Arqueología
18/10/2023 (08:00 CET) Actualizado: 18/10/2023 (08:00 CET)

La serpiente azteca que llegó con el terremoto

Arqueólogos mexicanos desenterraron una espectacular cabeza de serpiente de bella policromía durante un terremoto en la capital azteca

Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo

18/10/2023 (08:00 CET) Actualizado: 18/10/2023 (08:00 CET)
Detalle de la serpiente emplumada
Detalle de la serpiente emplumada

El 19 de septiembre de 2022, hace ahora poco más de un año, el suelo tembló en Ciudad de México. En principio, nada excepcional, si tenemos en cuenta de que el país norteamericano es uno de los más activos del planeta a nivel sismológico. Sin embargo, ese mismo día, como si los movimientos telúricos hubieran despertado algunas fuerzas desconocidas de las profundidades, los arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y la UNAM (Universidad Autónoma de México) sacaron a la luz una espectacular y colosal cabeza de serpiente en los dominios de la antigua Tenochtitlán, la capital azteca.

La vistosa escultura, de más de 500 años de antigüedad, es de gran importancia no solo por su tamaño y peso (mide 1,8 metros de largo por 1 de alto y 85 cm de profundidad, alcanzando aproximadamente 1,2 toneladas de peso), sino especialmente por conservar una llamativa policromía en un 80% de su superficie.

Concretamente, el hallazgo se produjo bajo los cimientos del edifico de la antigua Escuela de Jurisprudencia de la UNAM, en el centro histórico de la capital. La escultura se encontraba enterrada a unos 4,5 metros de profundidad, y durante más de 500 años estuvo cubierta de una mezcla de barro y agua. Esta circunstancia, según los especialistas, permitió su fabuloso estado de conservación y en especial favoreció la conservación de su policromía, a base de colores ocre, blanco, negro, rojo y azul.

La serpiente emplumada
La serpiente emplumada

Desde el mismo momento de su hallazgo, los arqueólogos y expertos del INAH, con la colaboración de la UNAM, habilitaron una cámara de humedad en torno a la pieza con el fin de preservar su rica policromía.

«Nuestro objetivo está en que la cabeza de la serpiente pierda la humedad que acumuló durante siglos de manera lenta y cuidadosa, para que esta salga de los poros internos de la roca hasta su superficie, ya que si el proceso se acelera pueden generarse pérdidas de color e incluso grietas o cristalización de sales en la piedra», explicó María Barajas Rocha, restauradora del Museo del Templo Mayor. Paralelamente a estos trabajos de aclimatación de la escultura, que todavía se demorarán unos cuantos meses, los investigadores siguen avanzando en el análisis de la iconografía y el simbolismo de la escultura.

Las escamas estaban ricamente policromadas
Las escamas estaban ricamente policromadas

Los aztecas, que prosperaron en la región del centro de México entre los siglos XIV y XVI, contaban en su panteón con un dios serpiente, conocido como Quetzalcóatl o “serpiente de plumas preciosas”, en lengua náhuatl, que también fue venerado por otras culturas mesoamericanas. Esta divinidad serpiente se consideraba el dios de la luz, la vida, la fertilidad y el conocimiento. ¿Es la cabeza de serpiente hallada durante el terremoto del año pasado una representación de Quetzalcóatl? Es posible, aunque en este caso la escultura no muestra plumas en su superficie, sino escamas –quizá por tratarse solo de la cabeza–, como sí sucede en otras esculturas de serpientes conservadas en el Museo Nacional de Antropología de México.

Sobre el autor
Javier Garcia Blanco

Periodista y fotógrafo especializado en temas de arte, historia y viajes. Ha publicado sus trabajos en medios como El Mundo, GEO, Lonely Planet, Condé Nast Traveler Destinos, entre otros. Autor de varios libros, como Historia negra de los Papas, Ars Secreta o Héroes y villanos. Fue jefe de edición de Año/Cero, y actualmente dirige el magazine de viajes y cultura Wanderer.es

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