizar ese trabajo comparativo?
Usamos imágenes de los años 50 e imágenes del cielo tal como es hoy. Las imágenes de la década de 1950 se basaron en material de placas fotográficas. Las imágenes del cielo de hoy, fueron tomadas con tecnología CCD. En total, son muchos terabytes de datos de imagen los que estamos procesando.

Cuatro objetos en órbita de la Tierra antes de que hubieran satélites
Cuatro objetos en órbita de la Tierra antes de que hubieran satélites

-Que un objeto astronómico esté visible en el pasado y hoy no lo esté, ¿a qué se puede deber? ¿fotografías defectuosas o dañadas? ¿una estrella que ha muerto? ¿un agujero negro que se lo ha tragado?
Hay varias explicaciones diferentes. Cuando hacemos nuestras búsquedas, exigimos que los objetos se ajusten a los criterios de los objetos astrofísicos reales en cuanto a su forma y distribución de la luz. Esto significa que eliminamos la mayoría de los defectos, aunque no todos. Si uno encuentra un objeto visible en una sola imagen de los años 50 y que no se ve en ningún otro lugar, esto podría ser un transitorio de corta duración que se iluminó en esa sola imagen. Un ejemplo es una estrella fulgurante que deja un punto brillante en una sola imagen.

Si uno tiene la suerte de encontrar un objeto que se ve en “varias” imágenes diferentes en la década de 1950 y también es visible en la década de 1980, y que ahora ha desaparecido de nuestro cielo, eso es más interesante. Un escenario hipotético en el que esto sucede, es cuando una estrella masiva colapsa directamente en un agujero negro sin emitir una supernova brillante. O podría tratarse un fenómeno completamente nuevo. Nadie sabe si estos eventos pueden ocurrir y, de ser así, cuán comunes son.

-Uno de los mayores atractivos públicos del proyecto es que, esas cosas que ya no están, podrían ser incluso tecnología extraterrestre que pasó por nuestro perímetro o nos observaba, ¿satélites, sondas, estaciones espaciales orbitando, esferas de Dyson…?
En este momento no tenemos evidencia de ningún artefacto extraterrestre involucrado en ninguna de nuestras observaciones. Pero entre las firmas ET hipotéticas que buscamos en el proyecto VASCO, se incluyen todas las posibilidades que usted menciona.

Una esfera de Dyson
Una esfera de Dyson

-¿Se trata de una posibilidad que se toman en serio o sólo de un buen reclamo publicitario para el gran público, para la ciudadanía? Para usted parece plausible, pues evocando la reflexión que sobre la tecnología realizó Arthur C Clarke, asegura estar “buscando magia”
Nos tomamos muy en serio la posibilidad de buscar a ET. Por ejemplo, recientemente publicamos un nuevo artículo en Acta Astronáutica, en 2022, donde describimos cuidadosamente una prueba sobre cómo utilizar la metodología VASCO para comprobar la posibilidad de artefactos ET en órbita alrededor de la Tierra, usando el cielo no contaminado de principios de la década de 1950, anterior al lanzamiento del Sputnik I.

-Aplicando la lógica de VASCO, parece que echar una ojeada al trabajo previo, al material y a los registros acumulados por los astrónomos a largo del tiempo, puede darnos sorpresas…
Muchos de los sondeos astronómicos en el dominio del tiempo existentes que los científicos utilizamos para nuestra investigación astronómica convencional también pueden utilizarse para hacer investigación SETI, y a través de la búsqueda de "anomalías" podemos ampliar tanto el conocimiento astrofísico como la búsqueda de candidatos dignos de seguimiento SETI. Eso es precisamente lo que intenta hacer VASCO

via lactea
via lactea

-¿Han obtenido ya resultados localizando esas “estrellas desaparecidas”? ¿Han podido explicarlas convenientemente?
Para los aproximadamente 100 transitorios que publicamos en 2020, creemos que lo más probable es que se trate de eventos naturales. Imaginamos que se trata de sucesos de corta duración en los que algo se encendió durante unos minutos. Ejemplos de tales eventos podrían ser las llamaradas de enanas M o algunas estrellas en erupción. Para entender exactamente lo que encontramos, necesitamos más observaciones con telescopios profundos. Uno de estos casos resultó ser particularmente interesante y gran parte del trabajo realizado en los últimos dos años ha sido un seguimiento de este candidato en particular.

-El Proyecto VASCO es colaborativo, abierto a la cooperación de expertos y de ciudadanos. ¿cómo se gestiona esa colaboración de los aficionados?
Cualquier astrónomo aficionado puede colaborar con nosotros participando en el proyecto de ciencia ciudadana que está abierto al público en general. Trabajamos mucho más con dos equipos de ciencia ciudadana en África, en Nigeria y Argelia. Es un viaje maravilloso juntos.

-Usted tiene raíces españolas y estuvo vinculada al Instituto de Astrofísica de Canarias, ¿qué relación y recuerdos tiene?
Mi abuelo materno era de Asturias, pero fue enviado de niño solo a la URSS durante la Guerra Civil española. Formó parte de los llamados "niños de Rusia". Y bueno, está entrevista la estamos haciendo desde mi espacio como visitante en IAC...

La NASA buscará tecnofirmas extraterrestres en la Tierra
La NASA buscará tecnofirmas extraterrestres en la Tierra

EN BUSCA DE TECNOFIRMAS

En los últimos años “tecnofirmas” se ha convertido en un concepto de éxito en la jerga de la exobiología a la hora de referirse a la búsqueda de huellas tecnológicas que delaten la existencia, pasada o actual, de una civilización extraterrestre en algún punto de nuestro universo observable. Estamos ante el equivalente tecnológico de las biofirmas. De la misma manera que la existencia de vida inteligente en la Tierra podría ser deducida por un observador externo a nuestro planeta, a través de la detección de la contaminación atmosférica que generamos, de observar nuestro enjambre de satélites o presenciar la salida o entrada en la atmosfera de alguna de nuestras naves, nosotros podemos rastrear las regiones cósmicas más favorables al desarrollo de la vida en busca de indicios similares. El primer paso es el de identificar estos rincones del Universo, principalmente exoplanetas del espacio profundo, aunque tampoco se descarta mirar a nuestro propio Sistema Solar para pillar in fraganti alguna sonda, por ejemplo. De los 4000 descubiertos hasta la fecha, a principios de este 2022 sólo 59 eran potencialmente habitables, y de ellos, apenas 21 podrían ser rocosos y tener agua líquida en su superficie. Estas cifras van al alza, pues se descubren un par de exoplanetas cada semana. Una vez tengamos el objetivo de nuestros telescopios centrado en esas otras tierras, toca detectar esos tecnomarcadores, siempre y cuando la vida haya surgido y evolucionado hacia un modelo inteligente y tecnológico como el nuestro. La contaminación generada por las industrias de esos alienígenas, las luces con las que iluminarían sus megaciudades, la emitida por sus redes de transporte, sus satélites y estaciones espaciales, e incluso las megaestructuras que hayan podido promover, tales como escudos térmicos o esferas de Dyson, serían elementos a rastrear. Todo ello sin olvidar las señales de radio u otro tipo de emisiones que de forma intencionada o no, puedan haber sido generadas por esa tecnología alienígena, objetivo primigenio del programa SETI.

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