Descubren una fosa común con 450 esqueletos de «vampiros» decapitados en Polonia
En la localidad polaca de Luzino han aparecido 450 esqueletos decapitados que, según las creencias, pertenecieron a vampiros
Un grupo de arqueólogos de Polonia ha descubierto una fosa común con 450 esqueletos de «vampiros» sin cabeza en el pueblo de Luzino, al noreste del país, según ha informado el periódico polaco The First News. Según las leyendas polacas, estas criaturas sobrenaturales sedientas de sangre acechaban en antiguas criptas y salían de sus tumbas al anochecer para cebarse con almas desprevenidas. Para evitar que los muertos vivientes regresaran de la tumba, se practicaba la decapitación y se colocaban monedas en la boca de los cuerpos, como medida preventiva.
Hasta el siglo XIX era habitual decapitar a los supuestos vampiros y colocar junto a ellos ajos, crucifijos o agua bendita
En la Polonia rural del siglo XIX, al igual que en otros lugares de Europa, era práctica habitual decapitar a los supuestos vampiros y colocar objetos como ajos, crucifijos o agua bendita cerca de sus cuerpos. Además, se creía que el acto de colocar una moneda en la boca anulaba la maldición del vampiro, impidiéndole regresar de entre los muertos y propagar su enfermedad entre los vivos.
En declaraciones a la prensa a través de un comunicado, el arqueólogo polaco Maciej Stromski explicó que un equipo de investigadores ha descubierto muchos ejemplos que confirman «la creencia en que los muertos regresan de la tumba», algo que, según explicó, en aquellos tiempos se creía que «sólo podía detenerse con la decapitación». La gente de siglos pasados estaba convencida que si algunos miembros de la familia del difunto fallecían poco después del entierro del supuesto vampiro también podían haberse convertido en «no muertos». Por esta razón, tras el entierro, procedían a cavar la tumba y se cortaba la cabeza del difunto, para a continuación colocarla entre las piernas.
La fosa común descubierta en Luzino contiene los restos de 450 presuntos vampiros, con sus cráneos decapitados alojados entre las piernas y monedas en la boca. Los arqueólogos descubrieron también los restos de una mujer decapitada con «el cráneo de un niño colocado sobre su pecho». Además, alrededor del 30% de los esqueletos descubiertos, «tenían ladrillos colocados junto a las piernas, brazos y cabezas», explicó Stromski. En varias zonas de Polonia –y también en otros puntos de Europa–, la gente creía que los ladrillos podían ejercer un curioso control sobrenatural sobre los vampiros, evitando que estos volvieran de entre los muertos, por lo que a menudo se utilizaban como barreras espirituales, apresando a los supuestos no muertos en sus lugares de descanso eterno e impidiéndoles regresar para sembrar el terror y la muerte en el reino de los vivos.
En algunas culturas, el vampiro se relacionaba con personas enfermas de tuberculosis
En diversas culturas, el vampiro se relacionaba con personas enfermas de tisis (tuberculosis). Los síntomas de esta enfermedad, como la palidez, la tos con sangre y el aspecto demacrado, coincidían con las características atribuidas a los vampiros, lo que llevó a creer que quienes morían por tisis estaban bajo la «maldición del vampiro». Sin embargo, las creencias y leyendas sobre vampiros variaban según las culturas y en la Polonia del siglo XIX se consideraba que los vampiros eran cadáveres reanimados sobrenaturalmente que volvían a la vida para atacar a los vivos. Por lo tanto, no se relacionaban exclusivamente con una enfermedad en particular. Algunos eclesiásticos creían que la maldición del vampiro se manifestaba en los cráneos de los recién nacidos, interpretando que el vampirismo no se trataba de una enfermedad sino de una condición presente en linajes sanguíneos anticristianos. Este descubrimiento arqueológico resulta de gran importancia para la comprensión de las creencias y prácticas funerarias en la Polonia rural del siglo XIX.
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