Cuando los africanos descubrieron América
Varios pueblos pujan por destronar a Colón como descubridor de América: Fenicios, Vikingos, Chinos Pero se suele obviar a los Africanos. ¿Partieron de África Occidental pueblos que llegaron al Nuevo Mundo antes que castellanos y portugueses? ¿Quiénes eran? Por Carlos Font Gavira.
África ha sugerido en la mente occidental la aventura descarnada y el peligro exótico. Desde la Antigüedad el continente misterioso aparecía en los mapas como una masa inacabada; bien perfiladas las trazas de sus costas pero mudo en su interior. ¿Qué se oculta tierra adentro? A pesar del cambio de mentalidad la historia de África sigue siendo, en parte, desconocida. Mientras en la Edad Media el mapa de Europa estaba atomizado en un infinidad de reinos, condados y ducados, el interior de África albergaba poderosos imperios.
En el África Occidental surgió uno de los imperios más fastuosos del Medievo: el de Mali. Como todo gran imperio, su nacimiento raya en lo mitológico con las gestas de Sundiata Keita. Los jefes tribales le otorgaron el título de mansa –soberano supremo–, naciendo el imperio de Mali que era un conglomerado de reinos dependientes y vasallos que, en el momento de máxima expansión –segunda mitad del siglo XIV–, abarcaba desde las costas del Atlántico hasta el curso medio del Níger, pasando por la Alta Gambia. La importancia que tuvo el imperio de Mali reside en su riqueza. Una serie de rutas comerciales transaharianas hacían que afluyera a ciudades tan míticas como Tombuctú cantidades ingentes de marfil, nueces de cola, cueros, sal y, sobre todo, oro.
Los árabes del Norte de África cruzaban el desierto del Sáhara para obtener el oro de Malí, que utilizaban los imperios islámicos para acuñar moneda que usarían en el Mediterráneo. No exageramos si afirmamos que, antes del Descubrimiento de América, fue el oro africano el que mantuvo vivo el sistema monetario internacional. Fue tal la fama de la riqueza aurífera de Malí que en el Atlas Catalán de Abraham Cresques (1375) aparece representado un rey negro con corona y cetro portando una gran pepita de oro. El soberano es Mansa Musa, célebre por la ostentosa peregrinación a La Meca que realizó en 1314. Unos 60.000 súbditos acompañaron al emperador, transportando unos 2.000 kilogramos de oro en barra y en polvo. En este desfile de riquezas fabulosas no podía faltar una buena historia como la que le relató el Mansa Musa al historiador árabe Al-Umari, en El Cairo.
El soberano maliense relató que "el gobernante que me precedió no creyó que era imposible descubrir los límites del mar circunvecino. Tenía alrededor de 200 naves equipadas y las llenó de hombres, y el mismo número llenas de oro, agua y suministros en cantidades suficientes para años. Él les dijo a los comandantes que sólo regresaran cuando hubiera alcanzado los extremos del océano o hubieran agotado comida y agua. Reapareció un solo barco y le preguntamos a su capitán acerca de su aventura". El testimonio de Al-Umari encierra una historia que, de ser cierta, abriría unas hipótesis históricas de gran calibre. El mansa que precedió a Musa fue Abubakari II. Personaje enigmático, perdura el recuerdo de su aventura marítima. Abubakari II no se sintió saciado con la infructuosa expedición que mandó a cruzar el océano. El único superviviente fue interrogado por el mansa para conocer los vericuetos del viaje. Siguiendo a al-Umari, "él les dijo cómo fue que finalmente entraron en algo semejante a un río con violentas corrientes. Él era el último de la fila y vio cómo las otras naves desaparecían. Él regreso para contar su historia". El mansa organizó una segunda expedición de 2.000 embarcaciones, traspasó el poder a Mansa Musa y "partió con su compañero y los demás al océano. Esa fue la última vez que lo vi a él y a los otros...", relata el historiador árabe.
Abubakari nunca regresó.
Este texto puede parecer irreal, pero constituye una fuente histórica. Un relato que siembra varias preguntas: ¿por qué fracasó la primera expedición?, ¿llegó Abubakari II a alguna tierra desconocida? Algunos investigadores, como Ivan Van Sertina, utilizaron el relato como la base para construir la teoría de un descubrimiento africano de América. En su obra Los que llegaron antes que Colón: la presencia africana en la antigua América (1975), defiende la llegada africana antes que Colón y su influencia en los indios americanos que explicaría, por ejemplo, el conocimiento indo-caribeño del oro. Las fuentes disponibles son pocas, el ya citado Al-Umari y las fuentes orales, en concreto los griots, narradores del África Occidental similar a los trovadores europeos.
Después de la desaparición del mansa parece que se instaló una especie de tabú para no comentar la fallida expedición por culpa de una expedición marítima no muy
justificable. Si tomamos como fiables las fuentes y tal expedición existió es inevitable pensar cómo era la flota que se internó en el Atlántico pues no consta la existencia de una tradición naval oceánica en esa parte de África. El sociólogo senegalés Pathé Diagne argumenta que existía una tradición de navegación en el oeste africano heredera de los lebus de Senegambia. Observando las actuales embarcaciones que navegan el río Níger se duda que pudieran atravesar el Atlántico. El relato de al-Umari no se explaya en el tipo de embarcaciones que emprendieron la aventura.
Es cierto que una flota de piraguas –algunas de veinte metros de largo– y colocadas en forma doble, como hacían los polinesios, podría haberlo intentado. Las expediciones de Thor Heyerdahl inyectaron un ascendente muy fuerte para apoyar este tipo de razonamiento. En el primer viaje volvió una embarcación que dio pábulo para organizar una segunda que prosperase donde fracasó la primera. Nos faltan datos para reconstruir la capacidad naval del Imperio de Malí.
En este aspecto la aventura colombina puede ser muy bien recreada pues conocemos los barcos sus dimensiones y hasta la dieta de la tripulación.
Comentarios
Nos interesa tu opinión