Hace unas semanas, en el marco de unas jornadas que se celebraban en la isla de La Gomera sobre la figura de Cristóbal Colón, intenté mostrar al público allí reunido, que el genovés, o mallorquín, o gallego, o portugués… no era, ni de lejos, el primero en llegar al Nuevo Mundo; que otros pueblos ya lo habían logrado mucho antes que él. Pero, ¿cómo argumentar una afirmación tan atrevida? ¿Hay pruebas? Hasta en año 1960 se creía que no. Es más, se pensaba que, cuando se aludía a esta posibilidad y en el horizonte marino del continente americano se situaban los drakkars vikingos, todo formaba parte de una romántica leyenda. Los escépticos afirmaban que no se podían tomar las Sagas Groenlandesas o las propias de Eric el Rojo como tratados de historia, simplemente porque no lo eran. En éstas se afirmaba que los vikingos del Rojo llegaron a Groenland –"la tierra verde"– a finales del siglo X y principios de XI, donde establecieron una colonia. Porque los bárbaros del norte, aparte de arrasar con cuanto se les ponía por delante en sus incursiones estivales, eran grandes navegantes y por tanto grandes exploradores. Su objetivo era descubrir las tierras que se encontraban al este; muy al este. Y más allá del mito, lo lograron.
Según estas Sagas, en Groenland nació Leif Erikson, hijo de Eric el Rojo. Quiso llegar aún más lejos que su progenitor, y eso le hizo soñar con tierras lejanas. Así, décadas más tarde emprendió su propio camino hacia la gloria y acompañado de unas decenas de valientes se echó a la mar. Hacia el este… Cuentan estas crónicas diluidas en el caldo de la leyenda que tras semanas de navegación llegó a una tierra cubierta de piedras planas. Por eso la llamó Helluland, cuyo significado es precisamente ése. Continuó hacia el sur y llegó a otro lugar al que bautizó como Markland, la "tierra de los bosques".
Pero no contento con lo hallado, decidió ir más al sur, donde acabaría situando una colonia que permaneció estable al menos durante dos siglos. Había descubierto Vinlandia, "la tierra del vino". Qué mejor excusa para quedarse… Los siglos pasaron y un reducido grupo de arqueólogos interpretaron que Erikson había llegado a Terranova y empezaron a excavar allí. Y descubrieron ocho casas y tres talleres vikingos datados en el siglo XI, que demostraban que las Sagas contaban la verdad. Pero hay más: recientemente la arqueóloga Patricia Sutherland ha anunciado el descubrimiento de un nuevo asentamiento vikingo al norte de la isla de Baffin, también en Canadá, ya dentro del Círculo Polar Ártico. Por tanto, sí podemos decir que los vikingos descubrieron América antes que Colón. Y con ellos llevaron tradiciones extraordinariamente sangrientas y a sus terribles dioses. En definitiva, recuerdos de un pueblo tan desconocido como fascinante.
Puedes encontrar esta editorial en el número 258 de la revista Enigmas.
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