El misterio de las "Taules" menorquinas

A poco más de dos kilómetros del municipio menorquín de San Luis se halla el yacimiento arqueológico de Trepucó. Junto a un camino sin asfaltar encontraremos muy pronto un muro antiquísimo que guarda en su interior una misteriosa construcción. El parapeto, que forma una herradura de más de cuarenta metros, parece concebido para proteger algo importante. Lo veremos en seguida. Dentro se encuentra un Talaiot de dos metros de altura en cuyo interior se erige una gigantesca Taula, es decir, dos enormes piedras que  forman una "T" y que fueron puestas aquí hace más de 4.400 años. Sorprenden sus cuatro metros veinte de altura que, invitan a preguntarnos: ¿Cómo lo hicieron? Y lo que es más importante: ¿Para qué?

Sin querer, nuestra imaginación se dispara y acuden a nuestra mente los trabajos de eruditos humanistas pre-científicos como los del historiador Juan Bautista Binimelis que decía en su obra "Nueva historia de la isla de Mallorca", publicada en 1593, que "los fabricantes de tales edificios, forzosamente tenían que ser gigantes o demonios", haciéndose eco de aquel pasaje bíblico del Génesis (6.4) que reza "que en aquel tiempo existieron sobre la tierra los gigantes".

¿Fueron erigidas las Taulas menorquinas para significar la existencia de una raza de gente colosal? ¿De qué querían defenderlas los hombres del neolítico al construir murallas a su alrededor?

Curiosas coincidencias
Nadie sabe a ciencia cierta qué función tenían las taulas. Se ha dicho que eran una especie de ara de sacrificios, un pudridor donde descarnar un cadáver e, incluso,  la columna central de un tejado de madera pero, en honor a la verdad, ninguna de estas hipótesis ha podido ser corroborada. A finales de los años 30 del siglo pasado, la doctora Margaret Murray lo descartó con un equipo de la Universidad de Cambridge al no poder hallar restos de vigas de madera ni materia orgánica. Fue entonces cuando se inclinó en definir los talayots como un recinto de adoración a la Taula en sí.  Cabe preguntarse entonces: ¿Qué significado tenía?

Es posible que la respuesta resida muy lejos de las Baleares, en la lejana Asia Menor, pues no deja de ser inquietante la similitud de estas construcciones con la tradición babilónica del culto a la Luna y la astronomía.

Mesopotamia estaba considerada, hasta hace bien poco, la cuna de la civilización. Allí, en la fértil cuenca de los ríos Tigris y el Éufrates nació la escritura, la religión y el comercio. Hace 6.000 años, nadie sabe muy bien de dónde, los sumerios llegaron a estas fértiles tierras dejaron de cazar para convertirse en agricultores, construir las primeras ciudades  y a adorar a unos dioses que –literalmente- decían venir de las estrellas: los Anunnaki.   De esa época –dicen los historiadores- data la invención de la rueda y el comercio. ¿Qué coincidencia, verdad?

Y digo hasta hace bien poco porque, en 1994, el arqueólogo alemán Klaus Schmidt descubrió al sur de Turquía unas construcciones que podrían ser los templos más antiguos del mundo.

El hallazgo se produjo a poco más de 14 kilómetros de Sanliurfa en un montículo que los vecinos llaman Göbekli Tepe. El descubrimiento –como digo- revolucionó todo lo que sabíamos de la cuna de la civilización pues, aquellos restos poseían 11.600 años de antigüedad, muy lejos de los 4.000 años del nacimiento de Sumer.

Los arqueólogos dirigidos por Klaus Schmidt desenterraron un templo formado por cuatro grandes complejos circulares donde destacaban doce grandes "T" de piedra calcárea. Como las Taulas menorquinas, cada una de estas "T" estaba constituida per dos megalitos –un vertical de tres metros de altura y otro horizontal-  situada en medio del recinto.

A diferencia de las menorquinas, sin embargo,  las "taulas" de Göbekli Tepe estaban ricamente ornamentadas con motivos animales y misteriosas figuras humanoides, como podrás comprobar en las fotografías suministradas por mi colega A. Berber de la revista ACTUAL ARCHAEOLOGY. ¿Hacen referencia, tal vez, a los dioses instructores de su mitología, a los gigantes del Génesis? ¿Quiénes sino podían enseñarles los secretos del trabajo en piedra y el conocimiento astronómico?

Las leyendas babilónicas hablan de los Anunnaki, unos instructores venidos del cielo que se juntarían con las hijas de los hombres para dar lugar a una raza de gigantes. ¿Se produjo un contacto con seres del espacio exterior en la prehistoria?

Si lo damos por cierto, entonces, los mitos se convirtieron en una fórmula para transmitir los conocimientos que les fueron dados sin recurrir a la escritura. Un vehículo, además, que permitía exportar ideas de forma sencilla sin necesidad de saber leer y por encima de los idiomas.

Otra coincidencia significativa es que en Göbekli Tepe se han encontrado evidencias de que se rendía un culto especial a la mujer y al toro, pese a que las "taulas" turcas son 7.000 años más antiguas.

¿Templos solares o lunares?
¿Pudieron ser erigidas las construcciones menorquinas por gente procedente de esta cultura?

Pese a que la opinión más generalizada es que los monumentos megalíticos de Menorca fueron construidos por un pueblo del Mediterráneo que se asentó en las islas desde el levante, en mi libro Aliens Ancestrales sugiero que también pudieron venir de Asia Menor, en una migración que habría tenido lugar alrededor del 2000 aC. Esto –en mi opinión- explicaría las similitudes en las estructuras y, también, su función astronómica. Me explicaré.

La relación de los templos y monumentos antiguos con los cuerpos celestes era, hasta hace bien poco, una cuestión casi tabú en los círculos académicos. El estudio de los yacimientos menorquines, sin embargo,  ha puesto de manifesto que todas les Taulas fueron orientadas de Este a Oeste en correspondencia con el paso del Sol. En este sentido, hay que hacer referencia al estudio de J. Mascaró Pasarius que postula que la Taula es una representación estilizada de la cabeza de un toro visto de frente.

Continúa leyendo en ENIGMAS Nº 210 de mayo de 2013

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