Civilizaciones perdidas
17/03/2011 (12:33 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
La cámara secreta de Teotihuacán
El complejo arqueológico de Teotihuacán guarda en su interior muchos secretos que poco a poco se están revelando. Descubierto por los españoles ya vacío, lo consideraron como una ciudadela militar. Nada más lejos de la realidad. El reciente hallazgo de un túnel y varias cámaras hace especular si en esta ciudadela se halla la puerta al inframundo google_ad_client = "ca-pub-5337588033202877"; google_ad_slot = "4290309979"; google_ad_width = 200; google_ad_height = 90;
La fría mañana mexicana quiso recibirnos con algunas gotas de lluvia. Llegamos a primerísima hora al complejo de Teotihuacán, la ciudad donde nacieron los dioses. Hace ya más de un siglo, en 1910, se iniciaron aquí los primeros trabajos arqueológicos y, hasta la fecha, no se ha logrado dar respuesta a los numerosos interrogantes que se ciernen en torno a esta ciudadela. El último gran desafío saltó a los medios de comunicación hace unos meses. Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia –INAH-Conaculta– localizaron, a doce metros de profundidad, la entrada de un misterioso túnel que parece conducir a las mismísimas entrañas del templo de la Serpiente Emplumada. Debajo del mismo, según todos los indicios, se extiende una serie de inquietantes galerías, una suerte de puerta al inframundo. El templo de Quetzalcóatl se ubica al Norte del complejo arqueológico y es uno de los edificios más bellos del México prehispánico. La alfarda está decorada con grandes cabezas de serpientes con el cuerpo cubierto de plumas, así como con motivos florales. Se trata de las representaciones de Quetzalcoatl y Tlaloc –el dios de la lluvia, simbolizado por una flor de once pétalos–, respectivamente. No hay ningún turista a la vista. La mítica Calzada de los Muertos se extiende frente a nosotros inusualmente vacía en sus cuatro kilómetros de longitud. Además, la fina lluvia matinal dota al entorno de un aire espectral. Elba Ortega, la arqueóloga forense que nos acompaña, se detiene frente a la entrada de un templo, junto a la pirámide de la Luna, y de repente comienza a dar palmas. Un extraño eco viene devuelto: "Quetzalcóalt os da la bienvenida" -nos dice. Al parecer, los sacerdotes teotihuacanos creían que este sonido imitaba al del pájaro mitológico. Y decimos teotihuacanos porque los historiadores han llegado a la conclusión de que los creadores de esta ciudadela sagrada no fueron ni los olmecas, ni los toltecas, y ni mucho menos los mexicas, que sólo la reutilizaron a su llegada a estos pagos en 1325. Teotihuacán es, con toda probabilidad, obra de un pueblo del que no se tiene noticia. Y, a falta de un nombre que les defina mejor, se les denominó teotihuacanos, una etnia que, en opinión del lingüista Lyle Campbell, es totonaca, aunque también hay diversidad de opiniones al respecto. El Dios Emplumado En cualquier caso, Teotihuacán fue una de las ciudades mesoamericanas más pobladas en la etapa clásica –200 d.C-900 d.C–. Se calcula que albergaba cerca de 200.000 habitantes en una superficie total de 21 kilómetros cuadrados. El nombre por el que hoy conocemos a esta metrópoli prehispánica, fue dado mucho después del auge y caída de este gran centro ceremonial que formaba parte de un imperio que –aseguran– llegó hasta Belice y la misma Guatemala. Al pasar el tiempo, la ciudadela fue creando una compleja estructura diferenciada en estratos sociales específicos donde los sacerdotes tenían un importante papel. Pero, ¿qué sacerdotes? ¿Quién construyó la ciudadela, erigió sus impresionantes pirámides y levantó sus templos? ¿Con qué propósito? Y, ¿por qué fue destruida y abandonada en el 750 d.C.?El misterio puede estar cerca de resolverse gracias al hallazgo de un conducto subterráneo que fue cerrado hace aproximadamente 1.800 años por los propios teotihuacanos. Se halla bajo el templo de Quetzalcóatl, curiosamente, uno de los santuarios menos visitados del conjunto. La mayoría de los turistas acude en masa a las pirámides y deja de lado otras construcciones. Tras subir una primera plataforma, y desde una barandilla, el templo del dios de los dioses se nos antoja casi misterioso, rodeado de un halo sobrenatural. Aunque recibe el nombre de templo de la Serpiente Emplumada, por las representaciones que figuran a ambos lados de la escalinata, según recientes investigaciones podría tratarse, en realidad, de una edificación dedicada al cómputo del tiempo, un calendario que estaría relacionado con la fertilidad o los ciclos agrarios. Más de 300 figuras conforman su decoración y a pesar del problema que causa el deterioro de las mismas por causas meteorológicas, aún se puede tener una idea de la policromía de la misma. A pocos metros de la entrada a este "templo", un equipo dirigido por el arqueólogo Sergio Gómez Chávez, descubrió en 2003 un túnel de cinco metros de diámetro que cae en vertical otros 14, desde la superficie. La entrada conduce a un largo corredor de más de cien metros de largo que termina en una serie de cámaras subterráneas excavadas en la roca. Nadie sabe qué puede haber detrás. ¿Acaso las tumbas de los reyes Teotihuacanos? El arqueólogo guarda prudencia,"nos falta excavar alrededor de dos metros más para llegar al piso del túnel, contar con las primeras imágenes del interior nos permitirá planear mejor la forma de entrar. Aun así, tendremos que retirar una gran cantidad de tierra y un pesado bloque de piedra que obstaculiza el acceso", nos explica. Con todo, gracias a la colaboración del doctor Víctor Manuel Velasco, sabemos que las expectativas son muy altas. Este científico del Instituto de Geofísica de la UNAM utilizó un georradar, una técnica de exploración no invasiva, para determinar que el túnel disponía de una longitud cercana a los cien metros –algo que ahora ya se ha confirmado–, y que alberga grandes cámaras en su interior. El equipo formado por 30 especialistas ha empleado, también, otras tecnologías como el escáner láser, un sofisticado dispositivo de gran resolución, facilitado por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos –CNMH– del INAH, que ha conseguido un perfil tridimensional de los hallazgos. Las imágenes que reproducimos en este reportaje hablan por sí solas. (Continúa la información en ENIGMAS 181). Josep Guijarro
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