Civilizaciones perdidas
20/06/2017 (12:09 CET) Actualizado: 20/06/2017 (12:18 CET)

El código oculto de las Cavernas

¿Podrían los artistas rupestres tener un sistema de comunicación anterior a la escritura oficial? ¿Existe un código oculto de las Cavernas? Por Francisco González.

20/06/2017 (12:09 CET) Actualizado: 20/06/2017 (12:18 CET)
el código oculto de las cavernas
el código oculto de las cavernas

Los prehistoriadores llevan más de un siglo estudiando las manifestaciones de arte paleolítico presentes en Europa y, con mayor interés, las que pueden admirarse en las cuevas de Cantabria y el suroeste de Francia, regiones donde abundan los ejemplos de pinturas rupestres. No obstante y pese al tiempo transcurrido, hay algo que prácticamente no ha variado desde que pioneros como Henri Breuil y Hugo Obermaier se tomaran en serio la cuestión: seguimos sin conocer el significado de estas pinturas y del resto de enigmáticos símbolos que se plasmaron junto a ellas.

Suele aceptarse que la Historia, o sea, cualquier hecho proceso que se haya desarrollado en torno al ser  humano, comenzó con los registros escritos de dichos sucesos, cosa que tuvo lugar en el Mediterráneo hace alrededor de 6.000 años y mediante la denominada escritura cuneiforme. No obstante, si usted o yo nos enfrentásemos a la tarea de descifrar aquellos primeros registros, seguro que no entenderíamos absolutamente nada, pues desconocemos el código oculto de las cavernas tras esa antiquísima forma de expresión escrita. Por el contrario, si entramos en la cueva de Altamira y observamos un bisonte plasmado en la pared, nos sentiremos conectados de algún modo con el artista que lo pintó, aunque hayan transcurrido más de 35.000 años desde que lo hiciera y sepamos muy poco de su vida. El porqué de esa empatía tiene que ver con que hemos reconocido inmediatamente al formidable mamífero y probablemente al resto de animales pintados en la cueva cántabra y, como suele decirse, una imagen vale más que mil palabras.

Sin embargo, nuestra identificación con los pintores cavernarios pierde fuerza cuando intentamos averiguar el motivo por el cual plasmaron aquellos animales en cuevas de todo el mundo.

 

En la oscuridad

Entre las hipótesis que se barajan, la más obvia es la del arte por el arte; esto es: las pintaron siguiendo el mismo impulso que mueve a cualquier artista de nuestros días. No obstante, la ubicación de ciertas pinturas en lugares de muy difícil acceso parece descartar que lo hicieran por ese motivo. Por ejemplo, prueben a entrar en la cueva cántabra de Covalanas y acceder a la galería donde están pintadas las ciervas rojas que dan fama y sobrenombre a esta excepcional y angosta caverna, situada en las inmediaciones de la localidad de Ramales de la Victoria. Hay que encorvarse, casi reptar, para poder ver las elegantes y estilizadas figuras que adornan las paredes de la cueva, porque las ciervas rojas en cuestión están a casi cien metros del acceso principal a través del cual hemos ingresado en la cueva.

Una vez concluida la visita a Covalanas, ya en el exterior, probablemente se harán la misma pregunta que me hice yo: si es simplemente arte, ¿por qué aquellos artistas prehistóricos pintaron las ciervas en un lugar tan oscuro, intrincado y alejado de la entrada de la caverna? ¿Para que no las viese nadie?

 

Magia empática

La respuesta a ambas cuestiones tendría  que ver con otra de las teorías que pretenden explicar el significado de estas pinturas: se trataría de imágenes totémicas, vinculadas  con ritos de fertilidad, de connotaciones sexuales o, en general, relacionadas con ceremonias chamánicas. Así, las ciervas  rojas de Covalanas, como otros  muchos ejemplos de arte parietal, solo podrían ser contempladas por determinados individuos en función de dichas ceremonias, como tal vez las mujeres que daban a luz a los futuros chamanes o jefes de la tribu. No obstante, la explicación con más adeptos es la que relaciona las pinturas con alguna clase de práctica religiosa propiciatoria de la caza, una especie de «magia empática», por utilizar la expresión acuñada por el etnólogo Henri Breuil a propósito de las pinturas rupestres de Lascaux. Según Breuil, el hecho de recrear bisontes, ciervos o cualquier otra pieza de caza, facilitaba la captura real de los animales, de ahí que los artistas prehistóricos los plasmasen con tanto detalle. Esta teoría justificaría que los animales representados fueran hembras preñadas y, también, que hubiera  representaciones de animales heridos por lanzas. Así, las pinturas servirían para pedir a los espíritus que la caza fuera abundante, que los animales procreasen y que se pudieran abatir todas las piezas necesarias.

Hay más propuestas, como la que especula con que los animales simbolizaran clanes en disputa. El clan de los bisontes, el de los ciervos, el de los caballos o el del novelado clan del oso cavernario…  No obstante y sin salir de Altamira, vemos otras pinturas cuya interpretación complica todavía más penetrar en la mente de los hombres y mujeres del Paleolítico…

 

Este fragmento se encuentra completo en el número 324 de Año/Cero de Julio de 2017. No te pierdas todos los misterios que habitan en las prehistóricas pinturas y los posibles códigos ocultos que encierran. 

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