La "ciudad dorada perdida" de Luxor resurge de las arenas
Uno de los hallazgos más impresionantes del Antiguo Egipto ha sido mostrado al mundo. Durante 3000 años, la “ciudad dorada perdida” ha permanecido oculta bajo las arenas del desierto. Ahora, desafía con erigirse como uno de los mayores hallazgos arqueológicos de todos los tiempos.
El jueves 8 de abril de 2021, el famoso egiptólogo Zahi Hawass anunció que la “ciudad dorada perdida” había sido encontrada cerca de Luxor, a 500 kilómetros de El Cairo. El revuelo en torno a este descubrimiento ha sido enorme. Según el Dr. Hawass, este hecho se podría posicionar como el segundo hallazgo arqueológico más importante de la cultura egipcia desde Howard Carter y la tumba de Tutankamón. Sin embargo, ¿de qué ciudad se trata? ¿Qué supone este descubrimiento?
Bajo el nombre de Aten (“El Ascenso de Atón”), esta ciudad comenzó a ser excavada en septiembre de 2020 y en la actualidad, los estudios son bastante esclarecedores acerca de sus orígenes. El lugar fue fundado por Amenhotep III, el noveno rey de la dinastía XVIII. Este faraón gobernó desde 1391 hasta 1353 a. C y muchos investigadores, contando con la oposición de muchos otros, aseguran que este faraón correinó con su polémico hijo, Amenhotep IV o, como es más conocido, Akenatón. Posteriormente, Akenatón se encargaría de reforzar el culto al dios Atón (el dios sol) frente al resto de cultos y así intentaría imponer el monoteísmo en el reino.
Muchas misiones extranjeras buscaron esta ciudad y nunca la encontraron
En cuanto a la fisionomía de la ciudad, los restos que se han encontrado son la envidia de cualquier arqueólogo. Sus muros están prácticamente completos y algunos de ellos llegan incluso a alcanzar los tres metros de altura. Entre estas paredes se han encontrado distintas habitaciones y herramientas que muestran el día a día del Antiguo Egipto. Como argumentó Hawass, "encontramos tres barrios principales: uno para la administración, un dormitorio para los trabajadores, uno para la industria y un área para carne seca" y entre estas zonas diferenciadas, hay talleres, hornos, casas de ladrillo, cerámicas, joyas y diversas herramientas de gran valor. Además, el sello de Amenhotep III aparece por toda la ciudad, tanto en anillos y vasijas, como en ladrillos de barro e inscripciones jeroglíficas, por lo que su correcta datación está asegurada.
"Muchas misiones extranjeras buscaron esta ciudad y nunca la encontraron. Comenzamos nuestro trabajo buscando el templo mortuorio de Tutankamón, porque los templos de los farones Horemheb y Ay se encontraron en esta área” y, sin embargo, acabaron encontrando un hallazgo sin precedentes, como indicó Hawass.
Los arqueólogos se quedaron fascinados al comprobar que, en esta ciudad perdida, todo había quedado tal cual se había desarrollado en el pasado
Otra curiosidad de la ciudad son sus propias características, que refuerzan aún más el periodo en el que se sitúa. Las paredes en zigzag, observables en la imagen anterior, están localizadas entre la zona administrativa y residencial de la ciudad y muestran una arquitectura que caracteriza al Antiguo Egipto de finales de esta dinastía. Además, las tumbas encontradas, que constan de diferentes tamaños, son accesibles a través de unas escaleras excavadas en la roca que nos recuerdan a la perfección al Valle de los Reyes y el Valle de los Nobles, cuyos orígenes se remontan a la Dinastía XVIII.
En palabras de Betsy Bryan, profesora de Egiptología de la Universidad John Hopkins (Baltimore, Estados Unidos), el hallazgo nos puede dar “una rara visión de la vida de los antiguos egipcios en el momento en el que el Imperio era más rico, además de ayudar a establecer con claridad uno de los mayores misterios de la historia: ¿por qué Akenatón y Nefertiti (su esposa) deciden mudarse a Amarna?” Allí, el faraón fundó una nueva capital para Egipto, Ajetatón (“El Horizonte de Atón”). Sin embargo, tras la muerte de Akenatón, este lugar fue abandonado y sus construcciones reutilizadas por otros faraones.
Los arqueólogos se quedaron fascinados al comprobar que, en esta ciudad perdida, todo había quedado tal cual se había desarrollado en el pasado. Como si el imaginario Vesubio egipcio hubiera sepultado a la Pompeya de Luxor durante miles de años. Ante un hallazgo así, no es de extrañar que las previsiones de futuro de Zahi Hawass sean positivas. Se espera descubrir tumbas de gran calado rodeadas de riquezas que muestren un periodo de esplendor como el que vivía Egipto en aquel momento. En definitiva, no sería raro que en ele futuro nos esperen más noticias sobre esta impresionante ciudad perdida.
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