Resuelto el misterio de las calaveras de cristal
Durante el siglo XIX proliferaron en Europa las calaveras de cristal, siendo adquiridas por coleccionistas e importantes museos: ¿Son piezas reales?
El anticuario y arqueólogo oficial galo Eugène Boban, se presentó en el Museo Británico, en 1857, con una docena de cráneos de cuarzo pulido que, aseguró, procedían de México o Guatemala.
Aseguró que habían sido manufacturadas miles de años antes, por lo que constituían una rareza mesoamericana, Tenían los dientes y las cavidades oculares perfectamente definidas y su superficie estaba tan increíblemente prístina que parecían de cristal.
Refirió que estas calaveras poseían una suerte de halo místico que les otorgaba la capacidad de curar enfermedades y cambiar el destino de su poseedor.
Las calaveras de cristal poseían, al parecer, extrañas propiedades curativas y revelaban el futuro
Los responsables del museo comprobaron las credenciales del anticuario francés y vieron que era miembro emérito de la corte de Maximiliano I de México y que había formado parte de las misiones de Napoleón III para investigar las culturas mesoamericanas. Además, era muy crítico con las falsificaciones. Según reza en un manuscrito que se conserva actualmente en la Hispanic Society of América, y que está fechado en 1866, denunciaba la “falsificación de antigüedades mexicanas” por parte de los indígenas de Tlatelolco y Los Ángeles que, a la sazón, eran suburbios de la actual Ciudad de México.
“Al regresar a Estados Unidos –reza el escrito-, los norteamericanos pagaron muy bien por los objetos esculpidos para enriquecer sus museos. Cuando México abrió sus fronteras a los forasteros, luego de la guerra de independencia, el mercado de falsos se incrementó. La llegada de europeos y estadunidenses creó una demanda que los artesanos nativos cubrieron con habilidad y diligencia” –concluye.
Y es que, durante la segunda mitad del siglo XIX, floreció el coleccionismo de objetos arqueológicos y etnográficos de culturas antiguas y, especialmente, la mexicana que, desde hacía décadas, ya llamaba la atención de estudiosos, coleccionistas ricos o artistas. Boban supo aprovechar ese interés para vender al Museo Británico su colección de calaveras de cristal y, de paso, hacerse millonario con la operación.
Ninguna de las calaveras de Boban ha resultado ser auténticas por mucho que fue un luchador contra las falsificaciones
Boban no había daba puntada sin hilo. Sabía que el banquero británico Henry Christy había vendido al museo la primera de las calaveras de cristal en ver la luz. Era chiquita, de apenas 2,5 cm de altura y fascinó a los responsables del británico comprándosela sin rechistar, en 1856. El museo aún la posee, aunque aún no la expone al público.
Pero ni ésta, ni ninguna de las calaveras de Boban eran auténticas. Si bien es cierto que los mexicas utilizaron calaveras para representar al dios del inframundo, Mictlantecuhtli, o exhibían el cráneo de los vencidos en los tzompantlis, una suerte de altar en forma de bastidor para honrar a sus dioses, ninguna de ellas era de cuarzo de roca, sencillamente porque no disponían de las herramientas necesarias para poder tallar y pulir con precisión este duro material.
Por eso fascinó tanto la famosa Calavera del destino, o llamada también de Mitchell-Hedges que, en 2009, inspiró la película “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”. Estaba hecha de cuarzo piezoeléctrico (material con el que se fabrican los circuitos de los ordenadores) y tallada en contra de su eje natural, por lo que resultaba incomprensible que el cuarzo no estuviera hecho añicos. No obstante, estudios recientes han determinado que Mitchell-Hedges no la descubrió en la ciudad maya de Lubaantún, sino que la adquirió el 15 de Octubre de 1943 en una subasta de Sotheby´s.
Los cráneos de Boban dieron la vuelta al mundo
En efecto, hoy sabemos que la colección de Boban era un fraude. No obstante, en 1898 el anticuario consiguió inmiscuirse en la subasta de Tiffany and Co donde consiguió vender algunas de las piezas al Museo Británico para alimentar su acervo de los mejores vestigios de Mesoamérica. Uno de los cráneos quedó en manos del coleccionista Alphonse Pinart, quien lo donó posteriormente al Musée du Quai Branly, en París.
Los cráneos de cristal dieron la vuelta al mundo, llegando a exhibirse en la American Association for the Advancement of Science, como piezas únicas del arte mesoamericano. Sin embargo, hoy sabemos que fueron obra de algún taller del poblado de Idar-Oberstein, en Alemania, que era famoso por importar cuarzo brasileño durante el siglo XIX.
Recientemente, el asunto de las calaveras de cristal volvía a la actualidad después de que dos investigadores españoles Joseba Orraca y Charo Lozano recibieran el encargo de verificar una curiosa calavera de cristal con el cráneo alargado, recreando la imagen de la película de Indiana Jones, como podrás ver en este vídeo.
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