Cuántas noticias surgen cada semana al respecto del asunto que traemos a la portada de este mes. Generalmente se trata de fricadas: "Un gigante ha sido hallado en un yacimiento arqueológico de Marruecos"; "Aparecen fémures de un tamaño desproporcionado en mitad de Central Park"; "Descubierta tumba de rey babilonio gigante…". Siempre hemos defendido que Internet ha logrado democratizar la información; llega rápido y a casi todos los rincones del mundo libre y parte del cautivo. Por eso hay que andar con pies de plomo; es importante sacar lo que de bueno hay entre tanta paja. Porque sí, lo hay; incluso cuando hablamos de gigantes como habitantes de un tiempo olvidado.
En ENIGMAS hace años que disfrutamos del romanticismo que encierran estas historias, algunas de ellas trufadas con el aroma que sólo desprenden las grandes expediciones de otro tiempo, orquestadas por soñadores que fueron capaces de ver, como asegura el proverbio anónimo, que "no hay metas imposibles, sino hombres incapaces".
Nuestra meta este mes es comprobar si hay vestigios, pruebas, textos, piedras… que nos hablen de unos personajes que, especialmente en los textos sagrados de las diferentes religiones, aparecen como los habitantes de la Tierra, una suerte de semidioses que, llegado el momento, desaparecen sin dejar rastro. ¿Sin dejar rastro? Hay quien defiende, si iniciamos nuestra remontada temporal a partir de los cinco milenios y de ahí hacia atrás, que los restos arquitectónicos que encontramos parecen haber sido levantados a escala, si no de gigantes, sí gigantesca. Es en ese mismo tiempo cuando las tradiciones del otro lado del Atlántico hablan de la presencia de esos seres que conviven con nosotros y que son víctimas, quién sabe sin ni tan siquiera ser culpables, de la ira divina que se desencadena contra el comportamiento indecente del hombre.
Y como somos una especie hecha para sobrevivir –como las cucarachas–, finalmente quienes desaparecen son los buenos. Si avanzamos en el tiempo, en Génesis 6:4 se dice que "había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz". Podría seguir poniendo ejemplos pero para eso está el extraordinario tema de portada. Porque es posible que detrás del concepto "gigante" haya algo más humano y por tanto más real de lo que imaginamos. En cierto modo ésta es la herencia de una "humanidad perdida" de la que poco es lo que sabemos, pero de la que, dejando las fricadas a un lado, estamos empezando a saber…
Lorenzo Fernández Bueno
Director de ENIGMAS
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